25 de febrero de 1987. El entonces presidente sirio Hafez al Assad envía sus tropas a Beirut y liquida a 27 miembros de Hezbollah. El objetivo: mostrar la creciente influencia de Siria en el Líbano y su ventaja sobre Irán. Casi tres décadas después, este modus operandi se invirtió completamente bajo el régimen de Bashar al Assad, en un contexto en que Siria se hunde en una guerra que ya dejó más de 250.000 muertos y en que Teherán gana influencia en Damasco.
Para Irán, Al Assad hijo ha sido un aliado valioso, aunque no indispensable, asegura unanálisis publicado en The National Interest, una prestigiosa revista norteamericana de relaciones internacionales.
Que el régimen de Teherán y Hezbollah son aliados no es ningún secreto. El papel de Hezbollah ha sido clave en el campo de batalla de Siria. De hecho, logró prevenir la caída de Damasco.Y los terroristas recibieron una cantidad de armas y de apoyo político impensable bajo el mando de Al Assad padre. Los misiles de largo alcance Scud proprocionados a Hezbollah y la visita a Damasco por parte del líder terrorista Hassan Nasrallah ejemplifican esta nueva relación. Irán, sin dudas, trabaja para que el presidente sirio se mantenga en el poder. Pero ya planea el escenario futuro. Prepara el día después de su eventual caída. Más tarde o más temprano, creen las autoridades persas, el destino de Al Assad está sellado: perderá el poder.
A pesar de que Irán participa en la mesa de negociaciones en Viena, su estrategia pasa por alto el debate político. En cambio, busca aumentar su poder en el terreno sirio. Mira más allá de Al Assad con el objetivo de preservar sus propios intereses, que son tres: 1) asegurar el continuo suministro de armas a Hezbollah, 2) ganar el control de la estratégica región del Levante para apuntar a Israel, y 3) evitar que se establezca un gobierno en Siria que se oponga al régimen iraní.
Estos objetivos se cumplen hoy con el dictador. Pero Irán piensa más allá y ya arma estructuras militares no estatales que protejan sus objetivos para cuando caiga el jefe de Estado. Según la agencia de noticias Reuters, Teherán logró construir una fuerza alauita masiva con más de 200.000 hombres y ha reclutado combatientes chiitas desde Irak y Afganistán para llevar a cabo su lucha.
PARA IRÁN, BASHAR AL ASSAD HA SIDO UN ALIADO VALIOSO, AUNQUE NO INDISPENSABLE
Los terroristas libaneses ya negociaron un acuerdo con los rebeldes sirios que permitiría canjes de población de diferentes partes en Siria. El pacto implicaría mover poblaciones chiitas a Zabadani, cuya población se trasladaría a las zonas controladas por los rebeldes.
“Estas tácticas destacan el pragmatismo frío de Irán en Siria”, asegura la revista. “Hezbollah y las milicias pro-Irán están menos presentes en el norte y este de Siria. Esos territorios no son críticos para Irán y pueden ser cedidos a los rebeldes en un futuro”, agrega.
Al convertirse en un jugador importante en Siria, Irán también intenta meter su archienemigo Israel –al que llamó a borrar del mapa en reiteradas oportunidades– en un nuevo frente de batalla que ha estado tranquilo desde 1973. Pero el plan de la República Islámica para aumentar su influencia en los Altos del Golán es una línea roja para Israel, que en enero mató al líder de Hezbollah Yihad Mughniyeh. Recientemente las Fuerzas de Defensa abatieron a varios otros terrotistas de la guerrilla libanesa.
“En la consecución de sus objetivos, Irán también se está asegurando de que, si Al Assad cae, tendrá suficiente poder y presencia en Siria para garantizar su influencia y evitar que se forme un régimen hostil”, escribe la revista. Y concluye: “La estrategia de acumulación de Irán en Siria desecha el argumento de que su suerte estará ligada a Al Assad”.
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