¿Cumple Baron Cohen ante la curiosidad de ver “el espía”?

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Estimados lectores de este tan querido Diario Judío, en esta ocasión les escribo en un análisis con criterio personal, humano y de internacionalista de profesión; y no como experto de filmografía o crítico de elementos de producción de una serie de televisión en streaming.  “El Espía”, protagonizada por Sacha Baron Cohen y recién estrenada el fin de semana pasado, representa la vida de Eli Cohen, una historia real de un ser humano dispuesto a ponerse en servicio de la inteligencia israelí en plena efervescencia del conflicto internacional de la guerra fría y del conflicto entre Israel y, su vecina, Siria. Este análisis lo pienso separar en tres elementos que son muy pertinentes de tocar y que algunos nos pueden relacionar con nuestra actualidad:

Sacha Baron Cohen


Comienzo con el protagonista de esta historia, quien interpreta a Eli Cohen o Kamel Amin Thaabet (nombre de infiltración en su operación del Mossad). Generalmente asociamos a Baron Cohen en la comedia irónica, muy ácida y sin acercamiento a papeles serios. Su comedia (no apta para personas de “piel sensible”) siempre tiene un buen mensaje para quienes nos agrada y no lo vemos como una simple burla o vulgaridad, sino más como una fuerte crítica a la realidad tan polarizada en la que nos dan vueltas sus icónicos personajes: Ali G, Borat, Brüno y el Almirante Aladeen.  Este nuevo reto de Baron Cohen sale de contexto, busca una historia de la vida real, no un surrealismo; busca llevar su actuación a un personaje que involucra sentimientos de confusión, desgaste, arrepentimiento, de doble vida, de esfuerzo y de un sacrificio a costa de una responsabilidad familiar y de patriotismo. En esta actuación ante la duda por sus personajes antes mencionados, puedo compartirles que logra separarnos de dicho antecedente y nos transmite más las ganas de continuar viendo la miniserie tan pronto se acaba el primer episodio.

Un padre de familia con una doble vida poco común, no “hollywoodense”, un hombre con un don especial para ser agente, pero con un juego de relaciones personales con actores y actrices que representan distintos frentes y personalidades. Creo profundamente que Baron Cohen supo desde un inicio que esto no era una ironía, sino que fue una realidad que deja huella hasta nuestros días, entendiendo a la lucha de la familia de Eli Cohen. Recientemente, en una entrevista del diario The Times of Israel a la hija de Eli Cohen, Sophie Ben-Dor, comentaba la doliente que la historia distaba en ciertos aspectos (especialmente los familiares), pero admiraba y respetaba tanto la serie como la actuación de Baron Cohen.

Siria

Siria se convirtió en el conflicto “millenial” por excelencia. Sea por ser parte de la Primavera Árabe, la guerra contra el Estado Islámico, la intromisión iraní y rusa en apoyo a Al Assad, los refugiados y la aún no existente fecha de término de la guerra y su aparente futuro basado en el status quo pese a la gran cantidad de muertos.  Como cualquier conflicto internacional, Siria no tiene que ser analizado desde lo que acontece en la actualidad, sino desde los orígenes políticos y sociales tras ser independiente en 1946, por solo dos años más joven que Israel.

“El Espía” de Baron Cohen nos abre el panorama de lo que era Siria en lo último de la década de los años 60 e inicios de los 70 del siglo pasado. Una nación musulmana influenciada por una notoria cultura mediterránea y con matices occidentales a pesar de haber sido parte de la descolonización europea. También nos presenta un país tan política y socialmente complejo como lo es en nuestros días, con la subida al poder por parte del padre del actual presidente Bashar al Assad, Háfez al-Ásad y el partido político panarabista Al-Ba’ath, generando diferencias significativas entre los gobernantes y los gobernados, los del régimen y los de la minimizada oposición.

A la vez, la serie nos demuestra los intereses de varias naciones con vinculación a Siria como lo es hasta el día de hoy, por ejemplo: el notable apoyo ruso en armamento y espionaje, la presencia de los servicios de inteligencia siria en Argentina ( si llegaron a creer que esto era nada más tema de los 90 en la muy comprobable participación del atentado contra la Agencia Mutual Israelita Argentina ) , los intereses económicos de los saudíes (en particular de la familia Bin Laden) y el seguimiento de la CIA en los movimientos geopolíticos de su contraparte soviética.

Relación humana de/entre israelíes y sirios

“El Espía” de Baron Cohen nos muestra que a pesar de una vida de mentira que vivió Eli Cohen en su personalidad de Kamel Amin Thaabet, mostraba intereses compartidos y afectos con los sirios con los que convivía, y sobre todo, un conocimiento de la realidad de ambos lados del conflicto, uno que no es común que ni con toda la inteligencia gubernamental ni mediática se llegue a obtener de manera unilateral. En un episodio, le bastaba ver desde el lado enemigo a su propio país y al lago Tiberiades, para caer en la similitud de aprecio por su tierra como lo hacía su acompañante de las fuerzas armadas sirias con una separación mínima de la línea de fuego.

Por otro lado, vemos que la burocracia supera a la humanidad. En ambos lados del conflicto, la serie nos demuestra cómo el objetivo de asegurar la estabilidad y resguardo de los intereses nacionales (o al menos los que creen los gobiernos) van más allá de la integridad humana de quienes tienen que hacer la labor en el campo, muy alejados de la comodidad de las salas de toma de decisiones, en donde no pende de un hilo la vida. A lo largo de un conflicto agentes y soldados se convierten en   hijas, hijos, esposos, madres y padres, a quienes, en muchos casos, sus familiares no podrán ni si quiera enterrarles y sus superiores solamente buscarán encontrarles pronto reemplazo.

Por tanto, estimado lector, considero en mi humilde opinión que Baron Cohen como actor y productor de esta serie cumplió con la curiosidad de ver la miniserie de “El Espía”. Quizás usted tendrá otros elementos que rescatar que con mucho gusto nos gustaría conocer en el espacio de comentarios de esta opinión en Diario Judío o en la cuenta de twitter de un servidor @PabloQZepeda

Acerca de Pablo Quiroz Zepeda

Licenciado en Relaciones Internacionales por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente. En cuanto a experiencia internacional ha tenido estudios de intercambio con la Universidad de San Diego, California; y la Universidad Alberto Hurtado en Chile. Estudió el idioma alemán en la ciudad de Münster, Alemania y trabajo para el Consejo de Promoción Turística de México en la ciudad de Frankfurt. En aspectos relacionados con el judaísmo ha colaborado con el Proyecto Shagriria de Argentina (Jóvenes Embajadores de Israel en la Diaspora), con el Proyecto Judische Stammtisch en Münster, Alemania; con Jewish Experience y Honestly Concerned en Frankfurt, Alemania. También ha participado en diálogo entre árabes e israelíes en la organización YaLa Young Leaders, parte del Shimon Peres Centre for Peace Institute. En medios de comunicación ha trabajado en funciones administrativas y de producción para Radio Fórmula Guadalajara, en conducción y análisis de temas internacionales para Megaradio, y ha colaborado con Diario Judío como columnista y periodista desde Agosto del 2015, cubriendo temas de: política internacional, inclusión, innovación, juventud y negociaciones de paz entre Israel y los países árabes. Además ha trabajado en la cobertura en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

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