Mensaje de Lag BaOmer – Depto. de Educación – Unión Mundial Macabi

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El Omer, Lag Baomer, Jol HaMoed, la Fiesta, la derrota y el espíritu festivo

Queridos amigos:

El título de estas líneas testimonia, de alguna manera, el dilema intrínseco que surge de la celebración de Lag baOmer – un dilema vinculado con la ofrenda del Omer, y su pérdida, y la revuelta libertadora contra Roma, la victoria y la tremenda, devastadora derrota final.

El ómer es una medida de volumen/peso[1]. Los Hijos de Israel, en el segundo día de Pésaj, llevaban en forma festiva un ómer de cebada (la cosecha de Pésaj) de ofrenda al Gran Templo, lo que acercaba al pueblo judío a su centro espiritual en Jerusalem, lo conectaba con la fiesta de Pésaj y lo iniciaba en la ruta que transita desde esa Festividad hasta la que la completa, Shavuot, siete semanas más tarde.


Con la destrucción del Beit HaMikdash, el Gran Templo, por parte del general romano Tito y de sus tropas[2], esa algarabía entre Pésaj y Shavuot – parecida a la del Jol HaMoed – se vio vaciada de contenidos. Quedó del ómer sólo su recuerdo: ya no más una ofrenda popular. Sin Templo, el ómer fue una cuenta que mantiene, hasta el presente, la relación de mutua dependencia entre Pésaj y Shavuot.

La dominación romana sobre el pueblo judío, expulsado de Jerusalem desde la destrucción del Templo pero presente en vastas áreas de la Tierra de Israel, se agravó dramáticamente en épocas del emperador Romano Adriano. La cuenta del ómer, neutra en esos días – sin la alegría de la ofrenda al Templo, pero sin otra tristeza adicional – se tiñó de sangre, muerte y expulsión final cuando el emperador Adriano acabó con la gran revuelta de Bar-Kojvá y Rabi Akiva. Adriano no sólo asesinó masivamente al pueblo judío (en Israel y en las diásporas romanas), sino que, también, estableció el Exilio judío de la Tierra de Israel (el Galut) que duró 18 siglos – hasta el establecimiento del Yishuv, y luego, del nuevo Estado de Israel -. Desde entonces, y hasta ahora, la cuenta del ómer marca un recuerdo de dolor y duelo judíos – de allí sus limitantes en cuanto a las expresiones de alegría en ese período de 7 semanas -.

Nuestros Sabios, no obstante, nos impusieron un día de alegría durante la tristeza de la cuenta del ómer: Lag BaOmer, el día 33 de esa cuenta del ómer, es un día semi-festivo del calendario hebreo que recuerda la gloriosa y muy breve victoria del mencionado Bar-Kojvá, el gran líder militar judío, contra las legiones opresoras de Roma – una victoria que brindó un período de 3 años de libertad a nuestro pueblo del yugo romano[3] -. Lag BaOmer festeja el triunfo de la batalla en el marco de la más amarga de las derrotas de la guerra, y un alto a la plaga que acabó con 24.000 alumnos de Rabi Akiba[4]. Es un trago de miel en una realidad de hiel, impuesta por nuestros Sabios.

¿Por qué demandar la alegría en el marco de la tristeza? Porque en la visión de nuestros Sabios Lag BaOmer debía representar el futuro promisorio del pueblo judío: “hoy, batalla victoriosa; mañana, la gloriosa liberación final: la reconstrucción nacional”. Tan profética fue esa visión, que el día más feliz del calendario hebreo contemporáneo, Yom HaAtzmaút – que celebra la vida nacional recuperada del pueblo judío – ocurre precisamente durante la cuenta del Omer, precediendo a Lag BaOmer – y confirmando ese espíritu de esperanza que instauraron nuestros Sabios en el horizonte nacional judío.

Cuando iniciemos la celebración de este Lag BaOmer, tengamos en cuenta que para un futuro feliz, aún en la realidad más magra y terrible, debe haber una esperanza cierta, fuerte, deseada, sostenida y con augurios de felicidad. Lag BaOmer, con su esperanza de redención nacional, nos regaló el espíritu que permitió que hace apenas 2 semanas celebremos 67 años de independencia recuperada. La esperanza nos sostuvo; y nuestra acción decidida tradujo ese espíritu en logro nacional.

Que las luces de nuestras fogatas de Lag BaÓmer iluminen nuestro presente de gloria y nuestro promisorio futuro, y que mantengamos y hagamos mantener el espíritu de continuidad nacional propio de esta Fiesta.

¡LAG BAÓMER SAMÉAJ!

¡JAZAK VE’EMATZ!

RABINO CARLOS A. TAPIERO
Vice-Director General & Director de Educación
UNIÓN MUNDIAL MACABI

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