En julio próximo Sudán del Sur convertirá en un Estado independiente y, por
ende, en la nación más joven de África y del mundo. Sin embargo, aunque rico en
petróleo, el nuevo país se enfrenta a enormes desafíos, en particular el
subdesarrollo y las tensiones étnicas entre la diversidad de su población. Pero
la determinación de los sureños de autogobernarse no pudo ser más clara.
En el reciente referendo, cuyos resultados finales fueron publicados este lunes,
cerca del 99% votó a favor de la independencia. Muchos sudaneses rastrean los
problemas a la época del colonialismo británico, cuando las dos regiones eran
gobernadas por separado, pero mantenidas como una sola nación. Desde la
independencia de Sudán en 1956, el sur se ha sentido excluido y ha sufrido dos
guerras civiles, en las que un estimado de más de dos millones de personas han
muerto.
El nuevo Estado nace de un parto difícil pero con una identidad marcada: la
división es visible incluso desde el espacio. Imágenes satelitales del país más
grande de África muestran la aridez del norte, sólo aliviada por el fértil
corredor del río Nilo, en contraste con los verdes de pastizales, pantanos y
bosques tropicales en el sur. Y más allá de la división geográfica está la
separación cultural entre un norte más rico, musulmán de habla árabe, y un sur
más pobre, cristiano y animista, devastado por años de conflicto y abandono.
La creación de Sudán del Sur es resultado el Acuerdo General de Paz de 2005 que
puso fin a dos décadas de guerra civil. La violencia comenzó cerca de la ciudad
fronteriza de Malakal, en el estado de Alto Nilo el jueves y se extendió a otros
tres lugares, después de que soldados del sur se negaran a ser desarmados y
trasladados hacia el norte en medio de una disputa sobre cuál ejército
conservará la propiedad de los equipos militares. Cuando asuma la presidencia de
Sudán del Sur, el ex líder rebelde Salva Kiir tendrá que hacer gala de una
amplia capacidad de negociación. Aún quedan sobre la mesa de conversaciones
entre Jartum y Juba, la capital del sur, temas como la ciudadanía del estimado
de millón y medio de sureños residentes en el norte y, especialmente, el estatus
el estatus de la región petrolífera de Abyei.
Sudán es el tercer mayor productor de petróleo de África subsahariana y más del
80% de las reservas de crudo conocidas del país se encuentran en el sur. Los
optimistas apuestan a que a ambas partes de Sudán le interesa el entendimiento
porque, como todos los oleoductos recorren el norte, ambas partes se
beneficiarían de lograr un acuerdo pragmático. Así, como el petróleo que fuera
una fuerza motriz para la guerra en el pasado- podrá ser ahora el motor para la
paz.
Artículos Relacionados: