La memoria de la memoria, la migración, la inserción a una nueva cultura, el desdoblamiento de la identidad (dígase femenina, judía y mexicana); pero también los varios rostros que tiene la literatura, son elementos que tienen cabida en “Las genealogías” la novela de Margo Glantz que este año cumple 30 años de haber sido publicada.
Ese libro autobiográfico en el que la escritora mexicana, hija de judíos llegados a México en 1925, fue el tema central de la conversación entre la poeta Myriam Moscona y Margo Glantz, como parte de las primeras actividades de la Sinagoga Histórica, que se ha convertido en un centro cultural que busca recuperar la historia de los judíos que llegaron a México antes y con la Segunda Guerra Mundial y que vivieron en México.
Margo Glantz rememoró su infancia, su adolescencia y su vida entera en este país al que decidieron emigrar sus padres, unos judíos ucranianos que son las voces centrales con las que construyó “Las genealogías”.
“Mi infancia fue una infancia muy mixta, vivíamos en uno de los barrios menos judíos; nos mudamos muchas veces, de Jesús María pasamos a Soledad, de ahí a la calle de Argentina y luego Zaragoza; nos mudábamos hasta tres veces por año”, recordó la escritora en la conversación.
La poeta Myriam Moscona la hacía leer pasajes de “Las genealogías”, le hacía recordar a su padre, el poeta Jacobo Glantz, a su madre que siempre vestía de blanco y era elegante, a sus hermanas; le hizo recordar los cines que visitaba, las calles que recorría y su cultura mixta, tan mexicana y tan judía.
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