Una veintena de investigadores y estudiosos expertos en lengua sefardí, reunidos en dos jornadas académicas de trabajo en Madrid (España), firmaron el 21 de febrero su compromiso de lograr que el gobierno de Israel reconozca a la Academia Nacional del Judeoespañol, el primer paso en firme para constituirse en el miembro número 24 de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE).
Los especialistas en el ladino o sefardí, como se conoce al judeoespañol, lengua hablada por los judíos expulsados de España en 1492 y sus descendientes, acordaron que la Autoridad Nacional del Ladino de Israel, protectora de la lengua en el país hebreo, comience las gestiones para la creación de esta academia, largamente deseada por la comunidad judeoespañola de Israel.
El director de la Real Academia Española (RAE) y presidente de la ASALE, Darío Villanueva, fue quien anunció el acuerdo para la constitución de la academia nacional del ladino en el Estado de Israel. De ser aprobada por las autoridades israelíes, como esperan, los estatutos de la nueva academia serán visados por la RAE y, a continuación, “la Academia Nacional del Judeoespañol en Israel tendrá vida plena y autónoma para elegir a sus miembros, sus cargos y para solicitar la entrada en la ASALE”.
Tres académicos correspondientes de Israel (miembros de la RAE) redactan el acuerdo de creación de la nueva academia
Esta incorporación a la ASALE, señaló Villanueva, está previsto que pudiera ser efectiva para el próximo congreso de la Asociación de Academias, que se celebrará a fines de 2019. A partir de ese momento se convertiría en la academia “hermana” número 24 junto a las existentes en España (RAE), América (incluida nuestra Academia Argentina de Letras), Filipinas y Guinea Ecuatorial, la última incorporada en 2016. De esta forma, añadió Villanueva, “la ASALE podrá considerarse perfecta y cerrada, ya que cubrirá, con sus veinticuatro corporaciones, todo el espectro de la hispanidad”.
La Academia “dignificará” el ladino, pero también servirá para incrementar su estudio a través de sus tradiciones y de la herencia que ha quedado después de estos cinco siglos, según afirmó Villanueva. En el mundo, hay poco más de medio millón de judeohablantes, de los que el mayor número reside en la capital de Israel. Así, la academia estaría formada por ciudadanos de ese país, aunque pueda contar con expertos como asesores o académicos extranjeros.
Foto de familia con los académicos firmantes del acuerdo de constitución de la Academia del Judeoespaño
Imagen: Delcastellano.com
Desde el año 2013, las comunidades sefardíes del mundo celebran, en cercanía a la fiesta de Janucá, el día de su lengua madre, es decir del ladino, también conocido como judeoespañol o sefardí. El ladino es una variedad dialectal del español que hablan los sefardíes, descendientes de los judíos expulsados de la península ibérica a finales del siglo XV. El Diccionario de la lengua española lo define como “lengua religiosa de los sefardíes, que es calco de la sintaxis y del vocabulario de los textos bíblicos hebreos y se escribe con letras latinas o con caracteres rasíes. Se caracteriza por conservar muchos rasgos del castellano anterior al siglo XVI”.
Esta lengua se conformó —luego de la expulsión de la península ibérica en 1492 por los Reyes Católicos— en los territorios de acogida, el joven Imperio Otomano y Marruecos principalmente. En su construcción confluyeron léxico, sintaxis, fonética y otros rasgos gramaticales del hebreo, del español y de las lenguas de los países o regiones donde estos judíos expulsados se asentaron, en especial el griego o el turco.
Esta lengua de comunicación plena entre los sefardíes conoció el esplendor entre el 1600 y mediados del siglo XVIII. Hoy es hablada por miles de descendientes de aquellos judíos que se vieron obligados a abandonar los reinos cristianos peninsulares a fines del siglo XV. Se habla principalmente en Israel, Asia Menor, Turquía, Francia, Estados Unidos, el norte de África, los Balcanes y la Argentina.
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