Temor y desconfianza por compra de armamento en Latinoamérica

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El presidente Hugo Chávez con un AK-103 de fabricación rusa a mediados de junio del 2006.

Getty Images

Se le llame “carrera armamentista” o “modernización” del parque existente, una ola de compras de armas por parte de los países de América Latina está haciendo que los vecinos de la región se miren unos a otros con creciente temor y desconfianza.

Brasil afirma que tiene que proteger sus recién descubiertas riquezas de petróleo y gas; Venezuela asegura que Estados Unidos pudiera atacarla; Colombia está preocupada por Venezuela; Ecuador mira a Colombia, y Paraguay pone sus ojos sobre Bolivia.


Es indiscutible que la ventas de armas han aumentado vertiginosamente en la zona. Casi se han duplicado en sólo cinco años, de $24,000 millones en el 2003 a $47,000 millones el año pasado, según un reporte del analista colombiano Javier Loaiza. Otros ponen el total del 2008 en $60,000 millones.

Funcionarios del gobierno de EEUU están monitoreando los acuerdos con cierta preocupación pero evitan el término “carrera armamentista”. Uno prefirió llamarla “una ‘modernización coincidente’ de parques” para reflejar la ausencia, hasta el momento, de compras generalizadas como respuesta a compras de otros.

“Están haciendo grandes compras pero la información muestra que todavía no estamos en una carrera armamentista”, comentó un alto funcionario del gobierno de Barack Obama que monitorea América Latina. Sólo cuatro países representan 80 por ciento de todas las adquisiciones de armas: Brasil, Venezuela, Chile y Colombia. Pero 80-85 por ciento de los gastos militares de la región se invierten en salarios y pensiones, no en armas, añadió el funcionario, que prefirió el anonimato para poder hablar abiertamente sobre el tema.

Michael Shifter, vicepresidente del Diálogo Interamericano, un centro de análisis radicado en Washington, estuvo de acuerdo en que todavía no hay una carrera armamentista pero señaló que había motivos de preocupación, como los choques entre el conservador presidente de Colombia Alvaro Uribe y sus vecinos izquierdistas, Hugo Chávez, en Venezuela y Rafael Correa, en Ecuador.

El año pasado, tropas colombianas atacaron un campamento guerrillero en la parte ecuatoriana de la frontera y dieron muerte a un importante líder guerrillero, lo que hizo que los gobiernos de Correa y Chávez congelaran sus relaciones con Bogotá. Chávez inclusive mandó tanques a su frontera con Colombia.

“Hay una gran tensión política y desconfianza entre los gobiernos de la región”, declaró Shifter. “También hay disponibilidad de recursos [dinero para las compras] y una carencia de mecanismos regionales para rastrear las compras y promover la transparencia”.

El súbito surgimiento de acuerdos para la compra de armas también pudiera ser un demorado resultado del final de muchos gobiernos militares de la región en los años 80″, declaró Adam Isacson, director del programa de seguridad latinoamericano del Center for International Policy en Washington.

“Los presupuestos de defensa han estado muy bajos, y los precios de las materias primas subieron enormemente, así que todo el mundo empezó a comprar como loco”, dijo Isacson, refiriéndose a los precios de productos como el petróleo venezolano, la soya brasileña y el cobre chileno.

Brasil encabeza la fiebre de compras –con $27,000 millones pagados o contratados en el 2008, según el informe Loaiza– mientras busca proteger vastos nuevos depósitos de petróleo y gas natural hallados frente a sus costas, así como aumentar su control sobre la vasta Amazonia.

“Todo el mundo sabe que Brasil es una nación pacífica pero tenemos que poder sacar los dientes si alguien quiere meterse con nosotros”, indicó el presidente Luiz Inácio Lula da Silva en septiembre. Los “dientes” incluyen 36 cazas, cinco submarinos, 250 tanques y unos 50 helicópteros.

En Venezuela, “hay una genuina preocupación de que son vulnerables a un ataque de EEUU, así que quieren protegerse”, añadió Shifter, especialmente después de que Colombia aceptara acoger siete instalaciones militares norteamericanas. “Y es una forma de proyectar el poder venezolano en la región y molestar a EEUU, que es lo que más le interesa a Chávez”.

Se ha informado que Venezuela está negociando con Rusia misiles tierra-aire S-300 de largo alcance, y casi 100 tanques T-72. Chávez también compró aviones Sukhoi y misiles SAM-24, cohetes antiaéreos que pueden dispararse desde el hombro, lo que provocó particular alarma porque pudieran caer en manos de guerrilleros o terroristas.

Chile está comprando cazas y submarinos, Perú está adquiriendo cuatro fragatas y Ecuador está comprando aviones de combate, fragatas, helicópteros y aeronaves no tripuladas de vigilancia, según reportes de prensa.

Argentina, Uruguay y Paraguay están entre las naciones que menos han comprado armas. Pero pocos días después de que Bolivia anunciara en septiembre que estaba adquiriendo seis cazas chinos, los congresistas de Paraguay demandaron que su gobierno reconsiderara sus modestos planes de compras de parque bélico.

América Latina sólo ha sufrido media docena de guerras entre estados desde los años 40, en su mayoría conflictos breves. Nadie piensa que alguna de las aproximadamente 10 disputas fronterizas en el continente puedan degenerar en un conflicto en un futuro cercano.

Sin embargo, varios presidentes latinoamericanos y otros funcionarios insisten en que una verdadera carrera armamentista está afectando la región y devorando recursos que deberían emplearse en desarrollar la infraestructura, estimular el crecimiento de la economía o luchar contra la pobreza.

“La carrera armamentista está aquí. Es una realidad”, afirmó el presidente Tabaré Vázquez, de Uruguay, durante una visita a Washington en septiembre.

Recientemente, el presidente peruano Alan García exhortó a las Naciones Unidas y a la Organización de Estados Americanos (OEA) a que ayudaran a detener “los excesivos gastos militares”. El embajador de Paraguay ante la OEA, Hugo Saguier, le pidió formalmente a la organización el 15 de octubre discutir el tema.

El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, dijo “haber tomado nota” de la solicitud y “prometió estudiar la posibilidad de presentar el tema” ante el Consejo Permanente del grupo hemisférico.

En privado, sin embargo, diplomáticos latinoamericanos reconocen que la OEA puede hacer muy poco para controlar las compras de armamento.

“Podemos discutir el tema y algunos dirán que existe una carrera armamentista y otros dirán que no”, comentó un diplomático que pidió no ser identificado y poder abundar en el tema.. ‘‘Quizás inclusive podamos llegar a un acuerdo sobre una declaración afirmando nuestro rechazo a la carrera armamentista. Pero, más allá de eso, no podemos hacer nada”.

Fuente:El Nuevo Herald

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