Villa palestina de 340 habitantes capta la atención global

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Yosef Nawajaa caminó a grandes zancadas entre las casas de campaña adornadas con banderas palestinas, diseminadas a través de huertos secos y colinas rocosas, gritando, deleitado, a un hombre en la cercanía: ”¿Oye, te enteraste? ¡John Kerry habló sobre Susiya!”

”¡Kerry!” exclamó el hombre, con mirada que decía, ”No es posible’’.

Nawajaa, de 38 años de edad, estaba equivocado, pero no por mucho, en su observación con respecto al grado de crecimiento excesivo que había tenido la causa de su diminuta comunidad. No fue el Secretario de Estado John Kerry sino John Kirby, el portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos, quien exhortó hace poco a Israel a que no destruyera Susiya.


¿Cómo encontró su camino hasta el escenario global un caserío de 340 palestinos en un polvoso rincón del sur de Cisjordania?

Sus residentes apuntan a una cadena de sucesos que empezó hace dos décadas con visitas de extranjeros que simpatizaban con ellos y que ahora ha hecho de Susiya un símbolo de activistas pro palestinos de cómo Israel ha buscado mantener el control sobre grandes partes de la ocupada Cisjordania.

”Nosotros no pudimos haber imaginado todo esto’’, dijo Nawajaa, mientras dos de sus 12 hijos discutían por un helicóptero de juguete. ”Los israelíes solían destruir nuestra aldea, y nosotros dormíamos en la espesura silvestre, en la lluvia, y nadie sabía nada de nosotros’’.

El problema es que los residentes de Susiya al parecer siempre le estorban a Israel. La comunidad ha sido desplazada tres veces en los últimos 30 años, y sus residentes están nuevamente ante un desalojo. A menos que la Suprema Corte de Israel ordene que oficiales de la defensa den marcha atrás y acepten un plan maestro para la aldea, Susiya pronto será demolida.

El fallo de la corte llegará el 3 de agosto, pero los residentes temen que los trascabos no esperen tanto tiempo. Dicen que algunos oficiales los han visitado para advertirles que partes de la comunidad pudieran ser demolidas antes. El abogado de los pobladores, Qamar Mashriki-Assad de Rabinos por Derechos Humanos, dijo que a ella le habían mostrado un mapa y una lista de edificios programados para desaparecer.

Residentes de Susiya ahora viven en un tramo de tierra entre un sitio arqueológico de Israel y un asentamiento judío de nombre muy similar, Susya. Ellos fueron expulsados de sus hogares en 1986 para abrirle paso a la excavación arqueológica, de la cual se desenterró una sinagoga del siglo IV con piso de baldosas que tenía inscripciones en hebreo.

Fueron desalojados de nuevo en 1990, por razones poco claras, y una vez más en 2001 como castigo colectivo por la muerte a balazos de un colono judío. Sin otra parte a donde ir, terminaron en sus huertos y pastizales, improvisando hogares con carpas de lona impermeable y de concreto.

Su tierra yace en lo que se conoce como Área C, parte de Cisjordania bajo la supervisión directa de dependencias israelíes, en vez de por la Autoridad Palestina. Es muy difícil que los palestinos obtengan permiso de construir en buena parte del Área C, al grado que Israel ha atraído críticas internacionales.

Oficiales israelíes aseguran que es cuestión de ley y planeación. Un portavoz militar dijo en una respuesta por escrito a preguntas en el sentido que lo que actualmente es Susiya ”fue construido ilegalmente y al lado de un sitio arqueológico’’. Oficiales israelíes se reunieron con residentes para ”discutir’’ las decisiones de la Suprema Corte ”y estudiar soluciones alternativas en conformidad con las considera de planeación’’, dijo el portavoz.

Los palestinos dicen que una de las propuestas consiste en reubicarlos en un área en las afueras de Yatta, poblado a poco más de un kilómetros y medio. Sin embargo, residentes de Susiya temen que si abandonan sus huertos y pastizales, su tierra sea ocupada por los colonos judíos en los alrededores. Naciones Unidas ha dicho que los residentes de Susiya ya carecen de acceso a más o menos dos tercios de su tierra agrícola – aproximadamente 202,000 hectáreas – debido a que yace dentro o cerca del asentamiento judío.

Los residentes de Susiya dicen que están siendo presionados para marcharse porque los colonos quieren extender su comunidad para llegar al sitio arqueológico, con su tangible evidencia de que los judíos estuvieron aquí hace 1,700 años.

”Somos como una espina en su garganta’’, dijo Sara Nawajaa, de 70 años de edad, sobre los colonos. (Muchos de los residentes de la comunidad son miembros de la tribu nawajaa y usan ese apellido.) ”Nosotros no nos marcharemos, porque si lo hacemos, ellos vendrán y construirán casas’’, dijo.

Ari Briggs de Regavim, organización israelí que quiere la reubicación de los palestinos, dijo que residentes de Susiya estarían en mejores condiciones mudándose a algún otro lugar con espacio para crecer. Puso en duda sus motivos para querer quedarse ahí.

”Si ellos están buscando áreas en las que, ustedes saben, puedan establecer una comunidad, ¿por qué alguien, cualquiera, elegiría ese lugar, a menos que tenga su propia agenda para ponerla justo entre el parque arqueológico y la comunidad judía?” dijo Briggs.

Los residentes terminaron atemorizados por el primer desplazamiento en 1986 y buscaron una presencia extranjera en el área en los años 90, con la esperanza de que eso contribuyera a protegerlos de violencia de colonos y de ser desarraigados nuevamente. El primer grupo vino de una organización llamada los Equipos Cristianos de Pacificación; otros extranjeros llegaron tras el comienzo de la intifada en 2000, incluido un voluntario alemán que ayudó a Susiya a obtener energía solar. Grupos de ayuda europeos ayudaron a construir una escuela y una clínica, dijeron residentes.

El caserío apareció por primera vez en titulares internacionales en 2008, cuando una residente usó una videocámara donada para filmar a hombres enmascarados golpeando a su marido, Ismael Nawajaa. Israelíes que simpatizan hicieron cortometrajes sobre Susiya. Se crearon un blog y una página de Facebook.

Los residentes ”han logrado poner a Susiya en la agenda internacional, en formas que otras comunidades no han logrado’’, destacó Sarit Michaeli, portavoz de B’Tselem, el grupo israelí por los derechos humanos que donó la videocámara.

Años de activismo al parecer rindieron fruto cuando, a comienzos de este mes, residentes de Susiya empezaron a advertir que su aldea estaba bajo amenaza. Activistas israelíes llegaron en grandes números al área, una delegación de la Unión Europea visitó la comunidad y lo mismo hicieron funcionarios consulares de Estados Unidos.

Después Kiby, el portavoz del Departamento de Estado, sacó a colación el tema de Susiya el 16 de julio.

La demolición de Susiya ”sentaría un nocivo precedente para el desplazamiento y la confiscación de tierra, particularmente dada la actividad relacionada con asentamientos en el área’’, dijo Kirby. ”Exhortamos a las autoridades israelíes a que trabajen con los residentes de la comunidad para darle los toques finales a un plan para que la comunidad encuentre solución a las necesidades humanitarias de los residentes’’.

Este lunes, la Unión Europea hizo un llamado a Israel para que permita a palestinos construir en el Área C y para que ”detenga planes con miras a una transferencia forzada de población y demolición de viviendas e infraestructura palestina’’ en Susiya.

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