Tras una visita de menos de 48 horas en Israel, última etapa de la gira regional que también le llevó a Egipto y Jordania, Pence puso rumbo a Washington tras las declaraciones que agrandan aún más la distancia con los palestinos, generada por el anuncio, el 6 de diciembre de 2017, del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de reconocer a Jerusalén como capital de Israel.
La principal proclamación fue el anuncio de que la embajada estadounidense será trasladada a “finales de 2019” de Tel Aviv a Jerusalén, ciudad donde ningún país tiene su legación diplomática, porque la parte oriental fue ocupada por Israel en la Guerra de los Seis Días, de 1967, y anexionada en 1980 contra las resoluciones de la comunidad internacional.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, visiblemente satisfecho, destacó que la visita de Pence ha supuesto “una excepcional expresión de la poderosa relación entre Israel y EU”, antes de partir al Foro Económico, en Davos.
“Le agradecemos lo que hace, ha hecho y hará por el pueblo judío”, remarcó también el presidente israelí, Reuvén Rivlin, que recibió a Pence en su residencia de Jerusalén, al tiempo que lamentó la actual relación con los palestinos.
“Más allá de las palabras” del presidente palestino, Mahmud Abás, “debemos seguir con el compromiso por la paz, a pesar de la poca confianza que nos queda en estos momentos”, insistió ante el boicot del dirigente palestino, que decidió buscar en Bruselas el apoyo europeo al proceso de paz.
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