La Kehilá ayer y hoy a 90 años de existencia

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En 1922, una conmemoración de Purim fue la fecha en que se decidió crear una Kehilá Ashkenazí en México que brindara a los inmigrantes de Europa Oriental los medios para mantener un modo de vida apegado a los principios religiosos del judaísmo en el marco de la cultura y las tradiciones de sus países de origen.

Para quienes abandonaron patria, familiares y amigos aventurándose en un mundo ajeno y absolutamente desconocido, era indispensable la existencia de un núcleo social que si bien nunca podría igualar sus poblaciones natales, por lo menos les permitiría encontrarse con aquellos que compartían su idioma y la tradición del idishkait, trayendo un poco del añorado shtetl a su nueva vida.

Para las generaciones nacidas en México, la existencia de la Kehilá y de sus instituciones, son hechos comunes y corrientes, sean socios o no, ashkenazim o correligionarios de otras comunidades. Sin embargo, lo cierto es que ese hecho hoy tan común y corriente para todos, hace casi 90 años era una ilusión que requirió de muchísimos esfuerzos para convertirse en una realidad tangible y perdurable.


En los años posteriores a la conformación de la Kehilá, el crecimiento del yishuv y las nacientes necesidades, fueron los motores que impulsaron la creación de los diferentes servicios que la Comunidad se vio exigida a brindar a sus miembros. Hoy, las necesidades siguen existiendo, y aunque aparentemente ya no se crean “grandes” proyectos, el mantenimiento y mejora de los servicios existentes es por sí mismo una empresa colosal.

Sin embargo, esos servicios, tampoco aparecen hoy como algo fuera de lo común, para todos resulta familiar la existencia de sinagogas ashkenazim donde no falta nada para realizar los rezos diarios o para la celebración de las fiestas, desde los rabinos y jazanim hasta sidurim. Hoy ni siquiera nos imaginamos un escenario en el que no existiera un “lugar para rezar”, o donde se careciera de un Sefer Torá… pero exactamente eso sucedió en 1922, y ocurrió acompañado de la certera convicción de que algún día existiría una Kehilá donde no faltara nada para dar continuidad al legado judío y a la herencia ashkenazí que aquellos primeros inmigrantes trajeron consigo de sus países natales.

Así, esos primeros pioneros se dieron a la tarea de buscar dónde llevar a cabo los servicios religiosos diarios y se concentraron en satisfacer la necesidad de productos kasher le pesaj para el jag que estaba en puerta. Una vez cubiertos estos requerimientos, había que pensar en cómo brindarían otros servicios necesarios para cubrir el ciclo de vida judía, cimentar las bases de la continuidad ashkenazita en México y alcanzar autonomía como Comunidad, hechos que hoy nos cuesta trabajo entender que fueron objetivos a realizar en algún momento de la historia comunitaria.

El primer gran logro en la búsqueda de continuidad fue la fundación del primer Talmud Torá, el cual durante algún tiempo fue la única opción de educación judía para los hijos de inmigrantes. Con el paso del tiempo se fundaron nuevas escuelas. Hoy como ayer cada niño o joven matriculado en alguna de las escuelas del sector, representa un gran proyecto para nuestra Comunidad.

Sólo un año después de fundada, la Kehilá ya contaba con los servicios antes mencionados, pero la naturaleza de ciertos acontecimientos exigía por sí misma soluciones. Así, el siguiente paso fue conseguir un terreno para tener un panteón propio, el cual fue donado, e inmediatamente después, se constituyó la Jevrá Kadisha de la Kehilá. Gracias al esfuerzo de antaño y al incansable trabajo que durante años se ha realizado por mantener y ampliar el Bet Hajaim, hoy los dolientes pueden atravesar su duelo contando con el apoyo de su Kehilá en todo momento.

En temas como este último, se encienden las emociones, el sentimiento de solidaridad por aquel que está sufriendo, e igual sucede cuando hablamos de quienes no tienen los medios para mantenerse económicamente. Por supuesto, en aquellos años, era común que los recién llegados no trajeran ni un centavo en la bolsa, o que, mientras obtenían un empleo y se estabilizaban pudieran darse el lujo de tener “gastos extras”. Por ello, la Kehilá, siempre proporcionó ayuda, ya fuera en especie, en efectivo, o haciendo donativos a instituciones de ayuda como el Hilfs Farein entre otras. Esta tradición de la Tzdaká, tan arraigada en el judaísmo, prevalece hasta hoy en día, y la Kehilá, además de continuar apoyando a otras instituciones, cuenta con un Comité de Asistencia y Ayuda, el cual trabaja mucho y muy duro para lograr extender su mano generosa a todo aquel que lo requiere.

Aún hoy, aquello que a todos nos resulta tan cotidiano, implica esfuerzos fuera de lo común para mantener viva una institución que costó tanto construir y ha costado tanto mantener. Todo el entorno comunitario que nos resulta tan común y corriente, en realidad, refleja el esfuerzo de extraordinario de quienes lo crearon y de aquellos que se han dedicado a conservarlo para los siguientes eslabones de una goldene keit con casi 90 años de existencia organizada en México.

Así comenzó la Kehilá

  • La Kehilá fue denominada Nidjei Israel –desterrados de Israel–, pues sus miembros se sentían “como rechazados”, y la suma de las letras de Nidjei Israel en hebreo suman 613, el número de mitzvot que todo judío debe realizar.
  • El primer Sefer Torá de la Kehilá había estado en la sinagoga de los sefaraditas, pero era de origen ashkenazí y fue regalado a la recién nacida Kehilá por su dueño que radicaba en los Estados Unidos.
  • El primer restaurante kosher en México se abrió gracias a los esfuerzos de los entonces directivos de la Kehilá y allí los recién inmigrados podían comer a precios especiales para ellos.
  • En el local de dicho restaurante, se llevaron a cabo los rezos de las fiestas mayores de 1922.
  • Para construir el panteón se creó la Beneficencia Nidjei Israel.

Acerca de Comunidad Ashkenazi de México

La Comunidad Ashkenazí de México es la institución cúpula de la colectividad que agrupa y unifica a las instituciones y miembros ashkenazim que la conforman brindándoles un marco de pertenencia donde puedan encontrar seguridad, continuidad y representatividad, buscando velar por la integración, desarrollo, crecimiento, consolidación y continuidad del asentamiento Ashkenazí en México. Para cumplir con esta misión, en La Kehile contamos con el compromiso de sus líderes y la estructura profesional necesaria para contribuir al bienestar de sus afiliados,regidos por los principios de la ética judía, dentro de un marco de cooperación y ayuda mutua, guiados siempre por los valores ancestrales del Pueblo Judío. El Comité de Socios de la Comunidad Ashkenazi se mantiene en continuo cambio y renovación, siempre en búsqueda de responder a las nuevas y crecientes necesidades de los miembros de la comunidad y así contribuir a mejorar su bienestar y calidad de vida. Buscamos consolidar a la Comunidad Ashkenazí en México y cuya fortaleza radique en la integración activa de todos sus miembros e instituciones. Establecer con nuestros asociados una comunicación continua, personalizada, clara y efectiva. Ofrecer a nuestros asociados una atención personalizada y servicios de la más alta calidad, tanto en el ámbito de la identidad como en el campo de la vida diaria. Garantizar que en el futuro las nuevas generaciones, cuenten con un marco comunitario donde satisfacer sus necesidades de identidad judía y donde apoyarse en asuntos del día a día.

1 comentario en «La Kehilá ayer y hoy a 90 años de existencia»
  1. A quien corresponda:
    El articulo "La kehila ayer y hoy…" presenta toda una revisión errada. La Kehila Ashkenazi se creó en el año 1958-9 y entró a sus oficinas en los 60s.

    Lo que se creó en el año de 1922 fue una congregación Nidjei Israel y la Kehila — un concepto totalmente diferente, con una centralización de organizaciones totalmente nueva en Mexico — adoptó el nombre de Kehila (Nidjei Israel) al formarse, tomando el nombre de una de las organizaciones base que se le unieron.

    La confusión de nombres es lo que ha hecho que los líderes de la Kehila logren identificarse como líderes de casi un siglo cuando son apenas 50 años de trabajo comunitario en ese estilo.

    Todas las organizaciones centrales desde la primera Kehila de Acapulco 70, el Consejo Comunitario que revoltó contra ella y de nuevo la kehila última que regresó a retomar este nombre precisamente para poder festejar un aniversario que no cumplieron jamás, se han adjudicado los años de la congregación Nidjei Israel como si fueran años de una kehila en México — algo totalmente FALSO. Sugiero a los escritores revisar los primeros estatutos –en Idish – de la kehila verdadera, publicados entonces por la propia organización: son de 1958-59.

    También sugiero que al escribir para publicar se atienda que no es suficiente "entrevistar" a alguno de los líderes. El resultado es mala reconstrucción histórica y por ende, mal análisis de tema. Hay necesidad de consultar libros formales para no repetir información que no tiene fundamento histórico alguno.

    Dra Adina Cimet

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