Un grupo de alumnas del colegio Santa María del Naranco entra en el Auditorio Príncipe Felipe para recibir distintas charlas sobre el Holocausto, con motivo de su 68 aniversario. A la pregunta de «¿qué es para vosotras el Holocausto?», la respuesta son miradas cómplices y silencio.
Reconocen que no tienen «ni idea, no sabemos explicarlo». Óscar Ruiz, sin embargo, lo tiene algo más claro. «La persecución que los alemanes realizaron contra los judíos». A lo largo de la mañana, las dudas se fueron disipando. En tan solo una noche, explica una de las ponentes, «se quemaron 1.900 sinagogas, 800 comercios, más de 100 casas, mataron a 91 judíos y otros 30.000 fueron llevados a campos de concentración, de los que solo podían salir bajo la promesa de abandonar Alemania». Tan solo era el comienzo, pero los alemanes ya actuaban como un pueblo superior destinado a gobernar el mundo.
Aída Oceranski, presidenta de la Comunidad Judía en Asturias, define el Holocausto como «el punto más bajo al que puede llegar la Humanidad». «Es imprescindible que los alumnos sepan lo que significó». En el acto de ayer participaron un total de 14 colegios, más de 600 alumnos de Secundaria y Bachillerato, procedentes de toda Asturias.
«La educación es la herramienta básica para que esa barbarie no se repita», opina Oceranski. «Hay que hacerles ver el horror para que cuando oigan hablar de expulsar alguien de aquí sean capaces de reflexionar».
Durante aquellos años de persecución asesinaron a más de 20 millones de personas. En el siglo XX, recuerda Oceranski, «han muerto más de 100 millones de personas, a las que han quitado la vida por intolerancia, por no comprender que hay gente distinta». Ella deja claro que «todos somos personas», y como judía asegura que «los mitos que existieron a nuestro alrededor fueron absolutamente falsos».
Ayer en el Auditorio, los más de 600 alumnos entendieron el significado del genocidio, del Holocausto, y reflexionaron sobre ello para recuperar la responsabilidad social y crear actitudes de prevención de la violencia.
La jornada lleva realizándose años, y la idea es continuar con ella porque «la memoria no se puede perder».
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