Reflexionan sobre el impacto del Holocausto y del régimen nazi en la obra pictórica de Boris Lurie

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Dentro de las 95 obras que integran la exposición No complaciente. Boris Lurie en México, en el Museo Nacional de las Culturas del Mundo (MNCM), existe una pequeña hoja de papel con el dibujo de un típico pueblo alemán: la casa con vigas de madera y la sugerida silueta de una iglesia en el horizonte.

 

Aunque la escena puede parecer idílica, su apreciación es otra si se considera que fue creada después del 13 de abril de 1945, cuando su autor fue liberado del campo de concentración de Buchenwald-Magdeburgo, Alemania, donde él y su padre, Ilja Lurie, habían trabajado como esclavos del régimen nacionalsocialista.


 

Al dictar la conferencia Boris Lurie en México. La inimaginable proximidad de la propia muerte, organizada por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y el MNCM, el historiador del arte Jürgen Kaumkötter reflexionó sobre lo definitorio que para el creador de origen ruso fue la Shoah, término hebreo que significa ‘catástrofe’, usado por el pueblo judío para referirse al Holocausto.

 

De acuerdo con el también director del Centro para las Artes Perseguidas, de Solingen, Alemania, la obra dibujada por Lurie, en una hoja de 26 por 11 centímetros, debió ser una forma simbólica de recobrar su libertad y comenzar a expresar las atrocidades vividas en los guetos y los campos de concentración.

 

Tales experiencias, agregó el conferencista, marcaron para siempre la vida y la obra artística de Boris Lurie (1924-2008), toda vez que además de su propia reclusión, el nazismo le arrebató a su abuela, su madre, a una de sus hermanas y a su novia de la juventud, quienes fueron parte de las 26 mil víctimas de la Masacre de Rumbula, en diciembre de 1941.

 

También destacó el papel que México tuvo para la libre difusión de las ideas, los escritos y el arte de hombres y mujeres que se vieron forzados a dejar Europa de manera previa y en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial.

 

Un ejemplo, citó Jürgen Kaumkötter, fue la editorial El Libro Libre, fundada en 1942 por refugiados alemanes que encontraron hogar en México, luego de que muchos de ellos, considerados igualmente comunistas en una época de radicalismos, no fueron admitidos para entrar en Estados Unidos.

 

Desde ese sello, autores como Egon Erwin Kisch, Lion Feuchtwanger, Anna Seghers, Bruno Frank y Heinrich Mann, entre otros, continuaron escribiendo en su lengua materna y enviaban sus libros a Alemania, los cuales se distribuían clandestinamente por medio de diversas librerías francesas.

 

“En los años 40 del siglo XX, la Ciudad de México se convirtió en uno de los pocos lugares del mundo en los que se decía y se publicaba la verdad sobre el nazismo”, declaró.

 

Mediante un paralelismo con la obra de Lurie, Kaumkötter evocó La rebelión de los santos, novela publicada por El Libro Libre, en 1944, en la que el escritor Ernst Sommer refirió a la imposibilidad de muchos sobrevivientes del Holocausto para narrar o verbalizar lo ocurrido: “Los que vivieron, y quizá vivan aún en esos lugares, quedaron lejos de formar parte de los seres vivos, pues no solo la propia muerte es posible. Inexorablemente penetra los oídos el grito de la muerte de los otros […] Al escucharlo la espalda se debilita y las rodillas tiemblan. Uno siente que se le cierra la garganta y falta el aire, uno siente la inimaginable proximidad de la propia muerte”, concluyó el historiador citando a Sommer.

 

La exposición No complaciente. Boris Lurie en México representa la primera ocasión en que la obra del artista se exhibe en nuestro país. Permanecerá hasta el 21 de mayo de 2023, en el MNCM (calle Moneda No. 13, Centro Histórico de la Ciudad de México). Entrada libre.

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