El último criminal nazi juzgado por un tribunal alemán ha sido condenado a menos de dos semanas de prisión por cada una de sus víctimas mortales. Se trata de John Demjanjuk, considerado culpable de 28.060 cargos de complicidad en asesinato como guardia del campo de concentración de Sobibor y al que un tribunal de Munich acaba de condenar a 6 años de prisión, que no se cumplirán debido a su avanzada edad.
Demjanjuk, de 90 años, ha conseguido atrasar el juicio reiteradamente durante 16 meses, alegando problemas de salud. Su abogado, Ulrich Busch, después de fracasar con su estrategia de negar la verdadera identidad de Demjanjuk y afirmar que nunca fue adjudicado al campo de exterminio nazi de Sobibor, había inundado el tribunal durante los últimos meses con mociones que solicitaban nuevas pruebas y testigos.
Los jueces rechazaron las últimas mociones, más de 350, aduciendo que muchas planteaban cuestiones ya resueltas en el tribunal y que otras eran más declaraciones que solicitudes. Demjanjuk, que no ha pronunciado una sola palabra desde su aparición en el tribunal en noviembre de 2009 y asiste al juicio postrado o en silla de ruedas, amenazó a finales de febrero con una huelga de hambre si no se admitían a trámite nuevas actas en su defensa.
Rechazaron, por ejemplo, un pedido de nuevos análisis de una tarjeta de identidad emitida por los nazis que supuestamente muestra una foto de Demjanjuk e indica que fue enviado a trabajar como guardia en Sobibor. Los expertos atestiguaron que la tarjeta parece genuina, pero la defensa sostuvo que estuvo originalmente en manos rusas, por lo que podía tratarse de una falsificación hecha por la KGB soviética.
Se ofreció como guarda voluntario
Pero según ha podido probar la Fiscalía, el hombre que no se quita las gafas de sol en el interior de los juzgados es efectivamente Demjanjuk, nacido en Ucrania, reclutado por el ejército soviético y capturado en 1942 por los nazis. Tras una corta detención, se ofreció como guarda voluntario y fue adjudicado al campo de Sobibor, donde fue ascendiendo en la escala jerárquica debido a su “efectividad”.
En la década de los 50 consiguió huir de Alemania y emigró a EEUU, cambió su nombre de pila, Iván, por el de John y adquirió la nacionalidad estadounidense. En 1975 fue identificado como criminal nazi y fue extraditado a Israel, donde se le juzgó como el presunto “Iván el Terrible” de Treblinka y fue condenado a morir en la horca en 1988. Tras cinco años en el corredor de la muerte se revocó la condena, al identificarse como “Iván el Terrible” a otro ucraniano, Iván Marchenko.
Regresó a EEUU, país que le había retirado la ciudadanía, pero donde siguió viviendo como apátrida por tener ahí a su familia. La fiscalía de Múnich reabrió el sumario en 2008, tras el descubrimiento de una antigua hoja de servicios que lo identificaba como uno de los llamados “trawniki” (guardas voluntarios), conocidos por su extrema crueldad. Tras un largo tira y afloja, agotados todos los recursos ante la justicia de EEUU, fue entregado a Alemania en mayo de 2009.
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