El ministro del Interior de Israel, Moshe Arbel, anunció que examinará la posibilidad de revocar la ciudadanía de siete ciudadanos israelíes sospechosos de espiar para Irán. Esta medida surge tras el arresto de los sospechosos, incluidos dos menores, quienes supuestamente actuaron como agentes iraníes durante los últimos dos años. Las autoridades de seguridad del país continúan investigando el alcance de sus actividades.
El ministro Arbel enfatizó que Israel reforzará la aplicación de la ley en casos de traición y abuso de confianza, subrayando la necesidad de castigar severamente a quienes trabajen en contra del país. “Israel, como nación que defiende la vida, actuará con firmeza para denunciar y expulsar a quienes traicionen su confianza”, declaró Arbel.
Los siete sospechosos, arrestados a principios de septiembre, están acusados de haber llevado a cabo entre 600 y 700 misiones de espionaje en nombre de Irán. Entre las actividades realizadas se incluye la documentación de instalaciones de seguridad sensibles y bases militares, así como la transmisión de información estratégica a Irán. Los fiscales han presentado cargos por “ayudar al enemigo en tiempos de guerra”, lo que podría conllevar penas de cadena perpetua o incluso la pena de muerte.
A pesar de que no se les vincula directamente con la reciente invasión de Hamás en octubre, las investigaciones apuntan a que los datos recabados por estos espías podrían haber sido utilizados para guiar ataques iraníes y de grupos aliados desde Gaza y Líbano en los últimos años. Las autoridades de seguridad, incluyendo el Shin Bet, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), la policía y el Mossad, continúan evaluando cómo estas actividades lograron pasar desapercibidas durante tanto tiempo.
Este caso subraya la gravedad de la amenaza interna que enfrenta Israel, y plantea nuevas preguntas sobre las políticas de seguridad y la lealtad ciudadana en tiempos de guerra.
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