Las esculturas y las pinturas de Moisés Cohen Cohen nos provocan una experiencia estética en torno al movimiento. Al dejarnos llevar por las líneas que fluyen en sus obras, podemos sentir espacios que se desenvuelven en direcciones ascendentes y descendentes, horizontales y verticales que forman laberintos infinitos que sorprenden en cada bifurcación. Las sensaciones que percibimos nos adentran en senderos misteriosos que nos despiertan la duda: el riesgo por experimentar lo desconocido.
Esta exposición se inserta en el nuevo proyecto titulado Imágenes vivas que tiene como objetivo dar presencia a propuestas que alimenten la diversidad, no sólo en torno a los aspectos artísticos, sino también de creadores que han contribuido a explorar la condición humana. Así, podemos distinguir, en cada obra, inquietudes que reflejan lo que no alcanzamos a entender. Algunas de las preguntas que surgen ante lo indescifrable en el arte son: ¿Cómo representar lo efímero?, ¿de qué manera enfrentamos los enigmas que nos producen las obras?, ¿Cómo explicar los silencios de lo sublime? Las exposiciones que forman parte de este proyecto tienen que ver tanto con el artista, con la obra en sí misma, y con el espectador, de tal manera que cada aspecto, aunque independiente, se conjuga en una expresión única.
Desde la perspectiva del creador, ahondamos en la trayectoria de vida del artista, sus experiencias y cuestionamientos que se reflejan indirectamente en la representación; por otro lado, el valor de la obra nos hace involucrarnos en la armonía, los colores, la proporción, las texturas y líneas que cada espacio contiene; por último, desde el espectador, los efectos que produce la obra en quien la mira posibilitan interpretaciones interminables que alimentan el goce estético. En este sentido, la obra se resignifica y se vuelve a crear a partir de cómo se observa. Las circunstancias y las situaciones forman parte de la percepción individual que dan nuevos enfoques de apreciación.
El proyecto Imágenes vivas invita a indagar diferentes identidades, valores, prácticas, historias y todos los aspectos que rodea al ser en todos los tiempos a través de las expresiones artísticas.
En esta ocasión, tenemos el privilegio de contar con la presencia de Moisés Cohen Cohen quien nos permite penetrar en los abismos que existen entre la imagen y la palabra. El artista nos muestra en su obra las grietas de incomprensión que enfrenta el ser humano frente lo inexplicable. Sabemos que Moisés es un creador judeo-mexicano cuya ascendencia siria es parte de su identidad. Su formación artística la adquiere, desde su adolescencia, en un constante aprendizaje de sus maestros: Eduardo Cohen, Isaac Stavans, Robin Bond o Adrián Barrera, por mencionar algunos. Sus exposiciones nos hablan de las múltiples inquietudes que experimenta en cada etapa de vida, así como las preguntas sin respuesta que derivan en nuevas preguntas reflejadas en cada mural, cada cuadro y cada escultura. Cohen ha incursionado en varias exposiciones, tanto nacionales como internacionales indagando los efectos que producen sus creaciones en los distintos espacios y públicos.
Ahora bien, desde la perspectiva de la obra en sí, tanto las esculturas como las pinturas nos hacen experimentar un universo contenido. La exposición que hoy presentamos se orienta a la entremezcla de dos géneros artísticos – la representación verbal y la figurativa- que, al relacionarlos producen metáforas visuales. Es claro que ni la palabra ni la imagen son calco una de la otra, sino que ambas son ficciones que el artista utiliza para motivar nuevas condiciones de expresión.
Los trazos de Moisés Cohen Cohen crea fronteras, espacios exteriores e interiores, produce abismos y superficies, en fin, un constante descubrimiento de ideas y sensaciones.
Por último, la mirada del espectador cierra el círculo hermenéutico, es decir, la manera en que significa en nosotros la obra. Entendemos que la interpretación tiene que ver con la perspectiva desde donde se observa, con el contexto y con la herencia cultural que cada espectador arrastra consigo. En este sentido, tanto lo verbal como lo visual son construcciones ideológicas que se despegan de la realidad. Como menciona Artigas:
El lenguaje verbal puede hacer lo mismo que el plástico porque en realidad, este último tampoco puede volver a presentar a lo que se refiere, sólo lleva hasta nosotros algunas de sus características (normalmente las que vemos): sólo tenemos signos del mundo y es lo único que podemos tener del mismo.
Así, cuando el verbo se deriva en imagen en las esculturas de Cohen, no sólo enfrentamos múltiples dimensiones y movimientos, sino símbolos misteriosos en que la caligrafía enlaza las letras para descender en la materia escrita.
De esta manera, la obra de Moisés se detiene en fragmentos de la realidad que, paradójicamente, muestran una realidad más amplia, es decir, un aca-ecimiento significativo, que, además de sostenerse por sí mismo, implica una especie de apertura.
Irene Artigas Albarelli, Galería de palabras. La variedad de la ecfrasis. México: UNAM/ Bonilla Artigas Editores/ Iberoamericana, 2013, p 117
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