Jared Lee Loughner fue sentenciado este jueves en una Corte Federal de Tucson, Arizona, a siete cadenas perpetuas sin derecho a la libertad condicional, más 140 años de cárcel, por la muerte de seis personas y las lesiones a otras 13, durante el frustrado atentado contra la congresista GabrielleGiffords, en 2011.
Loughner, de 23 años de edad, se declaró culpable en agosto pasado de 19 cargos relacionados con el incidente, registrado el 8 de enero de 2011 en el estacionamiento de un supermercado en Tucson, al alcanzar un acuerdo con los procuradores federales para no ser condenado a la pena de muerte.
La sentencia fue dictada bajo las directrices del acuerdo por el juez federal Larry A. Burns, en una emotiva audiencia este jueves, en la que Giffords y otros sobrevivientes del atentado, así como varios de sus familiares, confrontaron por primera vez al agresor.
Burns explicó que seis de las sentencias de cadena perpetua representan a las seis víctimas fatales registradas en el atentado y una más se emite por el intento de homicidio de Giffords.
“Cada una de esas víctimas era importante y esto refleja cada una de esas vidas individuales”, dijo Burns.
“Él nunca deberá salir de la cárcel y me parece que este es un castigo justo. Nunca tendrá la oportunidad de tomar un arma y hacer esto de nuevo”, señaló el juez, quien a lo largo del proceso determinó que Loughner no padecía de ninguna enfermedad mental.
Loughner fue sentenciado también a otros 140 años de prisión, al sumarse 20 años de cárcel por cada uno de los intentos de homicidio contra los asistentes de Giffords, Ronald S. Barber y Pamela K. Simon, así como 10 años por cada una de las otras 10 personas lesionadas.
Giffords, quien renunció a su escaño en el congreso a raíz del incidente, atestiguó la lectura de la sentencia junto con su esposo, el ex astronauta Mark Kelly, y familiares de varias de las víctimas, además de decenas de reporteros que llenaron la totalidad de la sala en la Corte Federal.
La ex congresista, quien aún se recupera del balazo en la cabeza que recibió en el atentado, declinó la oportunidad de dirigirse al homicida, al contrario de algunos de los familiares de las víctimas, entre ellos el esposo de Giffords.
Kelly dijo al dirigirse a Loughner que “pudiste haberle colocado una bala en su cabeza, pero no pudiste hacerle ni una mella a su espíritu y a su compromiso de hacer este mundo mejor”. Luego la ex legisladora federal demócrata besó a su esposo y ambos abandonaron la audiencia, a pesar de que aún no se había emitido la sentencia.
Durante la visita Loughner, quien portaba pantalones de vestir y una camisa de color marrón oscuro con corbata, no mostró ninguna emoción al escuchar a los familiares de sus víctimas.
Algunas de las víctimas, incluida Giffords, aceptaron los términos del acuerdo bajo el que se impuso la sentencia, para dejar atrás lo que podía haber sido un proceso judicial potencialmente largo y traumático.
Christina Pietz, psicóloga designada por la Corte para examinar a Loughner, advirtió que a pesar de que éste era competente para declararse culpable, quedó mentalmente vulnerable y su condición podría empeorar bajo la tensión de un juicio.
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