“Sabed, que acordamos el Jasid Rabí Yosef Karo y yo vuestro siervo, de aguantar la noche de Shavuot y no dar sueño a nuestros ojos. Y gracias a Dios que lo decidimos, porque no paramos el estudio ni un momento. Y este es el “seder” que ordenamos en esa noche”. (El cuento original especifica cada parte que estudiaron, nosotros lo escribiremos de forma ge-neral). “Primero estudiamos la perasha de Bereshit, y las perashot mas significativas del Jumash. También estudia-mos diferentes Haftarot de los profetas. Dijimos Tehilim y ciertas partes de los Ketubim. Todo esto con temor y tem-blor y con canto y alegría. Y cuando empezamos a estudiar Mishnaiot, después de dos masejtot, nos amerito nues-tro Creador, de escuchar la voz que hablaba por la boca de el Jasid (Rabí Yosef Karo). Y todos los vecinos escucha-ban pero no entendían. La voz era fuerte y dulce y caímos postrados y no teníamos valor de levantar nuestros ros-tros para mirar, por causa del temor. Y la voz hablaba con nosotros y dijo:
“Escuchad amados, Shalom, benditos sois y bendita la que os dio a luz, benditos en este mundo y en el mundo veni-dero, por cuanto decidisteis coronarme en esta noche. Pues ya hace muchos años que cayó mi corona y no hay quien me consuele, y estoy tirada en el polvo de la tierra abrazando la suciedad y ahora devolvéis la corona a su lugar. ¡Fortaleceros amados y queridos, alegraros! Sois amados el cielo, y toda vuestra Tora ha subido ante HaKadosh Baruj Hu, y traspaso los cielos hasta llegar, y los ángeles callaron, se turbaron los Serafines, se pararon las Jayot y todos los ejércitos que sirven a HaKadosh Baruj Hu escuchan vuestra voz. Y vine a hablar con ustedes y si fuerais diez aun me hubierais elevado mas y mas. De todos modos me elevasteis, y no sois como los que duer-men y prueban un sesentavo de la muerte sino que os apegáis a HaShem y el se alegra en ustedes.
Y si pudieran medir una milésima parte del dolor en el que estoy, no os alegraríais en vuestros corazones y no reiríais en vuestro de recuerdo de que por causa de vosotros yo estoy tirada en el polvo. Por eso fortalézcanse y esfuércense, no paren su estudio de Tora porque un hilo de misericordia se extiende sobre vosotros. Por lo tanto levántense amados y digan como en Yom Kipur en voz alta: “Baruj Shem Kebod Maljutó Leolam Vaed”.”Y así lo hici-mos como nos lo ordenó y continuó hablando y dijo: “Benditos sean mis hijos y vuelvan a su estudio y no paren ni un segundo y subid a la Tierra de Israel, porque no todos los momentos son iguales, y ahora es momento oportuno pa-ra la salvación. No os preocupéis por vuestras posesiones, porque lo bueno de la Tierra santa comeréis. Por lo tanto apresúrense y suban a la Tierra de Israel, porque yo soy quien les sustenta, y les sustentare también allí. Tendréis Shalom, y en vuestras casas habrá Shalom y en todo lo vuestro Shalom.” Todas estas cochas nos hablo y escucha-ron nuestros oídos muchas cosas como estas y secretos de la Tora, y grandes promesas, por lo que todos empeza-mos a llorar por causa de la gran alegría. También porque escuchamos del sufrimiento de la Shejina por causa de nuestros pecados y su voz era como la de una enferma que nos suplicaba. Por eso nos fortalecimos hasta la maña-na en el estudio de la Tora, con temor y alegría. Cuando fue la mañana fuimos a la mikve como hicimos los dos días anteriores. Y encontramos allí a tres amigos y les contamos lo ocurrido, y se entristecieron mucho por no haber podi-do estar con nosotros. Y nos propusimos ser diez en la segunda noche de Shavuot y estudiar de la misma forma. A pesar de que no dormimos toda la noche, tampoco en el dia nos fuimos a dormir porque el Jasid enseño después de la Tefila (Minja) y nos sentamos a escucharle. Y al llegar la noche nos fortalecimos e hicimos como la primera no-che, y con gran alegría estudiamos y esta vez no espero a que llegáramos hasta el estudio de Mishna, sino que mientras estudiábamos el libro de Debarim y llegamos a la perasha del Shemá, se presento de nuevo la voz y empe-zó de nuevo y nos hablo cosas parecidas a las del primer día, y añadió muchas palabras de sabiduría y secretos y nos volvió a insistir que subiéramos a la Tierra de Israel porque era el momento oportuno. Y están como testigos los cielos y la tierra de las cosas que escribí aquí. Mis hermanos y mi pueblo, alégrense y viva vuestra alma.”
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