Un cementerio judío sobrevive en una planta de General Motors

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El cementerio Beth Olem es, como muchos otros lugares para el descanso eterno, un lugar envejecido, con un surtido de lápidas en diferentes condiciones, tamaños y estilos, y está cercado por una pared de ladrillo y una puerta de hierro.

Sin embargo, está completamente rodeado por un vecino poco común: una enorme planta de fabricación de autos.

El sereno oasis verde está en medio de estructuras de acero y concreto en terrenos de la planta Hamtramck de General Motors Co. de Detroit, donde se fabrican Chevrolet Volts, Cadillacs y otros autos. Para mantener la seguridad en las instalaciones, el acceso al cementerio está limitado a un par de días al año — normalmente los domingos más cercanos a los feriados judíos de Rosh Hashaná y Pascua — y a algunas peticiones especiales. Este año, la apertura de la Pascua se demoró un mes, hasta el pasado domingo, cuando acudieron un par de docenas de personas.


 Foto: AP Photo

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El cementerio judío, con 1.100 tumbas de entre finales de la década de 1860 a finales de 1940 en sus casi 0,9 hectáreas, ha sobrevivido a peculiaridades históricas. La mayor fue un acuerdo alcanzado hace unos 35 años para preservar el camposanto cuando GM obtuvo aprobación del Tribunal Supremo de Michigan para su polémico intento de demoler unas 1.500 viviendas y negocios, varias iglesias y hospitales para poder construir una nueva fábrica.

Los visitantes que pasan el control de seguridad de GM y conducen un kilómetro (una milla) más alrededor de la planta llegan a un arco de hierro con letras parcialmente oxidadas en las que puede leerse “BETHOLEM CEMETERY” (“Cementerio Betholem”).

Dado el paso del tiempo y el acceso poco frecuente, responsables del cementerio dijeron que visitantes sin conexión con los fallecidos superan en número a los descendientes. Aun así, entre los que se acercaron al lugar el pasado domingo estaba Susan Brodsky, quien vio por primera vez la tumba de su bisabuelo, Chlavno Cantor, que falleció en 1909. Encontró la conexión a través de su hija, Olivia Brodsky, que estaba haciendo un trabajo de genealogía para la escuela, y luego fue confirmada por un primo de edad avanzada.

“Dijo que estaba en la planta de Cadillac”, dijo Susan Brodsky, parada junto a la lápida con la palabra “Cantor” en inglés y el resto en yiddish. “Al principio me senté y dije ‘¿Dónde? ¿Dónde? ¿Qué está diciendo?’ Después busqué en Google ‘viejos cementerio judíos en Detroit’ y fue bastante obvio… Era esto”.

La existencia del cementerio no es muy conocida, que quienes buscan en internet pueden encontrar alguna información. Organizaciones judías y de historia local, además de un semanario judío de la zona, suelen escribir ocasionalmente de él. Otros lo conocieron cuando abrió sus puertas a esos cibersitios y medios sociales.

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