Ya hay entrega a domicilio de KFC a Gaza (¡desde Egipto!)

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El último grito culinario en la Franja de Gaza es el grasiento pollo frito del gigante estadounidense Kentucky Fried Chicken (KFC). Pero en la franja palestina el manjar es todo menos rápido: Se cocina en los fogones de una franquicia egipcia cercana a la frontera y su peculiar envío a domicilio necesita alrededor de cuatro horas. La carrera en taxi, el periplo por uno de los cientos de túneles de contrabando y el reparto puerta a puerta tienen la culpa.

«Surgió por casualidad. Una vez nos apetecía comer pollo del Kentucky y lo pedimos al restaurante de Al Arish, en la costa del Sinaí. Luego llevamos el pedido por los túneles hasta nuestra empresa», dijo Abu Yehia Rafat, director de la empresa de mensajería Yamama (Paloma, en árabe) que desde hace un mes revolucionó la oferta de comida basura de la franja.


«Desde entonces muchas familias nos encargan pollo. Ahora tenemos de 40 a 50 pedidos diarios», reconoció Abu Yehia.

Gaza, la porción de tierra de 40 kilómetros de largo y 9,5 kilómetros de ancho donde viven 1,7 millones de palestinos, es un territorio libre de las franquicias de comida rápida que dominan el mundo.

La toma del control del enclave costero por la organización terrorista Hamás en junio de 2007 desencadenó el bloqueo israelí. Hoy – a pesar de que Jerusaléb suavizó la importación – la entrada y salida de bienes y personas siguen encontrando limitaciones. La tasa de paro se sitúa en el 32%.

Ante dicha realidad llegó el furor por el pollo frito que desde el año pasado cuenta con un local en Cisjordania. Sin embargo, en Gaza hasta ser deglutidas las raciones – preparadas con la receta secreta a base de once especias y aromas patentada por el coronel Sanders en 1940 – sortean una auténtica carrera de obstáculos.

«El primer paso es llamar al KFC de Al Arish y llevar los pedidos hasta los túneles», detalló Abu Yehia. Los cubos de carne son la mercancía más original que atraviesa los cientos de túneles de contrabando horadados en la frontera.

Junto a materiales de construcción o coches por piezas, también se cuelan bits con la última tecnología – tabletas o teléfonos inteligentes – y ahora bocados de KFC.

«Es el restaurante más cercano a nosotros. Desde allí a los túneles hay sólo 40 minutos», agregó Abu Yehia.

«Antes de alcanzar la franja, las cajas deben vérselas con el puesto de control de Hamás y recorrer los metros de túnel. Al otro lado nuestros empleados lo recogen y trasladan a las oficinas. Allí se planifica el envío de los pedidos que son entregados en motocicleta», añadió.

Muchos de los clientes probaron el sabor a fritanga crujiente en alguno de sus viajes y anhelan reencontrarse con un menú que incluye los pedazos de pollo, papas fritas, ensalada de repollo y pastel de manzana. Pero, con tanto trajín, la comida llega helada. «Desde que sale del restaurante y atraviesa los túneles pueden pasar dos o tres horas. Y en Gaza, según donde esté la vivienda, llega a tardar tres o cuatro horas en total», señaló Abu Yehia.

«Lo cierto es que no nos hemos enfrentado a grandes dificultades porque todo el mundo ayuda. Nosotros y Egipto somos como un país. Pero hay clientes que se disgustan por el tiempo. El reto ahora es ahorrar minutos. Cuatro horas es mucho tiempo», comentó el empresario consciente de que no será tarea fácil luchar contra el reloj cuando desde las freidoras hasta la mesa se necesitan varias llamadas, coordinar con el taxista egipcio o el gobierno de Hamás y salvar varias decenas de kilómetros partidos por una frontera internacional.

Los intermediarios llevan al aumento del precio del pollo. Para recibir un pedido, hay que desembolsar unos 17 dólares. De momento, la página de Facebook de la compañía de transporte levantó una orgullosa acta de la odisea con fotografías. Pero el servicio puede tener los días contados: un empresario de Gaza solicitó una licencia para abrir franquicia a este lado de la ciudad de Rafah en la frontera con Egipto.

El exitoso envío de pollo frito a Gaza coincide con las horas bajas que atraviesan los túneles de contrabando que desde hace años introducen armas, combustible, cemento, cigarrillos o alimentos. La suavización de las restricciones tras el alto el fuego entre Hamás e Israel del pasado noviembre y la campaña del Ejército egipcio en la península de Sinaí contra los yihadistas – con la destrucción de túneles incluida – hicieron mella al otrora floreciente salvoconducto.

Y es que desde hace casi tres años y debido a las críticas internacionales por el abordaje a la flotilla turca, el bloqueo de productos desde Israel prácticamente no existe. Sólo en el pasado mes de abril 3.893 camiones con 106.835 toneladas de productos entraron en la franja a través del paso fronterizo israelí de Kerem Shalom.

No obstante, lo que continúa sin variación alguna es el bloqueo marítimo a cargo de la Marina israelí. 4.565 habitantes de Gaza llegaron a Israel en abril cruzando el paso fronterizo de Erez, según datos del Ejército israelí.

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