Otra vez chocan los servicios de inteligencia israelí con Netanyahu, ahora por el pacto con Irán que estos apoyan

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El general (retirado) Amós Yadlin, ex jefe del Servicio de Inteligencia militar de Israel, altamente respetado por lo serio y agudo de sus análisis, encabeza en los últimos años el más prestigioso Centro de Investigación de Israel.

En la campaña electoral previa a los comicios del mes de marzo, fue candidato del Grupo Sionista al cargo de ministro de Defensa, pero sin sumarse al marco partidario, sino como «nombramiento profesional».

Al no formar dicho partido el Gobierno, Yadlin volvió al INSS. Días atrás nos recibió en su despacho para una extensa entrevista. El tema es el reciente acuerdo nuclear con Irán.


– Creo que resulta inevitable comenzar esta entrevista planteando el tema del reciente acuerdo nuclear firmado por las potencias con Irán. Usted ya dejó en claro que no le parece un buen acuerdo, aunque, por otro lado, criticó lo que llamó la «histeria exagerada» del Gobierno israelí. Comencemos por el primer punto. ¿Por qué dice usted que es un mal acuerdo?

– El pacto en efecto es problemático. Creo que hay que juzgarlo de acuerdo a tres parámetros centrales: el nuclear a corto plazo, el nuclear a largo plazo y el parámetro no nuclear, o sea convencional. En cuanto al tema nuclear a corto plazo, este acuerdo tiene algunas ventajas ya que no sólo congela sino que retrocede el plan, lo reduce, y profundiza el control en comparación al menos con la situación actual. Con esto se compra unos 10-15 años, lo cual no es poco. Pero al mismo tiempo, tomando en cuenta un plazo intermedio o largo, los iraníes recibieron legitimización de su programa nuclear de modo ilimitado. O sea que dentro de 15 años podrán tener 100 mil centrifugadoras, o 200 mil. Podrán volver a enriquecer uranio al 20%, podrán instalar centrifugadoras adelantadas y, de hecho, de acuerdo a lo que dijo el presidente Obama – no el primer ministro Netanyahu – tendrán la bomba «a distancia cero», a su alcance. Y es más que lógico suponer que si deciden irrumpir hacia la bomba misma, no se los podrá detener.

El tercer prisma de análisis es el de la actividad negativa desplegada por Irán, el sabotaje, el apoyo al terrorismo, el aliento a guerras civiles, el extremismo, el llamado a destruir a Israel. Todos estos temas se verán fortalecidos por cientos de miles de millones de dólares que Irán recibirá ahora a raíz del levantamiento de las sanciones. Y dado que el acuerdo se ocupa solamente del tema nuclear, los iraníes tienen mano libre para dedicarse a estos otros puntos. Por lo tanto, cuando se pone el acuerdo sobre la balanza, a pesar de sus aspectos positivos en términos de reducción ahora del programa nuclear iraní, el todo indica que el acuerdo es muy problemático en las otras dos dimensiones que mencioné.

No es Munich

– Usted ha dicho, sin embargo, que el Gobierno de Israel reaccionó con «histeria exagerada», en relación a la reacción del primer ministro Netanyahu y del Israel oficial en general. ¿Por qué? ¿Considera que desde el momento que se firmó el acuerdo, hay que comprender que aquí no funcionará ser Don Quijote contra molinos de viento, que no se lo podrá frenar y que entonces hay que tratar de ver cómo minimizar los daños?

– Mi crítica se concentra en dos aspectos. Uno está relacionado a la parte sicológica. El intento de comparar entre este acuerdo y Munich 1938 me parece inadecuado. Vivimos en un país fuerte, sólido, aprendimos las lecciones de la Shoá, no estamos en Europa sino que creamos nuestro propio Estado, tenemos un ejército fuerte y podemos lidiar con amenazas. Esto es una amenaza seria, pero no una nueva Shoá. Eso se relaciona a la diferencia entre la situación de los judíos en 1938 y ahora. Pero creo que la pregunta es si cabe comparar entre la actitud de la arena internacional de entonces y la de hoy.

Creo que no nos hemos quedado solos. A pesar de toda la crítica que tenemos a la administración norteamericana, ésta se ha comprometido con que Irán no sea una potencia nuclear. Creo que han socavado la posibilidad de lidiar con eso, pero su compromiso para con la seguridad de Israel aún es alto. Por eso no me gustó escuchar la música de la comparación con los años ’30. El otro tema es que hay que mirar hacia adelante, dado que es muy probable que el acuerdo sea aprobado.Ya ha sido confirmado por el Consejo de Seguridad. Y si no es aprobado en el Congreso norteamericano, el presidente Obama impondrá su veto y, en ese caso, la probabilidad de que el Congreso consiga la mayoría necesaria para sobreponerse a ese veto, es muy baja. Por eso creo que ahora lo que hay que hacer es organizarse para lidiar con el significado problemático del acuerdo, lo cual hay que hacer junto con Estados Unidos.

Es por eso que yo recomendé ir por una senda que conduzca a un acuerdo paralelo. Nosotros no somos parte del acuerdo de Viena, no somos parte del Grupo 5+ 1 y no firmamos ningún acuerdo con Irán. Tenemos que lograr un acuerdo paralelo con los norteamericanos que de hecho confirman que se ocuparon solamente del tema nuclear y dejaron de lado todos los demás.

Así que hay que ver cómo podemos, ellos y nosotros juntos, sí ocuparnos de los otros temas. Y también ver cómo prepararse, en relación a este acuerdo nuclear, para la posibilidad que Irán lo viole y que en algún momento irrumpa hacia el desarrollo concreto de la bomba atómica. Debemos lograr ciertos entendimientos con los norteamericanos acerca de cómo seguir trabajando en el área de Inteligencia para contrarrestar el hecho que la supervisión no es suficientemente buena. Hay que ver cómo se define una violación sustancial del acuerdo, qué hacemos si hay una violación de ese tipo, cómo se fortalece a Israel ante los peligros. Y me refiero más que nada a los peligros convencionales que derivan del acuerdo, por ejemplo si Irán fortalece a Hezbolá, a la Yihad Islámica, y usa terrorismo contra Israel. En estos puntos mi posición difiere de la del primer ministro, aunque sí estoy de acuerdo con su postura que afirma que el acuerdo es muy problemático, o que es un mal acuerdo.

No cambian

– Amós, unos pocos días después de firmarse el acuerdo, el líder supremo de Irán pronunció un discurso sumamente hostil , propio de enemigos. Supongo que no lo sorprendió ¿verdad?

– No, no me sorprendió. Jamenei es quien toma las decisiones en Irán, como líder supremo. Y él mantiene sus posturas extremistas contra Israel y Estados Unidos. Él también impuso numerosas limitaciones al acuerdo y, de hecho, los norteamericanos aceptaron la mayor parte de ellas. Él dijo que no será clausurada ninguna instalación nuclear, y no se cerró ninguna instalación nuclear. Dijo que no habrá supervisión en bases militares, y aunque sí hay buena supervisión en sitios nucleares conocidos, en todo el resto es un problema. Porque no se puede buscar en lugares que se sospecha que existen y que tienen actividad nuclear sino sólo en los confirmados, públicos. El acuerdo al que llegaron dificulta mucho la supervisión en lugares desconocidos. Y todos los puntos en los que insistió el líder supremo, los recibirá dentro de 10 y 15 años, así que nada me sorprende.

Logros y errores de Netanyahu

– Le quiero formular una pregunta que quizás sea un tanto difícil plantear a quien fue candidato a ministro de Defensa del Grupo Sionista con el Partido Laborista. Pero dado que a usted también lo caracteriza su integridad intelectual y no sólo su paso pasajero por la política, sí se la planteo. ¿Hay puntos en los que usted puede decir que el primer ministro Netanyahu logró mejorar la situación de Israel en cuanto al tema nuclear iraní? Es que por un lado llevó a una confrontación con la administración Obama pero por otro, creo que si no hubiera sido por su presión, quizás no se habrían impuesto las sanciones duras de los últimos años a Irán. ¿No es verdad?

– Quisiera recalcar ante todo que si bien fui el candidato del Grupo Sionista al cargo de ministro de Defensa, no me sumé activamente a la política. Me postulé en calidad de nombramiento profesional, pero apenas quedó claro que el Grupo Sionista no formaba el Gobienro, volví al Instituto. Y mis posturas aquí no son políticas. Se refieren sí a temas políticos, estratégicos, lo cual es otra cosa. Sobre Netanyahu creo que hay que decir que se merece el crédito de haber concientizado a la comunidad internacional acerca del problema de Irán. El haber preparado la opción militar, fue lo que llevó entre 2010 y 2012 a la comunidad internacional a imponer sanciones duras a Irán, precisamente para evitar la implementación de la opción militar.

Creo que este crédito no se le puede quitar al primer ministro. Tampoco se lo quité en la campaña electoral. Pero sí tengo críticas a la forma en que el primer ministro maneja las relaciones con Estados Unidos. No estoy convencido de que esa forma aporte a la lucha en el tema de Irán. Creo que al ir a pronunciar su discurso en el Congreso, en cieta medida impidió que los dos partidos se planten juntos contra un mal acuerdo con Irán sin consideraciones políticas partidarias. Los demócratas dudan hoy si ir contra el presidente en el tema de Irán, porque ahora se lo percibe como un asunto republicano. En cierta medida fue el primer ministro quien llevó a esta situación y es por ello que en parte me opuse a que vaya al Congreso. El hecho es que eso no ayudó. No creo que tengamos que involucrarnos en la lucha dentro del Congreso. Es un asunto norteamericano interno. Israel tiene que trabajar con la administración y creo que eso no se da lo suficiente.

Los errores de Obama

– Ahora es un poco tarde quizás para plantear esta pregunta, ¿pero cree que también el presidente Obama es culpable en parte de la situación en la que están las relaciones? No sé si corresponde usar este término, «culpa», pero se lo pregunto porque la sensación es que a menudo su política en Oriente Medio, es una seguidilla de errores y muestras de falta de comprensión de la mentalidad y los procesos en la región. ¿Qué opinión tiene al respecto?

– Creo que la palabra «culpa» no es buena aquí, aún si el presidente Obama cometió errores. Es indudable que Oriente Medio es un lugar muy complicado para elaborar una política efectiva. Uno nunca sabe concretamente quién se equivoca más. ¿Fue el que usó la fuerza quizás de modo exagerado, como el presidente Bush, respecto a lo que pasó en Irak? En la práctica lo desmembró, lo cual es gran parte de la problemática que llevó luego a la creación del Estado Islámico. ¿Hacer de más resulta más perjudicial que inacción? Y sin duda el presidente Obama va más al lado de la inacción por su deseo de desvincular a Estados Unidos de las guerras en Oriente Medio. Pero yo creo que lo preocupante es que en Washington está desarrolándose un enfoque que ve en Irán la solución a los problemas de Oriente Medio, más que la fuente de los problemas de la región. Creo que es un enfoque equivocado.

– ¿Esto puede pasar por la aparición del Estado Islámico?

– Digo que es un error porque el hecho es que Irán es fuente de inestabilidad en Oriente Medio. Hay tendencia a ver a Irán como un país estable, pero creo que es un error ya que es una fuente muy grande de inestabilidad. Influye en Irak, en Siria – donde apoya a Assad en la cruel guerra civil que ya ha matado a aproximadamente un cuarto millón de personas -, en Yemen, Líbano, Gaza. En todos estos lados Irán alienta el terrorismo. Considero que es una ilusión ver a Irán como fuente de estabilidad.

Oficialmente, la administración tiene reservas respecto a esta postura, pero se oye de boca de círculos diversos en Washington, que deben ser tomados en cuenta. La administración dice que no tiene ilusiones respecto a Irán, que lo que querían era resolver el problema nuclear. Sea como sea, la prueba de la administración será si logra elaborar una política de dos surcos, en la que por un lado, en el tema nuclear, sea fiel a lo que firmó, y por otro, en todo lo relacionado al comportamiento negativo de Irán en otros temas, el sabotaje, apoyo al terrorismo, la violación de derechos humanos, sepa enfrentarse a Irán tal cual lo ha hecho en el pasado. Esa será su prueba.

Fuente: Semanario Hebreo de Uruguay

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