Sexólogo, educador y activista social, Luis Perelman ha participado en la formulación de políticas públicas en beneficio de los derechos reproductivos y sexuales, la educación sexual integral, la aprobación de cambios legales en actas de nacimiento para reconocer a personas transgénero y transexuales, y ha luchado también por la legalidad del matrimonio y la posibilidad de adopción para todos. En 1998 fundó junto con Rinna Riesenfeld “El armario abierto”, primera librería especializada en educación sexual, de la que dice: “Es mi venganza de tantos años de ignorancia, sufrimiento y soledad”.
Eres güero de ojos claros, pecoso, judío, con apellidos complicados de escribir, ¿cómo viviste tu infancia?
Hubo protección y cariño familiar, soy el hijo sándwich entre dos hermanos. Mi escuela no era judía, ahí yo era diferente. Mi familia no es religiosa, pero es parte de la comunidad judía, íbamos al Deportivo Israelita, ahí también era diferente porque no iba a la escuela judía ni a la sinagoga. Siempre viví siendo diferente. Pensaba que los adultos tienen todas las respuestas y que los niños son traviesos, tremendos, groseros, se meten en problemas. Yo me decía “no voy a meterme en problemas”. Aprendí a ser el niño más lindo, más tranquilo, consentido de los maestros, y quedaba mal con los otros niños, me odiaban. Con frecuencia sufrí bullying, era ultranerd, platicaba con las niñas, era intelectualoide.
¿En tu casa se hablaba de sexualidad?
Es la típica historia, esos son los temas por los que te metes en problemas. Me decían: espérate para cuando crezcas, son temas morbosos, sucios, vergonzosos, escabrosos. Aprendí a no preguntar para no complicarme la vida, lo viví en soledad. Yo creía en todo lo que decía el Canal de las Estrellas, las películas de los domingos, las caricaturas de Disney, que en ese entonces no hablaban de sexualidad: hay que portarse bien, respetar a todo mundo y cuando te cases, la sexualidad será necesaria para tener hijos. Y claro, a los 12 años era un volcán en explosión, aparecen los sueños nocturnos y el terror porque no se qué es lo que sale de mi cuerpo, se siente rico pero nadie me había dicho nada de cómo llegaba el famoso esperma, la erección, era un vacío total de información. Sufría, pensaba que era el único en el mundo. Me forraba de papel de baño para que no quedaran manchas en las sábanas. Nadie hablaba de esto en la radio, en la tele. Me fue muy mal en la escuela, por la hormona, no me podía concentrar, salí de la preparatoria de panzazo. Vivía con el terror de no meterme en problemas.
¿Hasta cuándo empezaste a preguntar?
Mi papá falleció en 79, vivió y peleó en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, él decía que la sexualidad se aprendía en la calle, ese era el mensaje. Yo me decía, cómo voy a aventarme así a lo loco. Entré y terminé la universidad y de plano fui a terapia, con un recomendado en la Lomas, freudiano. En la primera cita le digo que quien me mueve no son las chicas y luego lloré cinco horas y así estuve llorando años enteros. El terapista me decía, “lo ideal es que te cases, tengas hijos, ese es el camino. No eres amanerado, quizás no eres gay”, además era el tiempo del sida, yo no iba a aventarme a probar. Tenía ganas pero traía el freno mas puesto. El terapeuta me dijo que hiciera el esfuerzo y probara con las chavas. Probé, tuve varias novias de manita sudada. Me agoté y dije está claro. No me voy a engañar, tampoco a mi familia. A los 27 años abrí el tema. Los chavos empiezan su vida a los 16 años. Yo aguante un buen, me salve gracias a “Manuela”.
¿Te acercaste a hablar con los rabinos?
Los ortodoxos decían: cásate y ten hijos, pero nunca se llegaba a hablar del tema de la diversidad. El judaísmo reformista y más recientemente el conservador, oficialmente reconocen la diversidad sexual, hay rabinos y rabinas abiertamente gays y lesbianas. La presidenta de los rabinos y rabinas reformistas es abiertamente lesbiana. Ya tienen ceremonias y bodas según la decisión de la gente. Israel reconoce los matrimonios gays de otros países.
¿Cuándo y por qué fundas “El armario abierto” y comienzas tu activismo en temas de diversidad?
En los ochentas vi en la tele de Estados Unidos un talk show con la doctora Ruth Westheimer, una sexóloga y abuelita judía que hablaba tranquila y seriamente de orgasmos y eyaculación. Ponía en vergüenza a los conductores como Johnny Carson. Ahí decidí: quiero ser como esa señora, quiero ser sexólogo. Entonces encontré el Instituto Mexicano de Sexología. Los talleres vivenciales fueron maravillosos, nada de sexo como ustedes creen, trabajan sentimientos, actitudes. Estudié la maestría en Desarrollo Humano en la Universidad Iberoamericana, con enfoque en sexualidad humana. En los noventas conocí a la sexóloga Rinna Riesenfeld. Tuvimos la idea de realizar juntos actividades sobre el tema de sexualidad. Había pensado en un espacio donde se pudiera conseguir cualquier tema de sexualidad, especialmente de diversidad sexual, porque las librerías tenían pero poquito o de ladito. Esa fue la idea de El armario abierto. Editamos y buscamos todo lo que ayude a una sexualidad saludable, humanista basada en derechos, placentera, informada, responsable. Damos talleres, terapias, cursos… nos pueden consultar en www.elarmarioabierto.com.
Eres cofundador de la Asociación Internacional de Familias por la diversidad.
Rinna Riesenfeld escribió el libro Papá, mamá, soy gay, y yo le ayudé a conseguir materiales y contactos en Estados Unidos. Me da coraje porque la gente dice que la familia es el enemigo, es la que mal educa, la religión nunca va a entender. Crucé cables y dije hay que involucrar a la familia, tiene que poder entender, apoyar, no lastimar a sus hijos. En la Asociación juntamos a familias que sufrían, aprendieron a apoyar entre ellas a sus hijos. Convoqué al Primer Encuentro Internacional. Creció, ahora es la Asociación Internacional de Familias por la Diversidad Sexual, que suma 25 países de habla hispana y portuguesa. En este tema de niños trans, hoy, gracias a los la aceptación amorosa de los padres, ya hay niños en México que han cambiado su acta de nacimiento.
Como presidente de la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología, coordinador de tres congresos nacionales de la misma federación, y actual Secretario Regional de la Asociación Mundial para la salud sexual, ¿cuáles han sido tus aportaciones?
No soy académico, ni investigador, tampoco gran comunicador en temas de sexualidad, pienso que aporto más en los aspectos organizativos, políticos, para que las cosas sucedan. Mi película favorita es Babe, el puerquito valiente, (aunque no sea kosher), pero es un puerquito que se atreve a hablar con las ovejas y con los perros pastores y logra que se entiendan y hagan cosas juntos. Creo en conciliar. Soy voluntario en la comunidad judía para problemas de antisemitismo en las relaciones con el resto de la sociedad mexicana, ellos me propusieron como candidato al Consejo Nacional de Prevención de la Discriminación, Conapred. Les dije: “Acepto, hablaré de temas de judaísmo pero también de salud, educación sexual y diversidad sexual”. Es lo que estoy haciendo. Llevo cinco años en este maravilloso espacio de la Asamblea Consultiva, desde donde vamos logrando una cultura de la no discriminación. Desde chicos aprendemos a odiar, a deshumanizar, a tenerle miedo al color de la piel, a la situación socioeconómica, religión, preferencia sexual. Desde el 2000-2001 se han ido sanando muchos temas en la lucha contra la discriminación a partir de bases legales. Conapred y Copred, en el DF, y las comisiones nacionales de Derechos Humanos, son las que tienen una mejor visión.
¿Respeto, tolerancia?
Respeto no es suficiente. Yo diría unidad en la diferencia, reconocer las diferencias, celebrarlas, entendernos, empatía. El 90 por ciento de lo que somos como seres humanos lo tenemos en común, solo el 10 por ciento de lo que somos es diferente. Entonces ¿por qué el odio? Para respetarnos, prevenir comportamientos de odio, necesitamos hablar de sexualidad y de diversidad con niños y niñas, con los padres, hablar con claridad y dar información, estoy seguro que una parte de la violencia por discriminación se erradicaría. Y tengo buenas noticias, acabo de regresar de Singapur del Congreso Mundial de Salud Sexual, México será sede en 2019. Vamos avanzando.
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