Las protestas contra el Museo Judío en Madrid: odian a los judíos

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Las protestas contra el Museo Judío en Madrid: odian a los judíos. A los vivos, a los muertos, a su historia y a lo que representan. También a los que luchan contra el antisemitismo.

 

Desde ACOM denunciamos asqueados las reacciones antisemitas del entorno de Podemos a raíz de la concesión por parte del Ayuntamiento de Madrid de un inmueble a la Fundación Hispano-Judía para la construcción del Museo Judío en la ciudad.


 

Máscaras fuera: tras contar milongas a medios de comunicación y votantes crédulos durante años, este caso evidencia que el problema de Podemos y su banda no es con el gobierno de Israel, ni siquiera con la existencia del estado judío que pretenden destruir con sus socios de la Yihad iraní. Su problema es la mera existencia de los judíos y “lo judío”. En nuestro país y allí donde se manifieste.

 

El hecho de que esos sectores estén representados en el Gobierno de España, ayuntamientos y gobiernos autonómicos debería horrorizar a cualquier ciudadano normal, por muy anestesiada que esté nuestra sociedad, ante la normalización de estas expresiones de odio de la ultraizquierda contra una minoría de nuestro país.

 

Desde luego, la repugnancia que produce un gobierno de estas características, con la connivencia cómplice del Partido Socialista, no pasará desapercibida a la opinión pública internacional, para la que el gobierno de España y sus socios acabarán siendo parias inaceptables, representantes de una anormalidad democrática de tintes tercermundistas y reminiscencias neonazis.

 

Los enfermos de odio han puesto su diana especialmente sobre Alberto Ruiz Gallardón, Vicepresidente de la mencionada Fundación que gestionará dicho museo. Desde ella, el que fuera Ministro de Justicia, Presidente de la Comunidad de Madrid y Alcalde de la Capital de España, desarrolla una actividad filantrópica que no hace sino continuar su labor política en contra de la discriminación y las expresiones de odio, así como la recuperación del legado judío en nuestro país.

 

Mientras que los que berreaban consignas de odio contra Ruiz Gallardón en las redes sociales ocultan sus verdaderas intenciones llenándose la boca de “multiculturalidad” (sin mover un dedo antes de recibir la correspondiente subvención), el curriculum del exalcalde no deja lugar a dudas de su compromiso con la tolerancia y con la historia:

 

Alberto Ruiz Gallardón, Doctor Honoris Causa por la Universidad de Haifa, es el gran impulsor la Ley de concesión de nacionalidad para los sefarditas expulsados de España en 1492, una reforma legal que fue aprobada por unanimidad en el Congreso de los Diputados y que le valió el Premio Or Janucá de la Comunidad Judía de Madrid.

 

Ruiz-Gallardón también fue, en calidad de responsable de la cartera de Justicia, el impulsor del cambio del Código Penal, que adoptaba una posición beligerante contra cualquier tipo de discriminación, acto xenófobo e incitación a actos de odio, incluyendo la negación del Holocausto.

 

Pero, además, lo que los chuscos socios del Presidente Sánchez ignoran (u ocultan), es que el vínculo afectivo que liga a Ruiz-Gallardón con las comunidades judías va más allá de su encomiable rol como político; también es personal. En numerosas ocasiones el ex-ministro ha recordado con emoción el papel de su familia en el salvamento de judíos de las garras de los nazis durante el Holocausto. Entre el grupo de héroes españoles que salvaron a judíos durante la Shoá, figuran el bisabuelo y el abuelo de Alberto Ruiz-Gallardón.

 

Su bisabuelo, José Rojas y Moreno, salvó la vida y los bienes de decenas de judíos sefardies rumanos como embajador en Bucarest, donde contó con el apoyo de su hijo, que trabajaba como agregado comercial. Rojas y Moreno consiguió, gracias a sus contactos con las autoridades rumanas, que no se aplicaran las leyes antisemitas a los 110 judíos españoles que vivían en ese país, librándoles de la tortura y la muerte en los campos de exterminio.

 

Mientras expedía visados, Rojas Moreno hizo poner carteles en las casas de los judíos que decían “aquí vive un español”, lo que les protegió de las detenciones.

 

Es nuevamente esclarecedor que los mismos que desean la desaparición física del estado de Israel, el hogar seguro para todos los judíos del mundo (mientras, aclaran, “no ser antisemitas”), esputen su discurso de odio contra una iniciativa que reconcilia a España con su historia judía, y muy especialmente centren sus diatribas contra Ruiz Gallardón, ejemplar en la lucha contra el odio a los judíos.

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