¿Qué nos dejó la visita de Gaby Lasky a México?

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He comprendido por mi trabajo que si hablaran
todas las personas buenas que callan,
se podrían cambiar muchas cosas.
Gaby Lasky, abril de 2008.

“Cuando se está intentando quitarle poder a la Suprema Corte, estamos aplastando espacios democráticos en la sociedad israelí.  Creo que todos tenemos una responsabilidad en decir que las cosas no están bien así y que las queremos cambiar”.  Esta es una de las tantas ideas y conceptos que nos compartió la abogada, activista y defensora de los derechos humanos Gaby Lasky la noche del pasado 24 de mayo en las instalaciones de la Comunidad Sefaradí de México.

Más de 200 personas se dieron cita para escuchar y preguntar a Lasky, quien conversó con Esther Shabot, – reconocida analista y columnista en el periódico Excélsior –  en un evento organizado por J-AmLat Capítulo México (Judíos Latinoamericanos Progresistas por la Paz) junto con la Comunidad Sefaradí que, a través de Moisés Mitrani, manifestó su apertura y disposición para abrir el espacio a la diversidad de voces.  Éste fue el tercer evento que organiza J-AmLat desde 2016 con actores israelíes que visitan nuestro país y que son centrales en la búsqueda de la paz con los palestinos y en la lucha por defender los valores democráticos en Israel.   J-AmLat es una organización con representación activa en Argentina, Brasil, Chile, Israel, México y Uruguay, que da voz y presencia a un creciente número de judíos comprometidos con el Estado de Israel, rescatando los valores liberales y democráticos expresados en su declaración de independencia, promoviendo a su vez una visión humanista y plural del judaísmo.


Gaby Lasky nació en México, estudió en el Colegio Hebreo Tarbut y activó en Macabi Hatzair.  A los 15 años emigró a Israel, donde se integró a Hashomer Hatzair y donde posteriormente estudio Historia del Arte, Antropología y Sociología.  Trabajando como asistente en la Knésset para un parlamentario del partido Meretz, fue como se fue integrando al mundo de las leyes y, finalmente, decidió estudiar y ejercer como abogada de derechos humanos al entender que por medio de las leyes se pueden cambiar cosas y defender el derecho a la manifestación y a la libre expresión tanto de israelíes como de palestinos.

Con estos antecedentes, Lasky señaló que “el sionismo, como lo entendemos [en Meretz], es que Israel es el hogar, la casa, la nación del pueblo judío.  Y eso lo hemos logrado y todavía tenemos que luchar para tener fronteras seguras para mantener la existencia de Israel […] Lo que ha cambiado es desde la Guerra de los Seis Días de 1967, después de la ocupación, con la colonización de los territorios ocupados y se está transformando el significado de  sionismo: sólo el que está de acuerdo con mantener esos territorios ocupados, es un sionista; y aquellos que están en contra y que quieren llegar a un fin del conflicto, que involucre el regresar parte de los territorios ocupados, se ha convertido en un traidor.  [Pero] están poniendo al sionismo fuera de las fronteras del Estado de Israel que se creó en 1948 con el voto de la ONU.  El cambio es muy peligroso.  [Si continua así], vamos a llegar a un lugar en el que no vamos a tener ni al Estado de Israel como país hogar de los judíos ni a los territorios ocupados”.

Lasky apuntó sobre su labor como abogada que se dedica a la defensa de los derechos humanos, particularmente ante tribunales militares en Israel y los territorios ocupados.  Habló sobre el sistema de justicia en los territorios ocupados, donde existen dos tipos de leyes, uno para judíos y otro para los palestinos.  En el contexto de ocupación, lo que rige en la vida cotidiana en los territorios palestinos “es la ley militar, no es la ley civil” del Estado de Israel.  Detalló: “si tenemos dos niños, uno palestino y uno colono [judío] que se tiran piedras entre sí en el mismo lugar en los territorios ocupados, y ambos son detenidos por la policía y son llevados a la misma estación” se les aplicarán dos leyes diferentes.  Al niño judío se le llevará en menos de 12 horas ante un juez civil.  Pero al niño palestino, aunque tenga 14 años, lo pueden dejar ahí 96 horas sin llevarlo a un juzgado.  Un niño israelí debe de tener a su padre durante la interrogación, mientras que los palestinos no.  Los menores israelíes tienen muchas posibilidades de liberarse y hay una trabajadora social que ve su caso, mientras que los palestinos carecen de ello.  ¿Cómo se llama una realidad donde dos personas cometen el mismo acto, pero dos diferentes reglas legales van a regir su acto?  Eso se llama “apartheid”, cuando tenemos dos leyes diferentes que se imponen según la nacionalidad o la etnicidad de la persona ante un mismo acto.  Es muy difícil oírlo, pero yo no he encontrado otra manera de explicarlo.  Hay que ver las cosas como son para poder cambiarlas.”

En este sentido, Lasky compartió su experiencia como abogada de la joven palestina, Ahed Tamimi: “Yo le llevé a la corte varios ejemplos legales de colonos mayores de edad que habían abofeteado a soldados en Hebrón y otros lugares, y después de que los habían llevado a la policía, les dejaron libres.  No les presentaron cargos, ni los apresaron”.  Y abundó: “Siempre tenemos que buscar las razones de las cosas.  ¿Cuál es la razón de la existencia de una corte militar?  Es infundir una ley que perpetúe la ocupación.  No podemos decir que una corte militar que juzga al ocupado es una corte que quiera impartir justicia.  De acuerdo a la ley, los colonos también pueden ser llevados a la corte militar, porque también es una ley que los rige a ellos, pero se ha escogido siempre llevarlos a la corte dentro de Israel para que no tengan que presentarse ante una ley militar, que es mucho más difícil, más dura, menos considerada con los derechos humanos.  En Israel tenemos una ley para menores de edad que es muy avanzada, toma mucho en cuenta la necesidad del menor y siempre ve cómo podemos hacer que el menor sea protegido. Pero eso no ha pasado a la ley militar y no juzgan así a los niños [palestinos] en los territorios ocupados”.

Cabe recordar que hasta hace unos meses la intensa labor de Gaby Lasky fue discreta y lejos de los reflectores.  Poco había trascendido de su trabajo en los medios internacionales.  Fue tras la detención de la adolescente palestina Ahed Tamimi por parte del ejército israelí y de su presentación ante un juzgado militar que la defensa de los derechos humanos por parte Lasky pasó a ocupar un primer orden mediático.  El de Tamimi es apenas una de las decenas de defensas que ha decidido litigar.

¿Por qué de pronto esa atención mediática?  Por lo menos dos factores, que se correlacionan, la explican:  El primero, claramente obvio, es el propio juicio de Tamimi, una joven activista palestina, menor de edad, que se enfrenta a un aparato de justicia que perpetúa la ocupación de su pueblo.  A pesar de su corta edad, Ahed Tamimi ha mantenido una constante presencia en los medios internacionales y es una de los 300 menores de edad palestinos que se enfrentan a la justicia castrense en condiciones cuestionables, de acuerdo a B’Tselem, una ONG israelí que vela por los derechos humanos en los territorios ocupados.  El caso Tamimi es una situación obvia y circunstancial que Lasky se vio obligada a atender ante la prensa.

Un segundo factor no es tan claro, al menos no para la experiencia judía en México en su relación con el Estado de Israel.  El caso Tamimi se inscribe en el contexto de la ocupación del pueblo palestino que inició tras la guerra de 1967.  Ocupación que se profundiza, minando los fundamentos democráticos del Estado de Israel.  Ocupación que restringe los derechos políticos y ciudadanos del pueblo palestino y que a la vez tiene resonancias en el ejercicio de las libertades en la sociedad israelí.  Ante este panorama, amplios sectores de las comunidades judías fuera de Israel, principalmente en Estados Unidos, pero no únicamente, han comenzado a no reconocerse con estas expresiones que atentan contra las libertades políticas y sociales en el Estado judío.  En este contexto, voces como la de Gaby Lasky ofrecen la oportunidad de recomponer una mirada legítima dentro de la tradición judía y el espíritu sionista, capaz de reconocer los derechos políticos del pueblo palestino.

Otro de los temas que abordó Lasky en la plática con Shabot fue el de los solicitantes de asilo africanos en Israel, un tópico que tiene escasa difusión en la mayoría de los sitios de la Hasbará que dan cuenta del Estado judío y el Medio Oriente.  Gaby Lasky afirmó que los padres o abuelos de los ahí presentes fueron refugiados y que pudieron llegar a México, país que les abrió las puertas a diferencia de otros, como Estados Unidos.  Por esta razón, considera que es una gran responsabilidad aceptar a los 36,000 refugiados sudaneses y eritreos que llegaron a Israel hace algunos años y que pudieran ser empleados en diferentes labores en lugar de contratar mano de obra de otros países.

La creación del centro de detención de Holot en el Neguev, las expresiones de la ministra de Cultura y Deporte quien llamó a los refugiados “un cáncer dentro de la sociedad israelí”, así como los múltiples intentos por parte del gobierno de expulsar o encarcelar a los solicitantes de asilo fueron severamente criticados por Lasky, argumentando que Israel es firmante de la “Convención de Ginebra” que protege a los refugiados de guerra o persecución política, étnica o racial.

La presencia de estos refugiados ha creado una división dentro de la sociedad israelí, normalmente el electorado de Netanyahu está a favor de su expulsión, mientras parte de la sociedad civil junto con ONG´S y grupos en favor de los derechos humanos han sido un contrapeso importante para que la Suprema Corte de Justicia haya echado para atrás iniciativas para expulsar a los refugiados o encarcelarlos de uno a tres años.  Lasky también hizo mención de la iniciativa de enviar a estos solicitantes de asilo a otros países africanos como Uganda y Ruanda y platicó como su compañera en Meretz, Mijal Rozin viajó a estos países y concluyó que esos lugares serian inhóspitos para enviarlos de regreso al continente africano.

Para concluir este tema, Gaby Lasky comentó como recientemente Benjamín Netanyahu alcanzó un acuerdo con la ONU para reubicar a 16,000 solicitantes de asilo en países como Canadá y absorber al resto en Israel.  Sin embargo, unas cuantas horas después decidió retractarse, debido a la presión de sus aliados en la coalición.  Es ahí donde Lasky se cuestiona “¿Quién es el que está causando una mala imagen de Israel en el mundo?  Si Israel quiere ser una luz entre los pueblos tiene la responsabilidad y la obligación de acoger a estas personas y absorberlas como iguales en la sociedad”.

A pesar del entorno adverso que está viviendo la democracia israelí y el proceso de paz con los palestinos, Lasky se autodefinió como optimista: “porque si no, no haría lo que estoy haciendo. Quiero transmitirles algo como lo que dice el libro de Mishlei: El que critica a su hijo es porque el que no lo hace lo odia, y el que lo hace es porque lo ama.  Yo pienso que nuestra labor, como la gente que quiere y ama a su país es darle la manita y decirle qué no está bien.  La crítica a los actos que está haciendo un gobierno no es antisemitismo, no es anti-israelí, no es el self-hating jew.  Al contrario, es amar a tu país.  Si ves que tu hijo está haciendo algo malo, vas y se lo dices por amor, porque lo quieres componer.  Y eso es lo que siento que yo y mi partido en la izquierda en Israel hacemos.”

En este sentido, Lasky lanzó un mensaje puntual a los judíos mexicanos: “Sí se vale criticar.  No es lo mismo un gobierno, que el Estado de Israel.  Todos los que estamos aquí estamos de acuerdo en que necesitamos un país libre y seguro.  Y si decimos que este gobierno es un gobierno pésimo, no quiere decir que no queramos a Israel.  Es igual que en México. Si no les gusta el gobierno, eso no significa que ya no quieran a México.  Y porque vivan en la Diáspora no quiere decir que su responsabilidad sea menor, y que se vean obligados a apoyar actos con los que no están de acuerdo en su vida cotidiana.  Creo que todos tenemos que respaldar siempre a una política, no importa de qué gobierno, pero una que sea humanista, de derechos humanos, que defienda la posición que se ha establecido en el Acta de Independencia de Israel, que habla de igualdad, de paz, de derechos humanos.  Esa es nuestra independencia”.

Entre otra variedad de temas, a pregunta expresa, Lasky finalmente se manifestó en contra del movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones).

En conclusión, la conferencia de Gaby Lasky en México fue un hito para la Comunidad Judía de México.  Sin duda hay un creciente número de miembros de la comunidad que se interesan por escuchar las versiones no-oficiales (sionistas, judías e israelíes como la de Lasky) de lo que sucede en Israel.  Una vez más se demostró que no existen tabús para el ejercicio de la libre expresión.  Un creciente sector del público judeomexicano está necesitado de información y abordajes críticos de la realidad israelí.  Un sector que no se conforma con las imposiciones monolíticas que atentan contra la esencia plural del judaísmo y el sionismo y que está dispuesto al diálogo respetuoso y al intercambio de ideas.

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