Irán lanzará nuevo canal de Televisión para América Latina: Islam vía satélite en español

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Dentro de poco se cumplirán dos años que desde ATENEA me preguntaba por la visita de Ahmadineyad a Brasil, con el título “Ahmadineyad en Brasil. ¿A qué?”.

Desde entonces, y en varias colaboraciones, he intentado trasladar la inquietud que me produce, lo que advierto como una descarada estrategia de islamización en el conjunto de países de Iberoamérica. Seguiré haciéndolo cada vez que observe cómo se van dando pasos en la captación de las almas que, ya está bien de complejos, la cristiandad se encargó de sacar de la noche de los tiempos.

Danilo Sirio López, presidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión, al hilo de lo que pretendo comentar en mi reflexión de hoy, ha declarado que “con la adecuada cooperación, Teherán y La Habana pueden suministrar a la audiencia mundial información precisa y actualizada al minuto, en una colaboración a tres en la que se incluye la red de televisión TeleSUR, que facilitaría las cuestiones técnicas desde Caracas”.


El cubano Sirio se refiere al lanzamiento, previsto para fin de año, de un canal de televisión iraní en lengua castellana (españolas son todas las que se hablan en el estado según el Artículo 3 de la Constitución) que utilizando dos satélites de los denominados “libres” emitirá para toda Iberoamérica, donde podrá verse con cualquier parabólica convencional provista de su correspondiente sintonizador.

De acuerdo con el anuncio hecho público por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Irán, “esta nueva red española tendrá un papel importante en la reflexión de la legitimidad ideológica de nuestro sistema para el mundo”.
Y me pregunto: ¿se puede reflexionar contra esa legitimidad? Mucho me temo que no.

De momento, para trabajar en cualquiera de las sucursales que la emisora tendrá en Perú, Argentina, Ecuador, Venezuela y, cómo no, en Madrid, no basta con ser musulmán, chiíta y periodista de alto nivel. Es necesario ser hombre.

Permítanme hacer un bucle a un asunto tangencial. Es muy sencillo desmontar en claves de ópera bufa el complot denunciado para atentar contra las embajadas de Israel y Arabia Saudí en Washington y asesinar al responsable de esta última. Acusar a Irán de estar detrás de la preparación utilizando a un vendedor de coches de segunda mano que, pagado por un pariente cercano de un alto cargo de los servicios secretos iraníes, debería contactar con elementos del cártel mexicano de los Zetas para llevar a cabo los atentados, con la promesa, además, de establecer vínculos estables para alimentar el mercado de la droga en México, la verdad es que tiene poco por donde agarrarlo. Sin embargo, no es la primera vez que se denuncian operaciones de este tipo y en este preciso momento, el embajador al que supuestamente intentaban asesinar es una pieza clave en la trastienda de lo que se pueda estar cocinando entre Estados Unidos y Arabia Saudí, a propósito de cuáles van a ser los parámetros de la relación que uno y otro país vayan a mantener con la inexcusable potencia regional que representa el antiguo imperio persa. Pero no es por ahí por donde quiero seguir.

La semana pasada, como consecuencia de estos hechos, el Comité de Exteriores del Congreso de los Estados Unidos ha puesto sobre la mesa que “Irán quiere tener en toda América Latina una plataforma para sus actividades terroristas”. La polémica está servida y me temo que no será exclusivamente México quien reciba indicaciones de cómo tiene que lidiar con los iraníes.

Dando por sentado que la islamización del orbe es uno de los preceptos de la religión fundada por Mahoma y que conseguir mayor poder que su rival suní, ha sido, es y será es uno de los principales objetivos de cualquier líder espiritual iraní, ¿cuáles son, hoy, los otros intereses que el régimen iraní tiene en reforzar sus relaciones con Iberoamérica en su conjunto?

En primer lugar, y según mi opinión, estableciendo una presencia significativa en el continente americano, y teniendo en cuenta el elevado número de hispano parlantes en los Estados Unidos, se debilita la influencia norteamericana en la región, al tiempo que se obtienen beneficios en la opinión pública, esenciales para el diálogo que la administración Obama intenta promover con Teherán en la resolución de la cuestión nuclear.

En el plano económico, cualquier relación que Irán establezca con cualquier país, ayudará a mitigar los problemas que suponen las sanciones que el país está sufriendo, especialmente si los vínculos se establecen con un país como Venezuela, esencial para ayudar al refino del petróleo que Irán es incapaz de procesar para su exportación.

Por lo que respecta a su lucha contra la existencia del estado de Israel, la difusión de sus postulados contribuye a debilitar la influencia de las comunidades judías en los distintos países de la región. En este sentido, ya ha conseguido que Venezuela y Bolivia rompan sus relaciones diplomáticas con Israel y que, por ejemplo, la comunidad judía de Caracas haya sufrido actos de vandalismo en repetidas ocasiones.

Por último, y admitiendo (que es mucho admitir) que Irán se esté preparando para pasar a la acción contra Occidente, el establecimiento de una red de “durmientes” en toda Iberoamérica constituye una excelente herramienta para ser empleada contra Estados Unidos e Israel llegado el momento.

Permítanme invitarles a visitar www.hispanTV.com para que comprueben ustedes mismos cuál será el formato de la nueva cadena de televisión. Vean cómo en la distribución que hacen de las regiones informativas del mundo, curiosamente, se establece que, por un lado está “Canadá y Estados Unidos”, y por otro están “Las Américas”.

Personalmente, después de verlo sólo me queda la duda de si David Tejera, quien junto a la princesa Doña Letizia fuera cara amable de los informativos de CNN+, se habrá tenido que convertir al Islam para hacerse cargo del programa que llevará por título “Cine a Contracorriente”.

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