“Exigiremos justicia, el Informe Goldstone debe ser tirado en el tacho de basura de la historia”, dijo el primer ministro, Biniamín Netanyahu en reacción a la retractación de Goldstone sobre su Informe acerca de la guerra en Gaza.
En un artículo de opinión publicado en el Washington Post, Goldstone afirmó que en estos momentos cuestiona sus propias conclusiones con respecto a la Operación Plomo Fundido, y lamentó haber acusado a Israel de haber perpetrado crímenes de guerra durante la campaña en Gaza.
El ministro de Defensa Ehud Barak dijo que Israel exigirá que Goldstone retrotraiga su reporte del podio de las Naciones Unidas.
Sin embargo, el Informe Goldstone elaborado por un comité supeditado a la Comisión de Derechos Humanos de la ONU –que aprobó una decisión a tales efectos en la Asamblea General- solo podría ser rescindido si la Asamblea General de la ONU aprueba otra resolución que declare el informe nulo e inválido.
Tal medida tiene como precedente histórico la Resolución 3379 de la Asamblea General de la ONU, de 1991, que anuló la declaración de 1975 que alegaba que el sionismo era “una forma de racismo”. Tal decisión fue tomada tras la Conferencia de Madrid en 1991.
Por el momento una retractación oficial del Informe Goldstone sería imposible. “No existen posibilidades de que se apruebe esta decisión hoy en día”, precisó una alta fuente de Jerusalén. “Ahora, todo es política”.
El lobby árabe tiene un enorme peso en la Asamblea General, que es tradicionalmente difícil de sortear, a lo que se debe agregar la ola de disturbios en el Oriente Medio, y la cuestionada posición internacional de Israel en estos tiempos; por lo tanto, es casi imposible que el tema pueda ser incorporado a la agenda.
Si Israel insiste en introducir el tema, solamente como una cuestión simbólica, será difícil que pueda hacerlo sólo. “Exigir revisar la resolución en este momento, nos podría provocar más perjuicios que beneficios”, dijo una fuente política.
Teóricamente, Israel podría pedirle a Estados Unidos que lo haga por él, pero dadas las frías relaciones de la administración del presidente Barack Obama, es dudoso que Washington lo tome como una prioridad.
En Jerusalén muchos consideran que Israel debe focalizar sus esfuerzos en destacar la victoria moral, en vez de luchar por los matices, por lo menos hasta que cambie la posición internacional del Estado judío.
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