Jacobo Zabludovsky ha sido homenajeado muchas veces, y muchas veces por sus correligionarios. He estado presente en varios de estos homenajes, pero es la primera vez que lo veo llorar.
Y no fueron los discursos de lo líderes comunitarios los que provocaron sus lágrimas. Ni siquiera las palabras de sus amigos, José Sacal o Carlos Alazraki. Tampoco el hermoso video donde aparecía, entre otras escenas, llegando a su oficina destruída tras el terremoto del 85. Y aunque le emocionó el cariño de sus “paisanos”, quienes llegaron a la magnífica comida ofrecida por el Comité Central de la Comunidad Judía de México, no fue éste el motivo de su llanto. Ni siquiera el lugar, la sinagoga de Justo Sierra 71, en este Centro Histórico tan querido para él.
Lloró Don Jacobo al leer una simple tarjeta. Estaba diciendo: “Hace 70 años, un niño de doce estaba repartiendo tarjetas a marchantes del Centro. La semana pasada, buscando material para hilar un discurso, el niño encontró una de estas tarjetas”. Y al intentar leer el texto de la cartulina, se quebró la voz de quien revolucionara la noticia en México.
La tarjeta decía:
CASA DAVID
DAVID ZABLUDOVSKY
NUEVO EXPENDIO DE RETACERÍA POR KILO
AVENIDA REPÚBLICA DEL SALVADOR 154
LEA USTED A LA VUELTA
Del otro lado, la tarjeta mencionaba que Casa David tenía a la venta “surtido en existencia de trapo nuevo” y enumeraba las distintas telas que, en retazos, se podían adquirir en ella.
El 11 de marzo 2010, a los 82 años, Jacobo logra de nuevo un hito en la comunicación: hacer llorar a un salón repleto de gente.
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