Nos alegramos de los gestos encabezados por la Alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, en relación al antisemitismo, como la propuesta de concesión de la Medalla de Oro de la capital al diplomático Ángel Sanz Briz – conocido como el «ángel» de Budapest tras ayudar a huir de los nazis a más de 5.000 judíos – , o la adhesión del Ayuntamiento de Madrid a la iniciativa internacional “Alcaldes unidos contra el antisemitismo”.
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Sin embargo, los gestos contra el antisemitismo se convierten en máscara cuando ese mismo Ayuntamiento no condena enérgicamente la ola de ataques terroristas que asolan Israel desde octubre de 2015 (con 30 víctimas mortales y 357 heridos hasta el momento), ni tan siquiera el atentado más reciente, la explosión en un autobús de viajeros ayer en Jerusalén.
Parece que las llamadas genéricas contra el antisemitismo se transforman en la vida real en apoyos de su partido y dirigentes relevantes a movimientos antisemitas y discriminatorios, como el BDS, y su solidaridad con las victimas judías se limita a aquellas que fueron masacradas por dicha condición hace décadas y no a las que fueron asesinadas en Israel esta misma semana.
Esperamos que la presencia de la alcaldesa en el Yom HaShoá, el día de recuerdo del Holocausto, venga acompañada de una condena sin paliativos contra la expresión contemporánea del antisemitismo y el deseo de exterminar a los judíos: el antisionismo y la glorificación de los que pretenden la desaparición del Estado de Israel mientras se demoniza y se deshumaniza al único Estado judío.
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