Mientras la ONU dedica sus operaciones de derechos humanos a la demonización del estado democrático de Israel por encima de todas las demás y condena a los Estados Unidos con más frecuencia que la gran mayoría de las no-democracias en todo el mundo, las voces de las verdaderas víctimas en todo el mundo deben ser escuchadas.
La Guardia Revolucionaria de Irán desplegó fuerzas en tres provincias para sofocar una erupción de disturbios antigubernamentales, según confirmó su comandante luego de seis días de protestas que dejaron 21 personas muertas.
Miles de iraníes participaron el miércoles en protestas progubernamentales en varias ciudades en una demostración de fuerza patrocinada por el estado destinada a contrarrestar los disturbios que representan el desafío más constante para la elite clerical de la República Islámica en casi una década.
La televisión estatal transmitió imágenes en vivo de las manifestaciones en las ciudades del sudoeste de Kermanshah e Ilam y en la ciudad norteña de Gorgan, donde los manifestantes ondearon banderas iraníes y fotos del líder supremo, el ayatollah Ali Khamenei.
Pero, en señal de preocupación oficial por la resistencia de las protestas, el comandante de la Guardia Revolucionaria, general de división Mohammad Ali Jafari, explicó que había enviado fuerzas a las provincias de Isfahan, Lorestán y Hamadán para hacer frente a “la nueva sedición”.
La mayoría de las víctimas entre los manifestantes ocurrieron en esas regiones. La Guardia Revolucionaria, la espada y el escudo de la teocracia chiita de Irán, fue fundamental para reprimir el levantamiento de 2009, matando a docenas de manifestantes en ese momento.
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