Aniversario del levantamiento del Ghetto de Varsovia

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Mis queridos lectores, recordarán ustedes que ya tuve la oportunidad de referirme en esta columna al remarcable hecho de que Israel, durante un reducido número de semanas de la primavera, conmemora acontecimientos fundamentales del pasado y de la historia contemporánea que han forjado al pueblo judío. En este corto periodo recordamos y también celebramos festividades de carácter religioso así como efemérides de carácter nacional: Pésaj, en la cual narramos el éxodo del pueblo de Israel de Egipto, momento en la historia en el que por primera vez se consolidó el pueblo judío; el Día del Recuerdo del Holocausto; el Día del Recuerdo de los Soldados Caídos en las Guerras y el Día de la Independencia.

El pasado lunes, Israel conmemoró el Día del Recuerdo del Holocausto —el acontecimiento más traumático de la historia moderna del pueblo judío— fecha que corresponde en el calendario hebreo al inicio del levantamiento del Ghetto de Varsovia (16/4/1943). La conmemoración este año fue en el marco del 70 aniversario de dicho levantamiento, que simboliza el heroísmo judío de enfrentarse a los nazis desafiando toda lógica y probabilidades de éxito.


Avner Shalev, director del Instituto Yad Vashem, quien enfatizó en la ceremonia central el significado de los levantamientos que organizaron jóvenes judíos en el Ghetto de Varsovia, así como en otros lugares que se encontraban bajo la ocupación nazi, afirmó: “Con el paso del tiempo, conocemos y entendemos más el sentido de la decisión de rebelarse. Los jóvenes que tomaron estas decisiones se encontraron bajo situaciones de carencia de medios y de armamento. A pesar de ello, decidieron organizarse, lograron obtener escaso armamento y contaron con el apoyo de la mayoría de los judíos de esos lugares. En el levantamiento del Ghetto de Varsovia 50 mil personas se sublevaron en una rebelión civil, que a pesar de la desigualdad de condiciones y de las vicisitudes, se prolongó un mes. Esto sucedía mientras que en Europa, fuera del ghetto, no existió ningún otro tipo de actividad clandestina de combate; así, estos jóvenes estuvieron determinados a escribir su párrafo en la historia judía”.

En la ceremonia fueron invitados a encender las seis antorchas, que simbolizan a los seis millones de judíos asesinados, seis sobrevivientes. Desafortunadamente, uno de ellos, el señor Peretz Hochman, falleció unos días antes del acto, lo que nos hace recapacitar sobre la progresiva desaparición de la generación de sobrevivientes del Holocausto y, con ellos, de los testigos y portadores del testimonio existencial.

Como un tributo al señor Hochman y a sus colegas, quisiera presentar muy brevemente su historia personal: Peretz Hochman fue un adolescente que atravesaba los muros del Ghetto para obtener alimentos para sus padres. Después de que ellos fallecieron y el levantamiento del Ghetto fue detenido, logró vivir en el lado ario, vendiendo cigarrillos en la plaza de las Tres Cruces de Varsovia.

A los 16 años participó en el levantamiento de los polacos en el verano de 1944, lo que lo hizo merecedor de dos condecoraciones del Estado polaco por su valentía. Terminada la guerra, emigró a Palestina en 1946, donde participó en la Guerra de Independencia (1948), casándose y formando una familia.

Mientras más nos alejamos de esos eventos y más disminuye el número de los sobrevivientes, crece la importancia de tener registro de sus testimonios directos, así como la de recuperar el nombre de las víctimas, su identidad personal, para así desafiar desde el presente la deshumanización a la que los buscó condenar el nazismo. Esta labor, además del estudio riguroso del Holocausto, son algunas de las principales tareas del Instituto Yad Vashem. Titánica labor que no sólo tiene importancia para la memoria histórica del pueblo judío sino que contiene significados universales y lecciones que nos afectan a todos.

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