Todo listo para Pesaj, la fiesta de la libertad

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Las tiendas y restaurantes israelíes se vacían de productos con levadura en vísperas de Pésaj, la fiesta judía que conmemora el éxodo del pueblo judío de Egipto escapando de la esclavitud y cuyo símbolo de libertad es el pan ázimo (“matzá”), aquel que no tuvieron tiempo de llevar en su huida por el desierto.

“Pésaj transmite los valores humanos de la libertad, conmemora el fin de la esclavitud y resalta la idea de romper con las cadenas que impone la opresión”, explicó el rabino Daniel Whiteman.

El significado de la palabra hebrea Pésaj, “pasar por encima”, hace referencia a la última plaga que la tradición dice que dios lanzó contra los egipcios para salvar a su pueblo, la muerte de los hijos primogénitos; se comandó a los judíos señalar sus puertas con sangre de carnero para que el ángel de la muerte las pasara por alto.


La fiesta comienza el decimoquinto día del mes hebreo de Nisán, que este año coincide con el Viernes Santo cristiano, y dura siete días.

En su huida apresurada – cuenta la Torá (el Pentateuco)- los judíos se llevaron la masa que habían preparado y que no hubo tiempo de fermentar, y hoy en día los comercios israelíes sustituyen el pan por las “matzot” o pan ázimo, a partir de las cuales se preparan pizzas, tortitas y bocadillos.

“Pésaj se basa en proteger a la comunidad y velar por su bienestar, y creo que su mensaje no es solo para el pueblo judío, sino para todo el mundo”, considera Raanan Malek, estudiante religioso en Jerusalén que en pocos meses se convertirá en rabino.

Según establecen los preceptos de Pésaj, durante toda la festividad tampoco se pueden comer ni beber productos con levadura, lo que incluye cerveza, todo tipo de pan, pasta o alimento hecho con masa de harina.

Foto: Daniel Case Wikimedia CC BY-SA 3.0

Esto irrita a parte de la población laica, puesto que la mayoría de supermercados cubren con lonas los alimentos que contienen levadura (“hametz”, en hebreo), aunque en ciertas ciudades es frecuente ver también lonas rasgadas por los opositores a esa costumbre.

Los observantes no sólo no consumen “hametz”, sino que evitan cualquier contacto o rastro de él; los días previos al inicio de la festividad las tiendas, restaurantes, cafés y casas de muchos judíos observantes se ponen patas arriba para hacer una limpieza a fondo que no deje ni rastro de producto con levadura.

A partir del viernes, con la cena ceremonial del “séder” que da inicio a la fiesta, la joven Halel Strenger, de 19 años, dejará de consumir pan, pasta y cerveza durante una semana.

Dos días antes de Pésaj, la atmósfera de la festividad se entrevé en las calles del centro de Jerusalén.

Strenger, que quería tomar un café antes de coger el tranvía en una cafetería de la calle Yafo (Jaffa), en el corazón de la zona oeste, se encuentra con que el local está abierto, pero los camareros no sirven a nadie ni dejan entrar a sus clientes: entre hoy y mañana solo se encargarán de limpiar, moverán todos los muebles y repasarán cada rincón para limpiar el “hametz”.

“Mi abuela hace un mes que limpia su casa para la ocasión. El viernes nos juntaremos toda la familia para la cena del “séder” y ella lo quiere tener todo a la perfección”, comenta Strenger, que buscará otro local para tomar un café.

“En la cena, después de rezar en la sinagoga, seguimos varias tradiciones, como lavarnos las manos de manera ritual, beber cuatro copas de vino y leer la Hagadá (“leyenda”, en hebreo), la historia del éxodo del pueblo de Israel desde Egipto”, agrega la joven.

A poca distancia, en el Café Roladín, varios trabajadores jóvenes empaquetan todo tipo de pasteles hechos a base de levadura y sacan dulces comestibles durante Pésaj que distribuyen entre frigoríficos y estanterías para vender a partir de mañana.

Trabajan rápido, con música tecno de fondo que retumba con fuerza cuando un rabino ortodoxo con sombrero y vestido de negro entra en el local para hacer una inspección de toda la limpieza.

Una vez se cerciore de que no hay rastro de levadura, que la limpieza es adecuada y los pasteles cumplen con los preceptos religiosos necesarios, el inspector concederá a la pastelería el certificado kósher del rabinato especial para estas fechas que garantiza que sus dulces son comestibles durante la celebración.

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