La decisión de cerrar el Nuevo Colegio Israelita de México ha traído, como
inevitable consecuencia, una enorma cauda de comentarios y protestas, junto al
desazón y las manifestaciones de tristeza por la gravedad del asunto, porque
indudablemente es un golpe al corazón de nuestra Comunidad.
Como consecuencia de este infausto hecho, he recibido un cúmulo de exabruptos y
reclamaciones. ¡No es posible…! ¡Qué poca….! ¡A quién se le ocurrió…! ¿Por
qué…?
La respuesta no es fácil. En estas mismas columnas dejamos nuestras preguntas.
Con tristeza vimos que no tuvieron respuesta. ¿Cómo poder responder si no se
tiene la autoridad ni el conocimiento? ¿Qué puede saber o conocer un aspirante a
comunicador, si no cuenta con la información necesaria?
Aún así, dentro de esa densa atmósfera de gris ignorancia, el cariño y la buena
intención ayudan a meditar para encontrar una posible solución a un grave
problema.
Como primer paso se identifica y se define: Desaparición de una entidad
pedagógica, columna de la vida comunitaria, factor de desarrollo del segmento
más importante – la niñez.
Implicaciones: Qué hacer con los alumnos, dónde ubicarlos, cómo garantizarles
una continuidad en su educación;
Pregunta necesaria: ¿Podrán sus padres enfrentar el costo (superior) de las
colegiaturas en la otra institución? Si no es así: ¿irán los niños a una escuela
“oficial”?
Nuestros lectores lanzan un cúmulo de cuestionamientos. Algo queda claro:
nuestra Comunidad está profunda y legítimamente interesada en la resolución de
esta problemática, pero no sólo eso: piensa en el futuro.
Hay una idea que el columnista ha venido manejando desde hace ya tiempo
considerable, y que resurge con mayor fuerza. Veamos:
ESCUELA PRIMARIA ISRAELITA DE MÉXICO.
ESCUELA SECUNDARIA ISRAELITA DE MÉXICO
ESCUELA PREPARATORIA ISRAELITA DE MÉXICO…
No suena mal. ¿Cómo lograrlo?
Digamos que el C.I.M. es, por la cantidad de aulas y su diseño, la sede de la
Primaria, junto con otras; que la Tarbut más otras, sean la Secundaria y que la
Maguen David y otras, la Preparatoria.
Los beneficios derivados de esta nueva composición serían enormes, tanto desde
el punto de vista educativo como el social y comunitario.
¿Acaso no somos judíos todos?
Tomemos como referencia nuestro querido Centro Deportivo Israelita. En él, todos
los grupos, equipos y demás actividades de conjunto se realizan sin distinción
de “colonias”. Están reunidos los Salame con los Golberg y los Maya y todos
valen y pesan lo mismo, yendo todos tras un mismo objetivo.
Se podrá argumentar que, por ejemplo, en la Yavne se educa a los alumnos en el
rito ashkenazi y en Monte Sinai en otro. Correcto. Los mismos “Morim” estarán
activos para unos y otros. Lo mismo va para las clases en Yiddish.
Aquí surge otra interrogante: Y los Patronatos, ¿qué…?
Es entonces cuando se recurre al ideal mayor: la altura de miras. Debemos dejar
a un lado nuestro inveterado regionalismo. No nos podemos seguir encasillando.
En ningún país del mundo la Comunidad está dividida por sus ancestrales
orígenes. Dejemos que nuestros hijos se reúnan en una sola entidad. Todos
formamos parte de una misma Comunidad.Existe la infraestructura, así como los
medios y la voluntad. Todo es cuestión de organización. Muy importante,
trascendental diríamos, es apagar nuestro “bonfire of vanities”, nuestra hoguera
de vanidades. A nadie se le privará de su participación. El prestigio personal
quedará intacto, pero lo más delicado quedará a salvo: la educación de nuestros
hijos.
Es triste saber del cierre de una escuela que ha formado a tantos profesionales excelentes, no debemos separarnos seamos un mismo cuerpo, un mismo corazón que al fin tenemos un mismo destino, porque separarnos?.