Murió el rabino Baruj Plavnick

Por:
- - Visto 429 veces

“Con la Torá (Biblia) en una mano, y el diario en la otra”, repetía Baruj Plavnick cada tanto, en algún sermón y parafraseando a su maestro, Marshall T.Meyer, el rabino norteamericano que llegó a Buenos Aires a fines de la década del 50 y revolucionó las vidas de miles de judíos argentinos. Entre ellos, la suya, que acaba de apagarse a manos del Covid-19, virus al que resistió durante más de un mes en el hospital Finochietto.

¿Cómo hablar de Baruj Plavnick en pasado? ¿ Cómo hablar de su inmenso y desafiante legado si hasta hace poco más de un mes estaba allí, firme, con 69 años recién cumplidos al frente de la sinagoga Pardés, que fundó en 1992 y en donde desarrollaba una inmensa tarea pastoral? Baruj hacía honor a esa frase del rabino Meyer que le gustaba tanto, recolectando comida para los necesitados, con bolsas de trabajo, encabezando donaciones de sangre y, en los últimos meses, ofreciendo la sede de su sinagoga como centro vacunatorio. En pelea directa contra el virus, ofrecía consuelo y sabiduría cada shabat vía Zoom, primero desde su casa junto a su esposa, Peli, luego presente y con una mínima compañía de colaboradores y feligreses, en la sede comunitaria que creó luego de dejar la comunidad Bet-El, ubicada en el barrio de Belgrano y en la que sirvió también por muchos años.

Antes de contagiarse, Baruj se enojaba mucho con las injusticias que trajo aparejada la pandemia, y hasta llegó a calificar en plena prédica de “terrorismo de Estado” las vacunaciones de quienes, valiéndose de su cargo o sus influencias, se saltearon la fila y consiguieron la inmunización que no le llegó. Se conmovía con el dolor del otro, intentaba ayudarlo, y era implacable con los indiferentes y cínico.


Fue el último shabat de marzo, Baruj contó con emoción una visita conjunta durante la dictadura militar a la cárcel de Villa Devoto, cuando su mentor soportó sin pestañear la humillación y se desnudó ante la requisa, con tal de poder acceder a visitar a un detenido que necesitaba consuelo. El recuerdo lo llevó, seguramente, a su participación como rabino durante la Guerra de Malvinas en 1982, en la que llevó su mensaje de esperanza a los soldados judíos que participaron de aquella batalla desigual.

Baruj tenía un carácter difícil. Tanto que podía agarrarse a trompadas con algún joven seminarista que lo desafiaba, o romper con un gesto violento la desinformación que algún dirigente comunitario pretendía instalar, como sucedió durante las primeras horas que siguieron al atentado a la AMIA. Siempre fue fiel a lo que pensaba y retaba a los cercanos y lejanos si consideraba que estaban en falta o que no daban todo lo que podían. Se oponía a “la mirada sectaria y fundamentalista amenaza la continuidad judía más que la asimilación” en referencia a la ortodoxia judía, y con el mismo énfasis se alejaba de las componendas políticas con sectores del poder, dentro y fuera de la comunidad judía.

En sus largas décadas como rabino, dejó una huella inmensa en todos quienes compartieron con él una jornada de estudio, una ceremonia de bar mitzvá o un casamiento, muchos de los cuales generaron una cadena de WhatsApp que de manera incesante pidió por su vida hasta el último instante. “Nuestro maestro y rabino, Baruj Plavnick ZL falleció hoy día. Un rabino pionero, líder, con un mensaje claro en medio de la confusión. Su ausencia será dolorosa. Su recuerdo y legado continuarán guiándonos. Que su alma esté unida a los lazos de la vida eterna”, escribió el titular decano del Seminario Rabínico Latinoamericano, Ariel Stofenmacher.

“Dios nos pide que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Suena irracional. ¿ Cómo hacer para amar al que nos lastima, al que compite con nosotros?”, dijo en una de sus últimas prédicas. La pregunta seguirá latiendo en todos quienes lo quisieron, atontados hoy por el dolor y una sensación de injusticia en el pecho.

Deja tu Comentario

A fin de garantizar un intercambio de opiniones respetuoso e interesante, DiarioJudio.com se reserva el derecho a eliminar todos aquellos comentarios que puedan ser considerados difamatorios, vejatorios, insultantes, injuriantes o contrarios a las leyes a estas condiciones. Los comentarios no reflejan la opinión de DiarioJudio.com, sino la de los internautas, y son ellos los únicos responsables de las opiniones vertidas. No se admitirán comentarios con contenido racista, sexista, homófobo, discriminatorio por identidad de género o que insulten a las personas por su nacionalidad, sexo, religión, edad o cualquier tipo de discapacidad física o mental.


El tamaño máximo de subida de archivos: 300 MB. Puedes subir: imagen, audio, vídeo, documento, hoja de cálculo, interactivo, texto, archivo, código, otra. Los enlaces a YouTube, Facebook, Twitter y otros servicios insertados en el texto del comentario se incrustarán automáticamente. Suelta el archivo aquí

Artículos Relacionados: