La Comunidad Musulmana en la Argentina

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Un poco de historia reciente
Durante la ex presidencia del Dr. Menem, más allá de algunos cuestionamientos para la cesión del predio palermitano donde hoy se levanta el Centro Cultural Islámico, se aprobó por mayoría en ambas Cámaras del Congreso la donación del terreno a través de una ley nacional, en 1995. La piedra fundamental fue colocada el 7 de diciembre de 1998, con la asistencia del entonces Presidente Menem, ministros del Poder Ejecutivo, y gran cantidad de público, invitados especiales y el Secretario de Estado de Culto, Dr. Angel Miguel Centeno.

Característica edilícia del complejo cultural
La monumental construcción de puro estílo árabe está situada con frente a la Avda. Bullrich, entre Salguero y Avda. del Libertador, mientras que la parte posterior da a las vías del ferrocarril Mitre. Fue proyectada por el Estudio de un afamado arquitecto saudita que tiene en su haber la dirección de más de 200 mezquitas en los 5 continentes. El mismo estuvo presente en el acto de inauguración, oportunidad en la que habló para referirse a la obra terminada y puso de relieve que la piedra fundamental fue colocada el 7 de diciembre de 1998.
Superficie: El predio de 33.000 m2, tiene 17.000m2 cubiertos, parquizados y playa de estacionamiento subterránea.

La Comunidad Musulmana en la Argentina
En los comienzos del siglo pasado nuestro país tenía apenas un millón y medio de habitantes. La inmigración árabe se registra a partir del año 1875 y continua fluídamente hasta 1914, es decir hasta la declaración de la Primera Guerra Mundial. Finalizada ésta continuó el flujo inmigratorio, aunque ahora con menos intensidad.


Mayoritariamente procedían de Siria, Líbano, Palestina e Irak, a la sazón bajo el yugo otomano y luego franco-británico, colonialismo que duró hasta los años 1950 y 1955, en algunos casos.

Llegaban en busca de mejores oportunidades, muchos de ellos indocumentados y solteros. Muy rápidamente se adaptaron a pesar de las dificultades que representa el desconocimiento del idioma español. Los usos y costumbres criollas fueron asimiladas sin esfuerzo y comenzaron, a la par de ejercer oficios menores, a desarrollar pequeños comercios. Un gran porcentaje se instaló en la Capital Federal y sus alrededores, mientras que otros prefirieron poblar el interior, ambiente que mejor se adecuaba a sus costumbes ancestrales.

Aquí, en nuestra Argentina, jamás se sintieron extranjeros y muy pronto adquirían características de elementos muy acriollados. Amaban a esta tierra, que todo les dio sin pedirles nada a cambio, como si fuera la propia, y se convirtieron en hombres de negocios, ganaderos, chacareros y hasta pequeños industriales. El fenómeno curioso es que se sentían fundamentalmente ligados a esta tierra, es decir que no formaban parte de intereses internacionales. Poseían las virtudes y los defectos del nativo y nada ni nadie podía creer que un inmigrante árabe tenga un adarme de sentimientalismo extranjero. Más aún, hablaron el kechua y el guaraní a la par de un español dificultoso, a fuerza de comenzar a olvidar su lengua original. Eran argentinos por adopción, con las mismas ansiedades, ambiciones y alegrías de los nativos.

Formaron familias desposando, en su mayor parte, a mujeres argentinas y con una preocupación mayor: enviar a sus hijos a las universidades para su formación. Muy pronto esos hijos egresaban de las facultades constituyéndose en el orgullo de sus padres. Llegaron a los estrados de la justicia, al parlamento, a las fuerzas armadas, a la banca política, al magisterio y otras tantas disciplinas y funciones del quehacer nacional. En la actualidad ya son tercera y hasta cuarta generación de descendientes árabes, los que con orgullo argentino constituyen a la prosperidad identificados como parte integrante de este suelo noble que acogió a sus ancestros hace ya más de un siglo y cuarto.

¿Pero cuánto se sabe del Islam en occidente?
Nuestra percepción de las culturas ajenas muchas veces no suele fundarse en una realidad objetiva, sino en la imagen mental que tenemos de ella.
Los musulmanes creen en las Sagradas Escrituras: el Nuevo y el Antiguo Testamento, en la Torá y los Santos Evangelios, y no hacen distinciones entre los profetas y mensajeos. Así lo sentencia el Corán, la palabra divina que rige la vida y los actos del musulmán en este peregrino transitar.
Evidentemente que, a la par de analogías, existen también marcadas diferencias entre el Cristianismo y el Islam; diferencias que es prudente sintetizarlas en términos estructurales.
Lo primero en señalar es que los musulmanes consideran a Nuestro Señor Jesucristo como a uno de los Profetas de Dios, hijo de María Reina Inmaculada, de parición sobrenatural, y no al hijo de Dios (Ver Capítulo XIX del Corán). En el Islam no existe iglesia, clerecía o monacato que responda a una piramidal jerárquica centralizada. Tampoco posee el Islam un magisterio dogmático pontifical o Concilio para definir dogmas. Es casi una verdad de a puños que no son pocos los occidentales con prejuicios, y hasta con intolerancia cuando del Islam se habla.

¿Qué es el Islam?

Filosóficamente, el Islam podría definirse- a la vez- como una actitud mental y como una Institución. La Actitud mental consiste en subordinar la voluntad individual ante la voluntad divina. La Institución consiste en establecer -por encima de pueblos, condición social y razas- la “Umma”, o sea la Comunidad de fieles (el pueblos de Dios) fuertemente solidaria que tiende a unificarlos.

¿Qué busca el Islam?

La doctrina islámica busca en la Ley religiosa una supresión de lo individual, tan grande como en otras partes puede exigir el culto de la razón. El eje de la Fe está basado en la absoluta Unicidad de Dios, concepto que excluye “Su asociación” con otros seres o personas de la divinidad. Tampoco admite la más mínima relación directa, parentesco o semejanza entre El y los seres creados por El. El capítulo 112 del Generoso Corán sentencia taxativamente: “Di, Dios es único. Dios es eterno, jamás engendró ni fue engendrado, y es incomparable”. Por tanto, puede decirse con acierto que el Islam es monoteísta a rajatabla.

La universidad del islamismo

Pero la universalidad del Islam no puede explicarse exclusivamente por las razones apuntadas porque, además de ser la recapitulación final de todos los mensajes monoteístas del pasado, es una síntesis que retoma- completando, rectificando, explicando y enriqueciendo- lo que ya había sido revelado a Abraham (el abuelo común), Moisés, Cristo y otros profetas, sin establecer diferencias entre ellos.

Muhammeh (trasliterado Mahoma) fue el último de los profetas y mensajeros (570-632) elegido para difundir la doctrina del Dios Uno y único. Hombre como nosotros, venerado pero no adorado, ha delineado el sendero recto por el cual deben transitar los hombres, fraternizando y respetando los iguales derechos y las iguales oportunidades que Dios ha ordenado a sus creaturas.

La irrupción de Dios en la historia es salvífica y toda la historia humana es una historia general de la salvación. El misterio de la Fe es esencial y su acción infunde potencialidades en la búsqueda que da sentido a la vida, como la ilusión y la esperanza.

No hay pueblo elegido sino en beneficio de la humanidad entera. No hay que arriesgar la transformación de la di ferencia en indiferencia, porque el fanatismo es más peligroso aún que la ignorancia.

Lic. Abdala Desuque*
*Presidente del Círculo Argentino de Estudios Islámicos.
Miembro del Consejo Asesor para los Países del Mundo Arabe del Instituto de Política Exterior de la Fundación Novum Millenium

Fuente: http://www.palermonline.com.ar/noticias/nota109_mezquita.htm

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