25 de agosto de 1939: Se estrena el Mago de Oz

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En el 85 aniversario del estreno de “El Mago de Oz”, una de las películas más icónicas del cine, exploraremos un aspecto menos conocido de su producción: la significativa presencia judía detrás de cámaras. Desde los compositores hasta muchos de los actores, la influencia judía en esta obra maestra es profunda y merece ser reconocida.

La película, dirigida principalmente por Victor Fleming después de que varios directores abandonaran el proyecto, enfrentó múltiples desafíos, desde el peligroso maquillaje de los actores hasta la compleja técnica del Technicolor.

Uno de los elementos más perdurables de El Mago de Oz es, sin duda, su música. La canción “Over the Rainbow”, interpretada por Judy Garland, se ha convertido en un himno de esperanza. Lo que muchos desconocen es que esta melodía fue compuesta por Harold Arlen, con letra de Yip Harburg, ambos judíos de origen europeo. Arlen, nacido Hyman Arluck, era hijo de un cantor de sinagoga y Harburg, de nombre real Isidore Hochberg, provenía de una familia de inmigrantes judíos de Europa del Este.


Para muchos, “Over the Rainbow” no es solo una canción sobre la esperanza de Dorothy por encontrar un lugar mejor, sino también un reflejo de los sueños de los judíos europeos que, en vísperas de la guerra, anhelaban un hogar seguro. Según algunas interpretaciones, la “tierra más allá del arcoíris” podría simbolizar la Tierra de Israel, un refugio en medio de la creciente amenaza del antisemitismo en Europa.

La participación de 124 actores enanos, en la película, muchos de ellos inmigrantes austríacos y alemanes que habían huido de Europa después de la Primera Guerra Mundial adquiere una dimensión trágica cuando se considera el destino de muchos de sus compatriotas en los años siguientes.

La cultura judía, con su rica tradición de narración de historias y su capacidad para encontrar significado en lo cotidiano, influyó en la creación de una película que ha resonado en generaciones.

Algunos analistas han interpretado el camino de ladrillos amarillos como una metáfora del viaje judío a través de la historia, lleno de obstáculos y desafíos.

La Ciudad de Esmeralda, con su apariencia engañosa y su gobernante falso, podría representar la búsqueda de un líder mesiánico y la decepción que a menudo acompaña a esas esperanzas, aunque la mayoría de las intepretaciones la relacionan con Nueva York, en específico Wall Street y el poder del dinero.

Ocho décadas después, El Mago de Oz sigue siendo una obra maestra, no solo por su colorida fantasía y sus personajes entrañables, sino también por las historias humanas que tejieron su creación, muchas de las cuales reflejan el resiliente espíritu de la comunidad judía que, como Dorothy, siempre ha buscado un lugar seguro bajo el arcoíris.

Con información de ynetespañol y El conficencial

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