Nacido en el seno de una popular familia de políticos -tanto su padre como su abuelo fueron ministros en gobiernos laboristas en Israel- fue en 2013 con Las buenas personas, la primera novela israelí sobre la Segunda Guerra Mundial, cuando el nombre de Nir Baram (Jerusalén, 1976) empezó a ser conocido en Europa. Desde entonces, reconoce, su vida cambió.
“He publicado otras novelas, como La sombra del mundo, e hice dos documentales sobre el conflicto, uno de ellos también se publicó como un libro llamado Tierra sin fronteras. Pero el cambio principal es que me convertí en padre y la experiencia me cambió profundamente. He aprendido a través de la paternidad a reconciliarme con partes de mi infancia”, comparte en una entrevista con El Cultural.
Columnista habitual del periódico Haaretz, donde a menudo muestra una visión crítica sobre la sociedad y la política israelíes, en Al final de la noche (Alfaguara) Baram regresa, en un momento en que el conflicto en Gaza se recrudece, con una conmovedora historia de iniciación y amistad, ambientada en el Jerusalén de los años 80 y 90. Una época que el escritor conoce muy bien, donde pasó su propia adolescencia.
Con la Primera y Segunda Intifada de fondo, y anegados por cierto optimismo por la posibilidad real de un acuerdo de paz, sus protagonistas crecen en este entorno, entre los prejuicios sociales y el arraigo cultural, con los miedos, desencantos e ilusiones propios de la edad.
Con ciertas resonancias reales, el recuerdo de aquellos años vitales marca la estancia de un escritor que, de viaje en México, acaba de acudir a un festival literario y se siente incapaz de regresar a Tel Aviv.
Pregunta. ¿Cuánto comparte con su protagonista?
Respuesta. Mucho. No solo la experiencia del viaje en sí, sino también la soledad que yo mismo sentí en aquel festival. En general, la novela es una mezcla entre lo real, mis propias vivencias, y lo imaginario. Los capítulos de México surgen de la imaginación. He estado allí, pero lo que le pasa allí a Yonatán, el protagonista, realmente no me pasó a mí.
P. Yoel y Yonatán viven, en cierto modo, obsesionados con el pasado, con ese esplendor en la hierba que diría William Wordsworth, sobre el que vuelven una y otra vez, ¿cómo afecta esa nostalgia a sus vidas actuales? ¿Son los mecanismos de la memoria similares a los de la escritura?
R. Para ellos, el pasado nunca quedó realmente en el pasado. También les persigue cuando ya son mayores. Es como si no pudieran escapar de él y convertirse en hombres adultos.
»Mientras escribía utilicé mis recuerdos todo el tiempo, también usé una memoria imaginativa, lo que significa que son recuerdos próximos a lo que sucedió, pero también imaginarios, como la niebla amarilla que en la novela simboliza la desaparición del antiguo barrio de Beit Ha’Kerem.
»La escritura de esta novela combinó memoria e imaginación y eso es lo que mantiene el mecanismo de escritura y memoria como algo diferente.
“Los jóvenes de Israel no recuerdan los 90, cuando la paz parecía alcanzable, y ven a los palestinos como enemigos”
P. Recrea la vida de un adolescente durante los años 80 y 90 en Jerusalén, algo que coincide con su propia adolescencia, ¿cómo recuerda aquella época?
R. Crecí en Jerusalén bajo la influencia de la Primera Intifada, cuando ser soldado algún día era algo importante. Unido a eso teníamos todo lo que conlleva ser adolescente, el primer amor, la rebeldía contra nuestros padres y el sentimiento de emoción en el aire.
»Recuerdo intensamente la sensación de estar fuera de una comunidad que tenía reglas muy estrictas. De hecho, Yonatán y Yoel son forasteros, y eso significa una sensación constante de que la comunidad los considera chicos malos.
P. ¿Y de qué manera los acontecimientos políticos determinaban la vida de esos dos adolescentes?
R. Hay una escena en la novela que nunca olvidaré, cuando los soldados regresan de Gaza al patio trasero de la escuela y todos saltan sobre ellos con admiración. Después de esa primera fase viene la comprensión política de que ciertas cosas que los adultos nos dijeron no son ciertas. Y de que algunas de las afirmaciones de los palestinos son, en realidad, correctas. Eso fue confuso y difícil de entender.
»Los dos adolescentes de la novela están tratando de vivir sus vidas mientras el viento de los acontecimientos políticos los destroza de vez en cuando.
P. De hecho, aunque ahora parezca algo lejano, en la década de los 90 sí que llegó a crearse una atmósfera propicia a un acuerdo de paz entre Israel y Palestina. Sus dos protagonistas incluso sueñan en algún momento con poder viajar por los países árabes de alrededor, ¿se está perdiendo esa oportunidad de conocer otras culturas tan próximas en espacio?
R. La década de 1990 fue un período en el que todo parecía muy optimista. Esos dos protagonistas creen que algún día podrán coger el coche, viajar a los países árabes y conocer nuevas culturas y personas. En aquellos años la posibilidad de un Oriente Medio abierto parecía razonable. Lamentablemente, hoy en día parecen sueños ingenuos de la generación juvenil de los años 90, que creía firmemente en una paz llena de nuevas oportunidades.
“Soy uno de los muchos que piensa que este Gobierno es malo para Israel y para la sociedad israelí”
P. A juzgar por los últimos acontecimientos, ¿cada vez estamos más alejados de ese escenario hipotético de paz?
R. Sí. Lo que en los años 90 parecía un conflicto sobre la narrativa nacional se convirtió en un conflicto religioso y un conflicto sobre todo el país. Ya no veo una manera de dividir la tierra en dos Estados. Veo un escenario, pero a largo plazo, en el que palestinos y judíos compartirán la tierra como iguales, dos Estados sin una frontera clara que compartan esta tierra.
P. Aunque no es un libro sobre el conflicto en sí, en su novela recrea cómo la situación política se entrelaza inevitablemente con la vida cotidiana de sus personajes: las visitas de los miembros del ejército a las escuelas, los insultos racistas, los atentados árabes, los juegos sobre venganzas… ¿cómo afecta todo eso en la vida de las personas?
R. Quería mostrar cómo el conflicto penetra en tu alma incluso a una edad temprana, cuando no sabes mucho al respecto. Los árabes siempre están ahí, incluso como sombras, y tú constantemente eres consciente de su existencia.
»Por ejemplo, la escena en la que los niños persiguen a unos árabes como represalia por un ataque terrorista muestra mucho sobre la situación en aquellos años de la Primera Intifada.
»Al salir con árabes en la misma ciudad y a veces incluso jugar con ellos, el odio y la sospecha surgían en cualquier momento. Hay un racismo contra los árabes que también quería explorar en la novela.
P. Además, escribe sobre esa parte tan determinante de nuestras vidas que es el paso de la adolescencia a la edad adulta, ¿qué impacto puede tener esta nueva guerra en la vida de los ciudadanos?
R. Creo que existe el peligro de que los jóvenes de Israel se vuelvan más de derechas. La generación joven de Israel ahora no recuerda los años 90, cuando la paz parecía tan alcanzable, lo único que conocen son oleadas de guerra, terror y muerte. Como no tienen una idea de lo que podría significar la paz, tienden a ver a los palestinos como enemigos. Esto debe ser motivo de preocupación para cualquiera que todavía crea que dos personas pueden vivir juntas en la misma tierra.
“El sufrimiento humano en esta guerra es horrible. Lamento mucho que hayamos llegado a esto”
P. Usted mismo proviene de una familia de políticos laboristas y es columnista habitual del diario Haaretz, ¿qué opinión tiene de las imágenes que llegan de Gaza?
R. Son imágenes claramente inquietantes y en ocasiones horribles. Pero debemos recordar las imágenes del 7/10 de Israel [la masacre de Hamás que inició el conflicto], que también fueron horribles.
»El sufrimiento humano en esta guerra es horrible. Lamento mucho que hayamos llegado a esto. No sé si fue algo que pudimos prevenir, pero sí sé que es necesario que la guerra termine lo antes posible.
P. Como columnista, ¿ha tenido algún problema por expresar libremente su opinión sobre el conflicto?
R. No. Por supuesto, mucha gente no quiere escuchar voces escépticas durante una guerra, pero no me resulta difícil expresar mi opinión sobre el conflicto o sobre cualquier otra cosa.
P. Y en ese sentido, ¿existen muchas voces disidentes dentro del mundo de la cultura con el gobierno de Netanyahu y las posturas más de derechas?
R. Sí, hay muchas voces disidentes. Yo soy uno de los que piensa que este Gobierno es malo para Israel y para la sociedad israelí. Muchos escritores comparten este sentimiento dentro y fuera de Israel. El principal problema es que durante una guerra es difícil ver cómo podemos cambiar el Gobierno, pero creo que después eso sucederá con seguridad.
P. Me gustaría acabar con una pregunta que le formulan a su protagonista en la novela, ¿está usted también en contacto con algunos autores palestinos?
R. Recientemente escribí una historia para un libro palestino-israelí sobre la ocupación. Así que sí, estoy en contacto con escritores palestinos, especialmente en este momento. Deseo estarlo, y mantengo contacto con escritores palestinos que viven dentro de Israel, pero fuera de Israel no hay mucha voluntad del otro lado y tal vez nosotros en Israel no nos esforzamos lo suficiente.
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