Salieron a la luz durante un juicio contra uno de sus laderos en Nueva York. Fueron registradas por el primer medio gráfico que lo entrevistó en las montañas afganas, durante 1996. VEA LA GALERÍA.
Una casa primitiva, construida de barro cocido y piedras, en medio de un paisaje gélido y montañoso, de superficie irregular y cubierta de nieve, complica las caminatas que le gusta dar al dueño de la finca, Osama bin Laden, junto a sus hijos.
La descripción del refugio de Tora Bora, Afganistán, donde se escondió el líder terrorista más buscado del mundo durante más de una década, surge de una serie de 31 fotografías inéditas que salieron a la luz silenciosamente en el juicio contra Khaled al Fawwaz, acusado de conspirar a favor de los terroristas, que se lleva adelante en Nueva York.
Al Fawwaz, con base en Londres, era un ladero de Bin Laden que se encargaba de las comunicaciones. Con él había que dialogar si se quería entrevistar al jefe de Al Qaeda, y con él hicieron contacto los periodistas de la CNN Peter Arnett y Peter Bergen en 1997, y John Miller, deABC, un año después.
Pero hubo una entrevista previa, concedida a un periodista gráfico palestino, que se realizó en 1996 y de la que surgen las imágenes que salieron a la luz en este nuevo juicio.
Una estrategia de comunicación
Bin Laden estaba en guerra con las tropas norteamericanas, pero poca gente estaba enterada. A diferencia de lo que sucede en este momento con el Estado Islámico, que se vale del desarrollo de las redes sociales y de Internet en general para hacer llegar su mensaje de odio a todo el planeta,el terrorista saudita no lograba que los propios árabes se anoticiaran de su campaña antinorteamericana.
Por eso decidió contactar a Abdel Barri Atwan, director de Al Quds Al Arabi, un semanario independiente publicado en Londres que había sido muy crítico tanto con los EEUU como con varios gobiernos árabes durante la guerra del Golfo Pérsico.
“Osama amaba esas montañas”, asegura el periodista que lo entrevistó en Tora Bora
En agosto de 1996, Atwan publicó la primera fatwa de Bin Laden contra los Estados Unidos y la presencia de tropas en Arabia Saudita. Un mes después, señala CNN, su agente de prensa llamó a Atwan para ofrecerle lo que sería la primera entrevista concedida por el líder yihadista a un medio gráfico.
“Me dijeron que Osama apreciaba mis notas, que le gustaba mi estilo y que quería conocerme personalmente. Yo dudaba, porque era algo muy peligroso”, le confesó Atwan a Bergen, quien incluyó esas palabras en su libro El Osama bin Laden que yo conocí.
Pero en noviembre de 1996, Atwan aterrizó en Afganistán y su viaje quedó registrado en las imágenes que muestran al cerebro de Al Qaeda sonriente, relajado, rodeado de jóvenes, conversador y grabando mensajes en video. Eran momento de expansión, en los que el foco estaba puesto en comunicar su sangrienta ideología.
Algunas de las imágenes lo muestran con otro de los cerebros de la yihad: el sirio Mustafa Setmariam Nasar, más conocido como Abu Musab al Suri, considerado aún hoy como uno de los pensadores más influyentes en los círculos radicales islamistas. Nadie ha sabido de él por más de una década.
El refugio secreto en la montaña
El itinerario de Bin Laden desde sus años en la resistencia antisoviética en Afganistán es bastante conocido: al finalizar esa guerra se afincó en Peshawar, Pakistán, donde forjó la idea de “la base”, Al Qaeda, pero en 1992, las autoridades lo invitaron a retirarse. Pasó cuatro años en Sudán hasta que las presiones de los EEUU obligaron al régimen islamista a pedirle que busque nuevo refugio. Entonces, hizo contacto con los talibanes afganos que acababan de tomar el poder, y allí regresó.
Según Atwan, Bin Laden disfrutaba la vida en la montaña y tenía un territorio cerrado cuya descripción resulta casi idealista: “Él amaba la naturaleza del lugar. Amaba la montaña. Ellos trataban de tener su propia comunidad, sembrar su propia comida”, recuerda.
Cuando viajó a la entrevista, el periodista palestino debió ser disfrazado como un lugareño y recorrió una ruta de tierra durante siete horas, atravesando paisajes escarpados y puestos de control para finalmente ser presentado a Bin Laden en la cueva donde éste vivía.
Era un espacio pequeño, de apenas 6×3 metros de superficie. Había una biblioteca con libros sobre el Corán y la vida de Mahoma, que Bin Laden solía usar como fondo para sus entrevistas o mensajes grabados en video. Le gustaba difundir que vivía en un refugio similar al que utilizaba Mahoma cuando recibía las revelaciones: una simple cueva de la montaña.
Atwan cuenta que, además de una larga charla y caminata de dos horas por las laderas nevadas,le ofrecieron un almuerzo incomible, que consistía en un queso muy salado y un pan amarillento. Poco después, se sentó en la famosa cueva, sobre un colchón que se apoyaba sobre una enorme cantidad de cajas. Estaban repletas de granadas.
“Quería exposición en los medios. Quería decir: ‘Ahora soy una figura internacional, no solo un saudí. Estoy ofendido con los norteamericanos que ocupan Arabia Saudita y profanan la tierra sagrada'”, recuerda Atwan en el libro de Bergen.
Sus camaradas llamaban “Abu Abdullah” a Bin Laden, en referencia a que era el padre de Abdullah, su hijo mayor. Otros dos de sus hijos, entonces todavía adolescentes -Saad y Ali- aparecían de a ratos en la finca. Él nunca se separaba de su rifle kalashnikov.
En ese momento, tenía tres esposas y muchos más hijos, pero era difícil adaptarse a la vida en Tora Bora, donde las únicas luces nocturnas eran la luna y unas pocas linternas de gas. Unas pequeñas estufas de leña apenas disimulaban el crudo frío que penetraba por todos lados. Arroz, queso, pan y huevos era toda la comida disponible. Najwa Ghanem, su primera mujer, madre de 11 de sus hijos, lo abandonó poco antes del 11-S, el ataque a las Torres Gemelas.
Meses después, cuando tropas de los Estados Unidos comenzaron a rodear Tora Bora, huyó a Pakistán, donde finalmente murió en la famosa incursión de los Navy Seals sobre Islamabad, en la noche del 1 al 2 de mayo de 2011.
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