El mismo Indiana Jones se avergonzaría de los resultados de una enorme excavación contra el saqueo realizada en el desierto de Judea de Israel en la que se encontraron piezas históricas como fragmentos de rollos del Mar Muerto, un esqueleto de un niño de 6.000 años de antigüedad, monedas usadas por los rebeldes judíos durante el Imperio Romano y la canasta tejida más antigua conocida por la humanidad.
La operación empezó en 2017 cuando la Autoridad de Antigüedades de Israel (IAA), las agencias gubernamentales y voluntarios se pusieron a inspeccionar más de 80 kilómetros de cuevas en el área del Mar Muerto con drones, rapel y técnicas de escalada de montañas para acceder a las casi inalcanzables cavernas.
Las condiciones climáticas allí permitieron la preservación de documentos antiguos como los Rollos del Mar Muerto que incluyen las primeras copias conocidas de la Biblia y, como tales, llamaron la atención de los saqueadores en busca de hacer fortunas.
Los participantes de la excavación querían llegar a estos sitios antes que los salteadores y, al conseguirlo, fueron recompensados con una gran cantidad de hallazgos importantes de varios períodos.
Por ejemplo, fragmentos de un rollo griego del Libro de los Doce Profetas fueron descubiertos en una cueva donde los rebeldes judíos se escondieron hace casi 1.900 años.
Se trata de los primeros rollos bíblicos que se descubren en el área en los últimos 60 años. Estos se encontraron en la llamada Cueva del Horror, una caída de casi 80 metros desde la cima del acantilado a la que sólo fue posible acceder con una cuerda.
Los arqueólogos también hallaron un alijo de monedas con símbolos judíos como un arpa y una palmera datilera de la época de la rebelión de Bar Kojba, así como puntas de flecha, telas tejidas, sandalias e incluso peines para sacar los piojos.
Además, la Cueva del Horror contenía un esqueleto parcialmente momificado de un niño envuelto en tela que data de hace unos 6.000 años.
Los investigadores creen que se trataba de una niña de entre 6 y 12 años al momento de morir.
“Cuando movimos dos piedras planas, descubrimos un hoyo poco profundo cavado de forma intencional debajo de ellas que contenía un esqueleto de un niño colocado en posición fetal. Estaba cubierto con una tela alrededor de su cabeza y el pecho -como una pequeña manta- y sus pies sobresalían de ella. Era obvio que quien enterró al niño lo había envuelto y empujado los bordes de la tela debajo de él, tal como un padre cubre a su hijo con una manta. El esqueleto sostenía un pequeño paquete de tela”, contó Ronit Lupu, prehistoriadora de la IAA.
A su vez, jóvenes voluntarios encontraron una enorme e intacta canasta tejida con una tapa que data de unos 10.500 años y ofrece información sobre formas de almacenamiento en los tiempos anteriores a la invención de la cerámica.
Los investigadores creen que es la canasta más antigua hallada en el mundo y señalan que se conservó muy bien debido a las condiciones áridas.
“Tenemos que asegurarnos de recuperar todos lo que aún se encuentra en las cuevas antes de que lo hagan los ladrones. Incluso hay algunas cosas no tienen valor”, dijo Israel Hasson, director de la IAA.
Para él, el equipo del desierto mostró un “valor excepcional, dedicación y devoción” con su descenso hasta las cuevas ubicadas “entre el cielo y la tierra, cavando y tamizando en ellas, respirando un polvo espeso y sofocante y regresando con hallazgos de un valor incalculable para la humanidad”.
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