El presidente de Israel, Reuven Rivlin, dedicó unas palabras esta mañana (Lunes) al último sobreviviente del campo de exterminio nazi Treblinka, Samuel Willenberg.
El funeral se realizó en Moshav Udim, en Israel. Durante la ceremonia de despedida el presidente Rivlin exclamó: “Estoy aquí parado en completo estado de shock, ante tu recientemente cavada tumba, Samuel. Parado ante tu valentía y espíritu. Ante la cara del heroísmo y el coraje judío. Estoy aquí parado en calidad de presidente del Estado de Israel ante la tumba del último testigo de Treblinka y ante mí, 850 mil judío más”.
“Mujeres, niños y hombres. Más de 850 mil judío fueron asesinados en el campo de exterminio Treblinka durante 13 meses. Judíos eran ejecutados, sofocados en las cámaras de gas y asesinados en diversas maneras horrendas. Solo 67 personas pudieron sobrevivir Treblinka. Tú estabas entre ellas, el último testigo”, expresó.
El presidente contó sobre su último encuentro con Samuel, el año pasado, cuando ambos viajaron a Polonia para la ceremonia de inauguración del museo judío de Varsovia. “Samuel describió con coraje lo que le había pasado. Con voz temblorosa había contado sobre el día en que había llegado al Campo de Exterminio. Habló sobre la persona que le salvó la vida. Contó sobre sus hermanas que fueron asesinadas y sobre las seis mil personas que viajaron con él a Treblinka y que fueron enviadas a las cámaras de gas”, dijo y agregó: “Setenta años pasaron desde entonces y Samuel seguía llorando a sus hermanas, a su madre. Jamás dejo de extrañarlas. Ahí en suelo polaco había dicho: ‘No soy un héroe de Israel. Israel tiene otros héroes’.
“Samuel estoy ante ti y digo: Sos un héroe. Sos el símbolo del heroísmo. El símbolo para toda una generación de sobrevivientes. Héroes. Fuertes y valientes. Optimistas que sobrevivieron la destrucción y pudieron crecer de nuevo. Héroes que experimentaron el horror y eligieron la vida”.
“La historia de Samuel Willenberg es la historia eterna del pueblo judío. Es la historia de esperanza y fe. De destrucción y renacimiento, de fortaleza y orgullo. Samuel se mudó a Israel. Formó una familia. Trabajó. Creó. Se hicieron películas sobre su vida y su libro se tradujo en ocho idioma. Dedicó su vida a los sobrevivientes del Holocausto”, remarcó.
Willenberg soñó con construir un monumento en Treblinka. Sólo quedaban piedras en su lugar. Dedicó sus obras de arte a la memoria del Holocausto. Una de sus esculturas se encuentra en la residencia del presidente.
“Debemos hacer todo lo posible para ayudar a los sobrevivientes para que vivan el resto de sus vidas con dignidad. Este es nuestro deber. Es un imperativo moral para las víctimas por nosotros mismos y con el fin de cumplir la voluntad de Samuel, hay que recordar y nunca olvidar. Que su memoria sea bendita”, finalizó.
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