Por primera vez en mucho tiempo, en esta ocasión voy a escribir acerca de mis sentimientos. Y esto es por la impresión que me llevé al acudir al Centro Deportivo Israelita y ver que muchas personas, desinteresadamente, prestan su ayuda humanitaria al donar viveres, colaboran para hacer despensas y cargan cajas para que éstas lleguen a las zonas devastadas por los recientes temporales que azotaron territorio mexicano.
Desgraciadamente siguen los temporales en México. Muchas de las zonas afectadas no han logrado restablecerse por completo y las tragedias continúan. Han brotado epidemias de cólera y hay gente que sigue falleciendo.
A pesar de ésto, los mexicanos saben unirse ante la tragedia. Se solidarizan, se hermanan. Pero lo que más me sorprendió, es la ayuda que siguen brindando nuestros niños y jóvenes judeomexicanos. Ya sea que asistan al deportivo por alguna clase que tengan que tomar, vengan de alguna organización o incluso, lleguen especialmente al lugar a brindar su ayuda, deciden realizar esta ardua tarea con mucho amor y dedicación. Yo misma he escuchado cómo niños pequeños le piden a sus padres el querer participar en este fabuloso proyecto.
De todo corazón quiero felicitar a estos jóvenes, niños y a sus padres. Pero muy en especial quiero brindar toda mi admiración a Cadena, quienes gracias a ellos esta labor humanitaria es posible que se lleve a cabo.
Definitivamente podemos estar orgullosos de nuestra comunidad.
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