Claudio Avruj: “No sería descabellado prorrogar las elecciones en la DAIA”

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El secretario de Derechos Humanos de La Nación y ex director ejecutivo de la DAIA, Claudio Avruj, afirmó durante una entrevista con Itongadol que “una prórroga del acto eleccionario (de la DAIA) que permita más calma, que dé mayor claridad, no sería una idea descabellada”.

Avruj se refirió al intento de presentar una lista de unidad en las próximas elecciones de la institución judía y opinó: “La unidad es un término y un concepto que debe ser cuidado y honrado, no mal gastado porque suena bien y es políticamente correcto. Para mí lo óptimo es la sana competencia”.

“Es hora de que la DAIA tenga su casa. El edificio de la AMIA será comunitario en serio cuando se logre un rediseño comunitario. Hoy es el edificio de la AMIA, esa es la realidad y la gente así lo identifica. Por más de que la DAIA estuvo allí desde su fundación. Hay que animarse a ver la realidad y actuar en consecuencia”, agregó.


-Como hombre de larga trayectoria en la DAIA y referente comunitario, ¿cómo está viendo el presente de la institución?

-Lo sucedido con el pedido de renuncia al presidente (Ariel Cohen Sabban) ha dejado, como toda crisis, enormes oportunidades que no muchos llegan a ver. La crisis ha puesto al desnudo y a la vista de todos, los graves errores de los últimos años, con responsabilidades compartidas por parte de muchos dirigentes que aún deben ser asumidas y que permitieron que personas sin preparación ni idoneidad ocupen, durante muchos años, cargos institucionales de relevancia. Lo sucedido como: el desmanejo, la creencia de que el cargo faculta para ser usado caprichosamente, la improvisación, el personalismo y la prepotencia, fue apañado, acompañado y alentado por factores y personas. Esto es así. La debilidad y falta de seriedad y criterio era vista y sabida. Fue un secreto a voces. Pero se privilegió el dejar hacer, por sobre actuar con responsabilidad.

-¿Piensa que se resolvió bien la crisis?

-En parte sí. Yo opiné en su momento que era necesario encontrar la salida en los carriles institucionales. Y eso se hizo. En un principio, pensé también que lo mejor era adelantar las elecciones, pero hoy creo que se hizo lo correcto. Es más, creo que a la luz de cómo se está conformando la campaña política, donde se confronta entre sectores, se buscan desesperadamente personas que ocupen lugares, incluso la presidencia, que satisfagan esa apetencia sectorial, casi en forma infantil, es riesgosa y errónea. En ese sentido, una prórroga del acto eleccionario que permita más calma, que dé mayor claridad, no lo vería como una idea descabellada.

-¿Se refiere a demorar la elección? 

-Se podría demorar, ¿por qué no? Estamos en una situación excepcional. La DAIA tiene muchos logros en su historia, que muchos desconocen o ignoran y ese recorrido debe ser honrado y recuperado. La Ley antidiscriminatoria, la creación del Inadi, la Creación de la CEANA, el Informe sobre Antisemitismo, el Proyecto Testimonio sobre la conducta Argentina frente al nazismo, la creación de la dirección de Políticas antidiscriminatoria en la Policía Federal, la férrea denuncia sobre Irán por su responsabilidad en el atentado a la AMIA cuando nadie hablaba de ello, la creación de la Revista Académica Índice, el logro de la Ley sobre feriados judíos… por nombrar sólo algunos que hablan de una fuerte y constante acción política, y de pensamiento político. Quienes deseen postularse deben tener estos datos para construir su discurso y elaborar su plataforma programática de cara al futuro. La DAIA es importante y los desafíos que el mundo en general y judío en particular han de enfrentar, y que nuevamente ponen a la xenofobia y el antisemitismo, el terrorismo, la violencia y la exclusión en el centro de la agenda, requiere de ella y la requiere fortalecida. Lo necesita las instituciones, las personas y las instituciones gubernamentales, la sociedad y, por sobre todo, las comunitarias nacionales e internacionales. Una DAIA fuerte fortalece al Congreso Judío Latinoamericano y al Mundial sin duda, que son sus socios estratégicos. El diálogo político, ese que se nutre en el intercambio con la gente, con los Estados, con ONG’s, con la prensa, necesita en la DAIA un interlocutor serio, profundo, capaz y, definitivamente, proactivo y no reactivo.

-Mucho se habló de una lista única…

-No debemos temer a la confrontación. Yo veo demagógico el discurso de la lista única, porque viendo la realidad hay mucho enojo, mucha rivalidad y demasiado protagonismo como para pensar en unidad. La unidad es un término y un concepto que debe ser cuidado y honrado, no mal gastado porque suena bien y es políticamente correcto. Para mí lo óptimo es la sana competencia. Lo que objeto es que hoy, como dije, la pelea es sectorial, impulsada por personalismos y eso no sirve. La DAIA debe estar a salvo de todo intento de cooptación, de adentro y de afuera.

-Hace mucho tiempo que hablan de un rediseño de la comunidad judía, ¿qué opina?

-Hace años que lo escucho, y si bien coincido absolutamente en que todas las instituciones requieren aggiornarse, sin duda alguna, y que debemos ir a un rediseño comunitario digno de los tiempos, ya no del presente sino del futuro, yo digo que no es la DAIA la moneda de cambio para ese rediseño ni a costa de ella, sino con ella también. Yo me pregunto si están todos dispuestos a ese cambio. ¿Lo están las llamadas instituciones centrales, a dejar de ser lo que son y lo que hacen para ser otra cosa? Yo creo que no. Por los comportamientos individuales de muchos que hoy tienen poder de decisión, no veo que estén las condiciones de cambio real. No hay deseo. Lo que hay es un afán de supremacía de unos sobre otros. Para el cambio hay que crear las condiciones y no veo la voluntad y menos la visión. Pensar en un rediseño implica la decisión de poner todo en duda, absolutamente todo. Y para ello hay que tener mucha humildad y mucha grandeza a la vez.

-¿Y respecto de la elección tal cual está planteada hoy?

-Reitero que es un error que hoy se dirima entre sectores, como lo dije anteriormente. Y tampoco veo positivo que muchos dirigentes que desde otros puestos dirigenciales por años buscaron disminuirla, compitiéndole o disputándole su espacio, o desautorizándola sin evaluar el daño que se le infringía, porque desde otros lugares eso le era funcional, hoy se postulen en las listas. Eso debilita aún más y debe decirse. Insisto, creo que hay que romper esta pelea de sectores, y buscar el mejor liderazgo posible, con gente que entienda de qué se trata. Gente sin máculas de ningún tipo y con el deseo de hacer el bien, genuinamente y no sólo de ejercer poder u ocupar lugares. Del mismo modo, las instituciones adheridas deben proveerle a la DAIA sus mejores cuadros, no lo que les molesta. Creo que hay que volver a darle a la DAIA la identidad que perdió últimamente y, para mí, esa identidad se la dará volver a su misión, cargar de sentido su agenda que le viene de ella. Una agenda que la tenga siempre equidistante de los poderes de turno, independiente en lo económico, centrada en el pensamiento y en la estrategia política, en la formación y búsqueda de cuadros jóvenes, no en lo mediático, que es efímero, y tener su sede propia también. Es hora de que la DAIA tenga su casa. El edificio de la AMIA será comunitario en serio cuando se logre un rediseño comunitario. Hoy es el edificio de la AMIA, esa es la realidad y la gente así lo identifica. Por más de que la DAIA estuvo allí desde su fundación. Hay que animarse a ver la realidad y actuar en consecuencia.

-¿Es optimista?

-Siempre, aunque creo que la dirigencia que asuma será de transición, entre lo malo que dejamos atrás y lo bueno que seguro vendrá. Y desde mi lugar hoy, siempre estaré para ayudar. No tengo ningún interés más que el bien de la DAIA y de la comunidad. Creo que en nuevo diseño a futuro, debemos mirar y emular a las grandes instituciones judías y no judías de aquí y del mundo, donde el profesionalismo ocupa un lugar central. Para lograr ese cambio, la dirigencia tiene que elevarse sobre sí misma y cambiar.

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