Desde la primera vez que llegué pude entender que no era un centro terapéutico normal. Incluso puedes ir sin tener que tomar terapias. No todos los que van toman terapias ni todos los que toman terapias conocen el otro lado de Yad, no conocen las actividades de recreación y aprendizaje, no saben lo que es hacer amigos y divertirse. De hecho, aunque Yad Rajamim se autodefina como centro terapéutico, yo pienso que es más una cápsula de escape para aquél que haya tenido algún problema o simplemente quiera aprender algo nuevo o tomar alguna clase. Por otro lado, no debe ser considerado como un centro de ayuda para gente con problemas, porque decir que Yad Rajamim es eso es anular su parte de integración y autorrealización de todos los que asistimos.
Yad Rajamim desde el principio se preocupó por ayudarme en cualquier problema enseñándome que la comunicación es el puente para solucionar cualquier situación, han cuidado mi alimentación con comida nutritiva y deliciosa, también hay clases de fútbol, parkour, música, pintura y otras. Son clases en las que puedes aprender mucho, en mi caso la clase de música es la mejor ya que puedas escoger que instrumento quieres que el maestro te enseñe a tocar, hay un cuarto de tareas donde puedo concentrarme si necesito hacer algún trabajo escolar y además una maestra que me puede ayudar con alguna tarea difícil. También hay dos días en los cuales uno o dos Madrijim me hacen una actividad que me ayuda a conseguir herramientas para mi futuro y me hace reflexionar sobre temas de mi interés por medio de la educación no formal. Cuando me regresan a mi casa, me entregan un lunch además de la cena que dan antes y es así como concluye mi día en Yad.
Estoy sumamente agradecido con esta institución y pienso que las cosas no tienen por qué quedarse ahí, creo que todos deben conocer el otro lado de Yad, el que te hace sentir amado y valorado, ese lugar en donde aprendes jugando, aquel en donde pude hacer amigos para toda la vida, ese lugar que me apoya y me hace crecer, es por eso que escribo estas pocas palabras para que conozcas el verdadero Yad Rajamim.
Gracias familia Yad Rajamim por no ser solo un centro terapéutico y ser una forma de vida.
Joven de 17 años
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