En los últimos seis meses Irán está realizando una ofensiva en todos los frentes -comercial, militar, diplomático e informativo- con Latinoamérica como escenario y sin reparar en gastos. Teherán considera a la región como uno de los puntos de apoyo principales para superar el creciente aislamiento internacional que está experimentando a raíz de su programa nuclear y ha decidido actuar a todos los niveles, multiplicando su presencia en una zona del mundo que hasta hace muy poco quedaba fuera de su radio de acción.
La estrategia iraní es amplia y da tanta importancia a los despachos como a las calles. Por ejemplo, hace unas semanas, los quiteños se vieron sorprendidos por la aparición de carteles convocando a un acto de nula tradición en su país. Se trata de la conmemoración del aniversario de la muerte del ayatolá Jomeini. “Toda una vida dedicada al pueblo y la revolución”, rezaban los anuncios. En el acto, celebrado el 31 de mayo en el Auditorio del Consejo Nacional de Pichincha con la presencia de diplomáticos iraníes, el líder iraní fue equiparado a Bolívar. El acto fue recogido por Hispan TV, el canal de televisión vía satélite que el régimen iraní inauguró en diciembre, que emite 24 horas al día noticias en español y cuyo principal destinatario es el público latinoamericano.
En un escalón intermedio actúan los diplomáticos iraníes que han multiplicado su actividad y presencia. Destaca especialmente el caso de Bolivia donde Irán tiene 145 diplomáticos acreditados, más que el resto del cuerpo diplomático acreditado ante La Paz. España, con toda su relación histórica y sus intereses comerciales tiene una representación que oscila entre los 8 y 10 diplomáticos. Fuentes diplomáticas occidentales estiman que el número de diplomáticos iraníes acreditados en Venezuela es todavía mayor.
A un nivel más importante, las visitas de altos cargos iraníes al subcontinente son constantes y a menudo vienen acompañadas de ventajas económicas para los países visitados. El presidente iraní Mahmud Ahmadineyad asistió el pasado miércoles a la cumbre sobre Desarrollo Sostenible en Río de Janeiro para a continuación iniciar una minigira, anunciada con pocos días de antelación por América del Sur. Es la segunda en seis meses y la cuarta en el mismo período de un alto representante iraní. En enero el mandatario iraní ya visitó Venezuela, Ecuador, Cuba y Nicaragua. En mayo fue el turno del vicepresidente Alí Saeidlo quien realizó la misma gira incluyendo además Bolivia. En su escala nicaragüense, los funcionarios iraníes anunciaron la condonación de la deuda de Managua con Teherán.
Días antes había visitado Bolivia el ministro de Defensa iraní, Ahmad Vahidi, quien inauguró la Escuela de Defensa de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), el organismo de integración regional surgida por iniciativa personal de Hugo Chávez. Sobre Vahidi pesa una orden de captura internacional por su implicación en los atentados de 1992 y 1994 en Buenos Aires contra la Embajada de Israel y la Mutua Judía Argentina que se saldaron con un total de 115 muertos. En sus viajes, los representantes iraníes son acompañados de Kanbiz Jalali, diplomático con amplia experiencia en Latinoamérica y responsable de la Dirección General para Latinoamérica creada por el ministerio de Exteriores iraní.
Teherán está haciendo especial hincapié en los temas de Defensa. En menos de 24 horas ha firmado con un pacto de ayuda militar con Bolivia y admitido el anuncio de Chávez en el sentido de que Venezuela está construyendo aviones no tripulados bajo la supervisión de ingenieros iraníes. Ramin Keshavarz, destacado miembro de la Guardia Revolucionaria iraní es el encargado de supervisar el proyecto.
Sin embargo Teherán no está encontrando facilidades en todos los países para su ofensiva diplomática. La visita de Ahmadineyad a Brasil ha causado polémica en el país sudamericano donde algunos diputados exigieron que se impidiera la entrada del mandatario persa. “Eso no es posible. No es una cuestión del Gobierno brasileño, sino de un acto de Naciones Unidas. Es exactamente igual que cuando Ahmadineyad viaja a Nueva York a la Asamblea General de la ONU”, explicó una fuente diplomática brasileña quien subrayó que “la política de la presidenta Dilma Rousseff respecto a Irán no ha variado”. Uno de los primeros actos de Rousseff como presidenta -en el cargo desde enero de 2011- fue distanciarse drásticamente del régimen iraní rompiendo con la política de acercamiento iniciada por su antecesor Luis Inázio Lula Da Silva. De hecho, la presidenta brasileña se negó a recibir en privado a Ahmadineyad pese a la insistencia iraní.
Brasil no es el único obstáculo. El embajador que ha propuesto para Colombia no ha logrado el plácet de Bogotá, mientras que en Argentina la representación oficial iraní apenas se ciñe a dos diplomáticos sin rango de embajador debido principalmente a la orden de captura que la justicia argentina tiene emitida contra altos responsables iraníes, entre ellos el citado Vahidi y el expresidente Alí Rafsanjani. No obstante, esta frialdad diplomática no ha impedido que el intercambio comercial haya pasado de cero a 400 millones de dólares en apenas cuatro años o que Irán desde 2010 sea el segundo comprador mundial de soja argentina.
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