Daguestán, con una población de unos 3 millones de personas, es étnicamente diversa con más de 40 tribus y un número similar de lenguas. Todas son comunidades pequeñas con tradiciones duraderas. En gran medida, los matrimonios siguen llevándose a cabo entre miembros de la tribu.
Los juhuro, también llamados los “judíos de las montañas”, llegaron desde los montes del Cáucaso, están orgullosos de su identidad y rehuyen la etiqueta de “diáspora judía”, agregó Redmond.
Aunque muchos judíos en todo el mundo desean ser enterrados en Israel, los judíos daguestaníes están “muy vinculados a su tierra” y la prefieren para que sea su lugar de descanso final, sin importar dónde fallezcan, señaló.
Valeriya Nakshun, cuya familia huyó de Daguestán hacia Estados Unidos durante las guerras de Rusia en la vecina Chechenia en la década de 1990, dijo que sus ancestros se consideraban semiautóctonos de la región porque llegaron de Persia y el Levante hace siglos.
Ella aún tiene parientes en Majachkalá y Derbent, incluida su abuela materna.
“Aún están conmocionados por el ataque y todavía lo están procesando”, manifestó. “A pesar de que la sinagoga está quemada, están agradecidos por estar a salvo”.
Su padre, Boris Nakshun, creció en Daguestán cuando formaba parte de la Unión Soviética, en una época en que a los judíos, musulmanes y cristianos no les era permitido practicar su fe abiertamente. Los rituales —entre ellos las circuncisiones y las bodas— tenían que llevarse a cabo en secreto, y la relación entre todas las comunidades era cordial en gran medida, indicó.
Aunque los judíos daguestaníes conmemoran las mismas fiestas que otros judíos, las tradiciones y los alimentos son distintos. Para la Pascua, la familia de Nakshun cocina un platillo de arroz con fruta seca y una costra espesa en el fondo de la olla, estofado a las hierbas y sopa de huevo. En la festividad del Yom Kipur encienden una vela en dos bandejas distintas, las cuales representan a los vivos y a los muertos.
“Es como recordar a tus ancestros, pero también orar por los vivos”, manifestó Nakshun.
Al idioma de los judíos daguestaníes se le llama juhuri, una rama del dialecto tat de origen persa hablado por los musulmanes locales, dijo Ronald Shabtaev, lingüista y estudiante de doctorado en la Universidad Bar-Ilan de Israel. El juhuri sólo es hablado por judíos, y tiene varios dialectos, agregó.
“El juhuri no ha aislado a los judíos del Cáucaso del resto del mundo judío”, dijo Shabtaev. “Por el contrario, ha ayudado a preservar el patrimonio y la tradición judías, y a mantener la identidad etnorreligiosa de los judíos de las montañas”.
El juhuri, que tiene un rico vocabulario con palabras hebreas y arameas, es un idioma en peligro de desaparecer, hablado o comprendido por menos de 200.000 personas en todo el mundo, incluidas 30.000 en Estados Unidos, indicó. Varios miembros de la familia de Nakshun, incluido el padre de Valeriya Nakshun y su abuela paterna de 96 años, están entre ellos.
La relación entre judíos y musulmanes en Daguestán ha sido históricamente “estratificada”, pero en gran medida amistosa, dijo Redmond. Ella vio a personas de religiones distintas saludar a sus vecinos en la calle e invitarse mutuamente a tomar té.
“Hay un elevado nivel de conocimiento acerca de las religiones de cada cual, sus festividades y hábitos alimenticios”, añadió.
Pero eso no ha descartado la presencia de tensiones, incluso durante las guerras chechenas y el incremento más reciente en el extremismo, azuzado por ciertos espacios en línea, manifestó Redmond.
El rabino Lazar dijo que una mayoría de la población musulmana en Daguestán aún tiene una buena relación con los judíos y comparte la consternación por los ataques del domingo.
“Este no fue sólo un ataque contra los judíos, sino también contra iglesias, el Estado y toda la gente”, manifestó. “A la mayoría de los musulmanes en Daguestán también les preocupa esta nueva ola de extremismo. Pero sabemos que esto proviene desde el exterior del país, y un porcentaje muy pequeño de musulmanes están influenciados por esa ideología”.
Calcula que, después de un éxodo de judíos durante las guerras chechenas, sólo quedan unas 500 familias en Derbent y unas 200 en Majachkalá.
Lazar dijo que no ha hablado con el presidente Vladímir Putin tras el ataque, pero alberga esperanzas de que Daguestán, incluida su comunidad judía, recibirá protección de parte del Estado.
Nakshun y su padre no se sienten tan optimistas.
“No creo que a Putin le importe lo que ocurre en Daguestán, o siquiera que comprenda lo que está pasando allí”, sentenció Boris Nakshun, quien añadió que en gran medida Moscú hace caso omiso de la región, y dijo seguir preocupado por familiares y miembros de la comunidad que se quedaron allá.
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