En Israel, en medio de una sociedad marcada por el recuerdo y la reinvención, ha surgido un movimiento que no mira únicamente hacia el pasado, sino que se atreve a construir el futuro desde los escombros de la diáspora. Se trata de una corriente que convoca a la cuarta generación —los bisnietos de quienes emigraron, de quienes sobrevivieron, de quienes perdieron sus comunidades— a encabezar un esfuerzo consciente por reconstruir lo que el exilio, la asimilación y el olvido dejaron atrás.
Somos la primera generación que no carga con el silencio, nuestros abuelos callaron. Nuestros padres se adaptaron. Nosotros empezamos a indagar, pero es ahora, como cuarta generación, que tenemos las herramientas para hacer algo con las respuestas”.
El grupo es parte de una red emergente que combina investigación histórica, memoria oral, arte comunitario y una revalorización de las tradiciones locales. Algunos estudian antiguos registros rabínicos; otros entrevistan a ancianos; otros más organizan talleres de cocina tradicional o reconstruyen sinagogas abandonadas en fotografías y maquetas.
No se trata solamente de una nostalgia romántica. Es una afirmación de identidad. Un acto de resistencia. Un puente entre lo que fue y lo que puede volver a ser.
“Estamos reconstruyendo Macondo”, dice en tono medio en broma, medio en serio, David Benatar, descendiente de judíos del norte de Marruecos. “Un Macondo judío, donde cada historia familiar vale como una Torah chiquita”.
La idea de que la cuarta generación tenga una misión particular no es nueva. En la Torá, Dios promete a Abraham que en la cuarta generación sus descendientes regresarán a su tierra. Ese eco bíblico resuena en estos jóvenes que sienten que, más allá de la geografía, el regreso también puede ser espiritual, cultural, comunitario.
Hoy en día, el fenómeno no se limita a Israel. Jóvenes descendientes de comunidades de Europa Occidental, Rusia, Lituania, Polonia, o Alemania, están conectándose entre sí en redes transnacionales.
En México, por ejemplo, se han iniciado proyectos que rescatan la historia de las kehilot del norte del país. En Argentina, se graban podcasts en ladino. En Francia, se reconstruyen genealogías hasta encontrar el shtetl perdido.
La diferencia es que ahora, por primera vez, no se trata de llorar lo que se perdió, sino de vivir con lo que se puede recuperar.
“La memoria sin acción se convierte en museo pero si la convertimos en actos, en comida, en canto, en enseñanzas, entonces sí, nuestros bisabuelos podrán descansar”.
100 Años de Historia y Tradición
La Comunidad Judía de Monterrey invita cordialmente a conmemorar un siglo de presencia, legado y unión.
Un encuentro para honrar el camino recorrido y reflexionar sobre el futuro.
Comparte con nosotros tus recuerdos, fotos, anécdotas y todo lo que tengas para seguir construyendo nuestra memoria.
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Felicidades a la linda comunidad de Monterrey , tengo recuerdos gratos de mis amigos de Monterrey . Sr jacobo karakowski familia kleiman , familia Kirsch y otros más , si aún viven mis contemporáneos de estas familia los saludo cariñosamente desde cd de mexico y si ya no están con nosotros un abrazo muy amistoso a sus descendientes