Alemania escenario de movimiento pro venezolanos

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Este lunes (10.3.2014), el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, aludió a las protestas que sacuden al país desde hace cinco semanas, describiéndolas como un intento de golpe de Estado que su Gobierno supo “neutralizar” a tiempo. No obstante, las manifestaciones de descontento popular continúan. Y a medida que se multiplican los heridos por el uso desproporcionado de la fuerza policial, las detenciones arbitrarias, las denuncias de tortura y las víctimas mortales de la violencia política, se multiplican también sus dolientes.

Las demostraciones públicas de solidaridad con quienes marchan o cacerolean en Venezuela son cada vez más frecuentes en otras latitudes. En Europa, quienes buscan llamar la atención hacia lo que ocurre en la nación suramericana se sienten particularmente motivados porque les consta que los medios venezolanos son objeto de censura y que la prensa europea tiene los ojos puestos en la crisis ucraniana. “A mí me molesta que los noticieros alemanes informen tan superficialmente sobre la situación venezolana”, afirma Elisabeth Herbst.

“Hace poco se sugirió en la televisora pública de Alemania que todas las muertes relacionadas con las manifestaciones han sido producto de batallas campales entre ‘chavistas’ y opositores, pero eso no es verdad. A mi primo, Wilmer Carballo, lo mataron cuando protestaba en su vecindario y él no había salido a pelear con nadie”, cuenta Herbst, una alemana de madre venezolana. Varios testigos aseguran que Carballo, un empresario hispano-venezolano de 43 años, fue asesinado por un miembro de un grupo armado cercano al Gobierno.


Solidaridad en territorio germane

Ese incidente, ocurrido el 24 de febrero en la ciudad de Cagua, fue lo que persuadió a Herbst de asistir al acto de protesta contra Maduro que se realizó el 8 de marzo en Núremberg. “El pasado fin de semana también tuvieron lugar concentraciones en Berlín, Dusseldorf, Hamburgo, Heidelberg y Múnich”, cuenta Melina Muñoz, una de las coordinadoras de Venezolanos en el Norte de Alemania, el grupo que organiza los encuentros de opositores en la ciudad hanseática.

“Al acto de Núremberg asistieron unas cincuenta personas”, recuerda Herbst. “En Hamburgo atrajimos a alrededor de sesenta este sábado (8.3.2014); pero el 22 de febrero vinieron unas doscientas”, subraya Muñoz, confesando estar ansiosa por presenciar el Concierto por la Paz y la Libertad en Venezuela el próximo domingo (16.3.2014) en la Iglesia Emmaus de Berlín. Concebido y dirigido por Carlos Izcaray, el recital será ofrecido por decenas de músicos de distintas nacionalidades. Entre ellos, la célebre pianista venezolana Gabriela Montero.

Esta iniciativa de Carlos Izcaray es muy importante. Los músicos participantes compartiremos el escenario en Berlín para decirle al mundo que los venezolanos viven en dictadura”, escribió Montero en su perfil de Facebook. “Este proyecto lo empecé solo, movido por la indignación que me causó la brutal represión de las manifestaciones pacíficas en Venezuela. Pero tan pronto propuse la celebración de un acto de protesta musical, me di cuenta de que muchos artistas compartían mi preocupación”, dice Izcaray en entrevista con DW.

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Montero: “Compartiremos el escenario en Berlín para denunciar que venezolanos viven en dictadura”.

Música de protesta

“Yo no quiero que el concierto conjure una noción simplona de la paz; muchos confunden la paz con la mera ausencia de un conflicto violento. El Gobierno de Venezuela camina sobre la borrosa línea que divide a la democracia de la oclocracia. De ahí que este recital sea un clamor por que se respeten los derechos y las libertades de todos los venezolanos, independientemente de sus filiaciones políticas o de si constituyen una mayoría o una minoría. El evento está totalmente desvinculado de los partidos venezolanos”, aclara el director.

“La capital alemana es el sitio ideal para realizar este concierto porque su historia está marcada por grandes tragedias, porque sus habitantes estuvieron separados por un muro de odio y lograron reconciliarse con mucho esfuerzo. Y, además, porque los alemanes todavía saben muy poco sobre lo que pasa en Venezuela. Este recital es una buena respuesta a la campaña de desinformación puesta en marcha por la maquinaria propagandística del Gobierno venezolano”, explica quien llegó a ser primer cellista y director de la Orquesta Sinfónica de Venezuela.

“Yo sigo con inquietud los acontecimientos de mi país desde que comenzaron las manifestaciones estudiantiles. Pero cuando una amiga que trabaja en el Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela me contó que su hijo había sido detenido y torturado el 12 de febrero en la ciudad de Barquisimeto, ya no pude limitarme a leer y reenviar las denuncias que se hacían vía Twitter. Fue entonces cuando me propuse hacer algo más concreto con la herramienta que yo domino: la música”, cuenta Izcaray.

Testimonio de primera mano

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Izcaray: “La labor del artista puede tener una dimensión política, en el sentido más extenso de la palabra”.

El maltrato sistemático practicado por los órganos de seguridad del Estado y la impunidad que impera en mi país son cosas que conozco de primera mano”, señala el director de orquesta de 36 años. “El 1 de marzo de 2004 fui ilegalmente detenido por la Guardia Nacional cuando observaba unas manifestaciones. Fui golpeado, sometido a electrocución y obligado a inhalar gases lacrimógenos mientras estuve preso. Y luego fui amenazado de muerte en el momento de ser liberado”, agrega Izcaray, quien vive en Berlín con su familia.

“Yo denuncié esos atropellos ante las instancias pertinentes. Varias organizaciones que defienden los derechos humanos se pronunciaron sobre mi caso, pero los tribunales nunca castigaron a los responsables de esos desafueros”, sostiene el músico, lamentando que, una década más tarde, el sistema judicial venezolano siga siendo tan dependiente del Ejecutivo. “Con el concierto del 16 de marzo quiero demostrar también que la labor del artista puede tener una dimensión política, en el sentido más extenso de la palabra”, dice Izcaray.

Mientras tanto, la violencia política continúa segando vidas en Venezuela. Esta semana comenzó con el anuncio de las muertes de Daniel Tinoco y Gisella Rubilar. El primero, un dirigente estudiantil de la Universidad Nacional Experimental del Táchira, recibió un disparo en el pecho mientras vigilaba una barricada en San Cristóbal. Y Rubilar, una profesora de la ciudad de Mérida, fue abatida a tiros cuando intentaba desmantelar una “guarimba”; ese es el nombre que le dan los venezolanos a los parapetos improvisados para bloquear calles en señal de protesta.

La violencia continúa

La identidad de los homicidas aún está por determinarse, pero eso no ha inhibido a los políticos locales de alzar el dedo acusador. El opositor Daniel Ceballos, alcalde de San Cristóbal, aseguró que Tinoco y sus amigos fueron atacados conjuntamente por la Guardia Nacional –la policía militar de Venezuela– y los “colectivos”, grupos de choque armados que apoyan al presidente Nicolás Maduro. Y el oficialista Alexis Ramírez, gobernador de Mérida, insiste en que Rubilar, de nacionalidad chilena, fue emboscada por opositores de ultraderecha.

Está por verse con qué celeridad y transparencia se esclarecen estos sucesos. La Fiscalía venezolana comenzó a investigar el caso de Gisella Rubilar después de que el presidente saliente de Chile, Sebastián Piñera, le pidiera a Caracas despejar las circunstancias en que murió su compatriota. Pero, ¿qué tan probable es que la presión ejercida desde el extranjero obligue al Gobierno venezolano a hacer justicia, atribuyendo y asumiendo responsabilidades por los asesinatos y las violaciones de derechos humanos perpetradas desde febrero?

En lo que concierne al caso de Wilmer Carballo, Elisabeth Herbst no se hace muchas ilusiones. “El Gobierno español ha solicitado el esclarecimiento de la muerte de mi primo Wilmer. Por otro lado, aunque ya se sabe quién lo mató, no creo que se le vaya a juzgar porque, según tengo entendido, el Gobierno venezolano protege al asesino”, comenta la joven alemana, añadiendo, sin embargo, que seguirá asistiendo a manifestaciones para hacer de público conocimiento lo que ocurre en Venezuela. La próxima cita: una vigilia que tendrá lugar simultáneamente en varias ciudades de Alemania este 15 de marzo.

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