El 23 de diciembre de 1791 Catalina II, “La Grande”, emperatriz de Rusia, autorizó la creación de una Zona de Asentamiento, un área en la parte occidental del imperio en el que los ciudadanos judíos debían residir. Sus fronteras, que fueron abolidas formalmente solo en 1917, cambiaron con el tiempo, al igual que las reglas sobre los judíos que estaban exentos de vivir ahí. Sin embargo, este lugar fue hogar de aproximadamente cinco millones de judíos, que se estimaba que era un 40% de la población mundial de judíos de ese entonces.
La medida se tomó tras que se incorporara una mayor cantidad de judíos en los dominios rusos, lo que los convirtió en una importante minoría. Tras el dictamen, los judíos no podían vivir a 50 kilómetros de la frontera occidental de la Zona, supuestamente para evitar que contrabandeen bienes.
Tampoco podían vivir en algunas de sus ciudades más grandes, como Kiev, Sevastopol y Nikolev, ni podían establecer nuevos asentamientos en pueblos rurales. Además había restricciones sobre su derecho a llevar a cabo actividades agrícolas.
Artículos Relacionados: