En estas fechas se recuerda la Guerra de Yom Kipur. A pesar de que han pasado ya 35 años, parecería que su recuerdo y las publicaciones sobre ella son difíciles de enterrar. Este año, el Ministerio de Defensa y los Archivos nacionales han contribuido más a esta situación, al publicarse el contenido de 30 expedientes con los testimonios presentados ante la Comisión Agranat, establecida al terminar la guerra para investigar su comienzo y desarrollo. Estos testimonios arrojan nueva luz sobre preguntas aún candentes. Las respuestas dadas por dirigentes del gobierno y militares son de primordial importancia, puesto que toda una generación de israelíes han formado sus opiniones sobre paz y seguridad basándose en el tremendo trauma que esta guerra provocó. La Guerra de Yom Kipur encontró a Israel no preparado y le tomó de sorpresa, aun teniendo el mejor ejército del Medio Oriente. Recordemos a los líderes del país en ese momento: Golda Meir, Primer Ministro; Moshé Dayán, Ministro de Defensa; David Eleazar, Comandante en Jefe del Ejército; Shmuel (Gorodish) Gonen, Comandante de la Zona Sur, y Eli Zeira, Jefe del Servicio de Inteligencia.
Es obvio que el examen de sólo algunos de los expedientes en corto espacio no revele grandes sorpresas. Sin embargo, resalta un hecho en el que todos coinciden: la arrogancia que caracterizó al liderazgo israelí, reflejada en la sobreestimación de la fuerza y poderío del ejército israelí y la desestimación de las capacidades militares árabes. La premisa en la cual se basaba la estrategia defensiva era que los árabes a los que se enfrentarían en la próxima guerra eran los mismos derrotados en la Guerra de los Seis Días y en la Campaña de Sinaí.
Asimismo se evidencia que tanto los líderes del gobierno como los militares evadieron asumir responsabilidades culpando todos a todos. Si bien el error de los servicios de inteligencia fue sumamente grave no fue el único factor decisivo.
La humillación de la Guerra de los Seis Días se cernía como una sombra sobre Anwar Sadat desde que asumió la presidencia de Egipto en 1970. La guerra de desgaste iniciada por su predecesor Gamal Abdel Nasser, no había logrado que Israel se retirase del Canal de Suez, y tampoco lo habían logrado los esfuerzos de la Comunidad Internacional. Golda Meir estaba convencida de que la situación geopolítica de Israel nunca había sido mejor, y esperaba un cambio en la posición árabe sobre la legitimidad del estado judío y se oponía a concesiones territoriales. En diciembre de1970 se opuso al consejo de Dayán de que Israel se retirara y permitiese la apertura del Canal para reducir la motivación egipcia hacia una guerra. Golda se oponía a cualquier forma de retroceso, y consideraba que “ni la guerra ni la amenaza de ella harán que Israel se retire de fronteras defensibles.” La noche anterior a Rosh Hashaná, llegó a Israel a un lugar secreto al norte de Tel-Aviv un helicóptero. En él venía nada menos que el rey Hussein de Jordania quien vino a prevenir a Golda de que Siria preparaban la guerra en cooperación con Egipto. Golda no tomó en serio esta advertencia al punto que al día siguiente partió para hablar ante el Consejo de Europa, y de ahí voló a Viena para intentar persuadir al canciller Kreisky de que no cerrase el campamento de tránsito a los judíos que llegaban de la Unión Soviética, muchos de ellos en camino hacia Israel.
Cuando el jefe del Mossad Zvi Zamir reportó que un doble agente, Ashraf Marwan por cierto yerno de Nasser, quien recientemente se arrojó (¿) de la ventana en su lujoso departamento en Londres, consideraba la guerra inminente, lo creyeron una falsa alarma puesto que estaban convencidos que, aun sin previo aviso, las fuerzas regulares del ejército serían suficientes para prevenir cualquier desastre. Inclusive algunos pensaban que un ataque coordinado egipcio-sirio sería una oportunidad única para llegar a El Cairo y Damasco.
ayán avisó a Golda que había rumores de que Egipto se preparaba para la guerra, pero la situación en el frente sirio era más problemática, por el peligro inmediato de las comunidades del Golán. Los servicios de inteligencia israelí aseguraban que los egipcios estaban sólo en un ejercicio militar en gran escala, y aunque los sirios había ya movido dos escuadrones y una enorme cantidad de artillería enfrente del Golán, era sólo por temor a un ataque israelí. Si Egipto no se estaba preparando para la guerra, menos lo haría Siria cuyo ejército era mucho menor. El gabinete no tenía siquiera idea de que había probabilidad de guerra. La información no pasó a sus superiores. El día anterior a Yom Kipur se dudaba aún del ataque.
El día de Yom Kipur Golda fue despertada a las 4.30 de la mañana: según la información del agente secreto al Mossad, la guerra estallaría a las 6 de la tarde. Golda reunió a su gabinete a las 8 de la mañana, pero descartó la posibilidad de un ataque preventivo, en virtud de que Israel necesitaría la ayuda norteamericana y no debería ser Israel quien iniciase la guerra. Sin embargo, aceptó la proposición de Eleazar de movilizar a las reservas “aunque el mundo se enoje con nosotros”. Tres preciosas horas se habían perdido por el desacuerdo entre Dayán y Eleazar sobre el asunto de la movilización. Los ministros estaban paralizados. Por años se les había asegurado que aun en el peor de los casos las reservas podrían ser movilizadas en 48 horas. Ahora se les comunicaba que la guerra estaba a punto de estallar en dos frentes y dos terceras partes del ejército no habían sido movilizadas todavía.
Con enormes pérdidas se llegó al cese fuego el 23 de octubre, cuando Israel había repelido totalmente a los sirios en el Golán y se encontraba a sólo 60 Km. de Damasco. En el sur, el tercer ejército egipcio, el más grande y fuerte se encontraba totalmente rodeado. A petición de Kissinger y para que los egipcios no se sintieran totalmente derrotados y mantuviesen su honor, se permitió pasarles agua y medicinas, y las negociaciones tuvieron lugar a 101 Km. de Cairo.
Cuatro meses después de la terminación, el capitán Moti Ashkenazi, que dirigió el único fuerte de la línea Bar-Lev que no fue conquistado (al lado del Canal), inició una manifestación de un solo hombre frente a la oficina del Primer Ministro, con un cartelón que decía: “Abuela, tu Ministro de Defensa es un fracaso y 3.000 de tus nietos han muerto”. A él se unieron miles de manifestantes, lo que llevó a la creación de la Comisión Agranat: Seis de los dirigentes del ejército fueron depuestos, Golda renunció y a Dayán se le obligó a renunciar. Tres años después hubo nuevas elecciones y el partido Mapai perdió el poder.
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