Han pasado 4 años después del inicio de un suceso tan trágico como tan heroico en la modernidad, un suceso de hartazgo político y democrático en uno de los países con más historia judía en el mundo, Ucrania en su revolución de la Plaza de Maidan.
Estimados lectores, en esta ocasión pienso escribir en memoria de un evento internacional sumamente importante, debido a que revueltas similares habían sucedido desde el 2010 hasta el 2012 en el Medio Oriente y el Norte de África con la Primavera Árabe, las cuales fueron expandiéndose en un movimiento de reforma en países creyentes del Islam. Sin embargo para el 2014 no creíamos que otra nación podría alzar su voz contra su gobierno de una manera tan enérgica con tales resultados y menos siendo una fuera de la región, pero pasó.
Ucrania, vistos todavía por muchos como “parte de la U.R.S.S.” ya había tardado en el proceso de democratización, combate a la corrupción e integración; esta demora los llevo a continuar con un gobierno dependiente de Moscú, a diferencia de países como Estonia, Letonia y Lituania, que encima de ya no ser repúblicas socialistas y soviéticas, ya estaban formando su propia historia de nuevo, agregando hasta su membrecía a la Unión Europea y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Cabe mencionar que la adhesión a este tipo de organizaciones además de la inclusión al bloque de cooperación occidental, significa también una separación incondicional de cualquier intento de intromisión por parte del gobierno ruso. Pero el gobierno ucraniano no dejaba de sentirse acobijado económica y políticamente por el Kremlin.
Pasaron los años y las nuevas generaciones de ucranianos se dieron cuenta que esa relación tan estrecha no había tenido “los mismos beneficios” que a sus padres y abuelos les había funcionado en el sistema comunista; peor aún, les significaba una omisión a la partición democrática ciudadana y parlamentaria; es decir, cada mandato directo desde su presidencia parecía un fax recibido directamente desde Rusia. Los ucranianos comenzaron a desarrollarse y lo hicieron muy bien, sus universidades se llenaron de estudiantes y los sectores industriales comenzaron a expandirse no únicamente a Rusia, sino a sus vecinos occidentales, quienes también empezaron a confiar en ellos e invertirles; aun así, no tenían la suerte de Estonia, Letonia y Lituania. El gobierno vió prudente que por tanta relación comercial con la Unión Europea Ucrania pudiera firmar un acuerdo de mayor fortalecimiento en la cooperación y vinculación, pero en la recta final de avalar dicho documento, Viktor Yanukovich, Ex Presidente de Ucrania, dio marcha atrás por orden de Rusia y ahí comenzó el movimiento de protesta.
Ahora bien, ya no quisiera dar detalles de lo que fueron las protestas, la violencia, el llanto y el humo que recorría con dolor las calles del centro de Kiev desde la Plaza de Maidan; esas cosas las podríamos ver con mucha facilidad en el internet. Yo quiero compartirles lo que he escuchado de ucranianos posterior al evento y cuál es el resultado a 4 años del levantamiento.
Actualmente trabajo con muchos ucranianos, quienes me han comentado que si bien ganaron mayor respaldo de la Unión Europea, también perdieron a miles de compatriotas en el frente de batalla de un conflicto originado por Moscú y que inició con la separación ilegal de Crimea que al día de hoy sigue dejando miles de desplazados en las regiones orientales. Los ucranianos buscan tener la integridad de su país y vivir en paz, de acuerdo a ellos.
Aunque parezca raro, otra amiga ucraniana me compartió que estuvo en la Plaza de Maidan días antes del estallido de represión por parte de las autoridades y entrevistó con apoyo del canal de noticias alemán Deutsche Welle a varios compatriotas que buscaban un cambio para un futuro mejor. Pero también de otra cosa que se percató fue de haber encontrado grupos neo fascistas que les cayó como anillo al dedo esta situación patriótica para transformarla en una nacionalista expresando que los ucranianos eran exclusivamente como ellos querían y no como realmente Ucrania es de plural, país enriquecido por mezclas culturales, tales como: polaca, bielorrusa, georgia, judía, tartará, gitana, entre otras.
Lo importante de este suceso es recordar a Ucrania que tiene varios retos por delante, el primero es seguir haciéndole caso a su gente, buscar la manera de ser más democrática y buscando la participación ciudadana, promover la inclusión de todos los sectores académicos, comerciales y políticos (sin extremos) y fomentar el respeto por los derechos humanos que sus contrapartes han demostrado no respetar. Las nuevas generaciones tienen las ganas y las herramientas para lograr un futuro mejor para un país que en su tolerancia dejo verse como un país abierto a generar condiciones para propios como para ajenos.
La tragedia deja todavía una estela de muerte en el este del país con más de 2,500 civiles muertos y 9,000 heridos, y una cifra de alrededor de 1.6 millones de desplazados de acuerdo a datos de la ACNUR (Agencia de la ONU para los Refugiados) y la intromisión de soldados del país vecino sin insignia alguna para aparentar que erróneamente no hay guerra ni invasión. Pero también Maidan deja una estela de esperanza, cada día son más jóvenes quienes buscan y buscarán un futuro mejor para Ucrania y las distintas etnias que viven dentro del país, forjando un país con valores occidentales y la libertad de autodeterminación como principio básico entre las naciones.
Gracias por su atención y espero su respetuosa opinión en el espacio de Diario Judío o en la cuenta de twitter de un servidor: @PabloQZepeda
Artículos Relacionados: