Como consecuencia de las constantes amenazas de invasión rusa a Ucrania y lo sucedido en la frontera, organizaciones humanitarias avisaron que su trabajo se hace dificultoso. Y las víctimas de toda esta situación son los judíos ucranianos ancianos y pobres a los que ayudan.
En charla con The Times of Israel, la representante del Comité Conjunto de Distribución Dani Gershcovich en Kiev dio su parecer. “Cuando comenzaron las últimas tensiones, se sumaron a una situación que ya no era buena para la población en general y los pobres”.
Y agregó: “La nueva situación no contribuye a nadie. No ayuda, no calma las cosas, no mejora la situación económica aquí, no crea nuevos puestos de trabajo. Los pobres, para quienes somos su salvavidas, se vuelven cada vez más pobres. ¿Qué pasará en un mes? ¿Qué pasará en dos meses?”.
Las tropas rusas y las advertencias occidentales ya pasaron factura en la economía ucraniana. Por este motivo, las organizaciones de ayuda ahora deben averiguar cómo proporcionar los mismos servicios, muchos de los cuales salvan vidas.
Julia Goldenberg, fundadora de All-Ukranian Charitable Fund-To You en 2013, dio su punto de vista. “Si pudiéramos reparar dos habitaciones con el dinero que teníamos, ahora no es fácil reparar ni siquiera una. Si hace meses el precio del repollo eran 11 hryvnia por kilo, ahora son 22. La gente siente miedo y no sabe lo que pasará”.
El Comité de Distribución Conjunta, la organización humanitaria judía más grande del mundo, opera siete centros comunitarios judíos y 18 heseds (o favores) en Ucrania. Además, colaboran con más de 37.000 judíos ucranianos ancianos, que incluyen 9.900 sobrevivientes del Holocausto.
Por su parte, esta se encuentra mejor equipada para operar bajo amenaza de guerra por su adaptación a la pandemia de coronavirus. Y decidió frenar todas sus actividades presenciales para personas mayores a inicio de 2020.
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