Discurso del Benjamin Netanyahu por motivo de Yom Hashoa

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Honorable Presidente Reuven Rivlin y su esposa, Nejama, diré como su consejo “Mis tantos honorables”, encabezados por nuestros seres queridos, los sobrevivientes del Holocausto – brasas remanentes con fuego que con su luz nos iluminan como antorchas.

La semana pasada, se publicó un profundo estudio, que se basa en los archivos en la ONU sobre los crímenes de guerra nazis. Acorde a este estudio, los aliados sabían sobre el exterminio en masa de los judíos ¡ya desde 1942! Se trata de un hecho escalofriante, puesto que hasta ahora se pensaba que la fecha en que se comprendió la magnitud del Holocausto por los países aliados fue dos años más tarde. Lo sé porque cuando llegué a ser el embajador de Israel ante la ONU, en 1984, se exigió y se obtuvo la apertura de esos archivos que hasta entonces estaba su acceso bloqueado.

Ahora, con estos nuevos resultados, se deja ver una terrible realidad: si las potencias mundiales en 1942 hubieran atacado a los campos de la muerte – y todo lo necesario era repetidos bombardeos de los campos de concentración – se podrían haber salvado cuatro millones de judíos y millones de otros seres humanos. Los países de las fuerzas aliadas lo sabían – y NO actuaron… Mientras espantosas atrocidades eran cometidas contra los judíos, mientras nuestros hermanos y hermanas eran enviados a crematorios, mientras que la hermana de Esther Miron, quien está con nosotros, quien es representante de los sobrevivientes y hablará esta noche, había sido arrancada de ella por Mengele en Auschwitz – Las fuerzas aliadas LO SABIAN y NO ACTUARON….
Distinguidos invitados, lo que provocó esta catástrofe única e insondable sobre nosotros, es una combinación de tres factores: un odio amargo para los judíos, la indiferencia del mundo frente a atrocidades, y la terrible debilidad de nuestro pueblo que vive en el exilio. ¿Acaso ha desaparecido el odio? No, no ha desaparecido. Y a juzgar por la historia milenaria de antisemitismo, sería ingenuo pensar que va a desaparecer en un futuro previsible.


Unido al antisemitismo que crece nuevamente en Occidente, estalla el odio en el Oriente con un antisemitismo del Islam radical en dos facciones, encabezadas por Irán y ISIS quienes se esfuerzan para destruirnos abiertamente. El odio a los judíos se dirige ahora hacia al estado de los judíos. Este nuevo antisemitismo se ha generalizado entre muchos círculos occidentales y también en instituciones de asistencia en las Naciones Unidas. ¡La hipocresía clama a los cielos!! Y en cuanto a la indiferencia del mundo, ¿acaso algo ha cambiado en esta área? Aquí también, hay que admitir, la respuesta es negativa. A pesar de que desde la Segunda Guerra Mundial no se produjo una tragedia similar a la del alcance del Holocausto, han habido muchos casos en que el mundo es mudo testigo y no detiene los genocidios de pueblos ni asesinatos en masa como en: Biafra, Camboya, Ruanda, Sudán, y de hecho, incluso en Siria. Sin embargo, en la oscuridad, hay algunos puntos brillantes. Uno de ellos ocurrió hace poco, y fue la respuesta decidida a del presidente Trump para detener más matanzas de niños Sirios con armas químicas.

También el sufrimiento del pueblo sirio no nos es indiferente. Hemos establecido un hospital de campo al lado de la frontera donde hay médicos israelíes, judíos o israelíes, drusos, árabes. Israel se ocupó de este hospital y otros hospitales y son ahora miles se sirios heridos, entre ellos muchos niños afectados por esta guerra cruel.

Pero parece ser que la regla general es una simple verdad y es la siguiente: el mundo – la existencia del débil es precaria y ante movimientos y estados asesinos sus posibilidades de supervivencia – no son altos. El más fuerte sobrevive, los débiles se eliminan. Nuestro pueblo lo experimento de primera mano en el Holocausto, y esta lección se presenta ante nosotros en cualquier momento.

La conclusión es que debemos ser capaces de defendernos por nosotros mismos, contra cualquier amenaza, contra todos los enemigos. Estos que dirigen sus armas contra nosotros, ponen en peligro su existencia. Esto no es una provocación, no es una exageración, sino que es la única manera de garantizar realmente nuestro futuro. Y podemos hacerlo. Digo esto de lo profundo de mi corazón. Esta lección me guía cada día – cada mañana y cada tarde. Es el objetivo más alto, quizás no exclusivo, pero si el objetivo superior para el Primer Ministro de Israel. Lo digo en nombre de las víctimas, y en su nombre – pueblo judío, ciudadanos de Israel, incluidos ustedes – queridos supervivientes del Holocausto. Porque aquí hemos hecho, todos nosotros, junto con las generaciones que construyeron y siguen construyendo el Estado de Israel, el gran cambio de destino del pueblo: ¡Hemos sustituido la debilidad por la fuerza!

Nos hemos convertido de personas indefensas a una nación fuerte. Nos hemos convertido de personas indefensas a uno de los países con la fuerza más grande de protección en el mundo. Hemos desarrollado con un gran impulso nuestra fuerza militar, la inteligencia, la tecnología. Estamos enormemente orgullosos en nuestra democracia abierta, moral y vibrante, la cual representa y produce logros impresionantes en la economía, la ciencia, la cultura – en todas las áreas. Todo ello nos da esperanza, y fuerza ante la cara del antisemitismo que persiste, yo les digo, ciudadanos de Israel – naciones enteras admiran nuestra fuerza, nuestra creencia de que estamos en lo correcto, en nuestra voluntad de defender nuestro país, en nuestra creatividad e innovación innatas – y esto es un gran cambio de imagen. Un pueblo que hace apenas tres cuartos de siglo era polvo y ceniza, se ha convertido en una potencia importante en el escenario mundial. ¿De dónde llega este poder? De fuentes de energía espiritual de nuestro pueblo que se reflejan en la fuerza de carácter de ustedes, los supervivientes del Holocausto.

La semana pasada vimos, mi esposa y yo, cuando nos encontramos con ustedes los que encenderán las antorchas, historias emocionantes que nos dejaron sin palabras. Como el caso de Max Fribler quien, a sus 11 años de edad, se salvó de la muerte al ser cubierto físicamente con el cuerpo de su padre en ese foso de la muerte. Herido aun, salió de la fosa, y aun pudo ser testigo de cómo los soldados colgaron a su madre y partieron en pedazos a su hermano bebé. Max juró en ese momento, siendo un niño, vengar su sangre, escapó a los bosques y a los 14 años se unió al Ejército Rojo. Y aquí esta Max, con nosotros – erguido, orgulloso, con medallas, con hijos y nietos que sirven en las Fuerzas del ejército de Israel.

O su historia, Moises Fort – quien siendo un niño judío de Hungría, fue prisionero en el campamento de concentración de Mauthausen y los nazis le marcaron en su brazo el número 10-80-80. Y ahora ¡inimaginable! Al llegar a Israel, teniendo 17 años de edad, estaba tan orgulloso de enlistarse a las Fuerzas de Defensa de Israel, y con una linterna en su tienda vio por primera vez su tarjeta de identificación militar y su número personal fue también… 10-80-80.

Esta es la extraordinaria síntesis de nuestro renacimiento: la persona es la misma, el número es el mismo número, pero el destino está lejos de ser el mismo destino. Pasamos de impotencia al poder, de la oscuridad a la luz, de la muerte a la vida. En palabras de la visión del profeta Ezequiel de los huesos secos, desde lo más profundo hemos subido hacia la cima. Contamos con una tremenda vitalidad, con una enorme capacidad, con un espíritu invencible. Juntos juntamos nuestras fuerzas.

Juntos estamos unidos con la ayuda de Dios en todas las pruebas. Juntos podemos mantener nuestro hogar y juntos vamos a garantizar la eternidad de Israel!

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